Choque cultural

Claro que el autor se refiere “a la reconfiguración del nuevo orden mundial”.  Y lo que yo trato de explicar se circunscribe al marco de un gobierno autoritario y a unos periodistas que luchan por la libertad de pensamiento, de información y de prensa.   Entre lo que sostiene Huntington y...

Claro que el autor se refiere “a la reconfiguración del nuevo orden mundial”.  Y lo que yo trato de explicar se circunscribe al marco de un gobierno autoritario y a unos periodistas que luchan por la libertad de pensamiento, de información y de prensa.

 

Entre lo que sostiene Huntington y lo que yo percibo, existen similitudes. Simplificando las cosas, en Bolivia cohabitan, por lo menos, dos bloques culturales (o civilizaciones): el indígena y el occidental. Doy por sentado que si razonamos con el cerebro y no bajo consignas desorbitadas, llegamos a la simple conclusión de que  el periodismo, como la democracia, son importaciones de lo que entendemos por Occidente. Quiérase o no, estos logros de la civilización, que algunos miran con hostilidad llegaron como parte de la colonización. En la colonización hispana hubo el choque de mayor trascendencia. Progresivamente se produjo el cruce de hombres y mujeres de distinta procedencia geográfica y cultural y el correspondiente mestizaje racial y también cultural.

 

Entre las varias causas del choque, Huntington menciona la indigenización cultural en sociedades no occidentales”. Siendo Bolivia actualmente una sociedad interracial, no debería incitar a un indigenismo hostil. Note el ilustrado lector que he utilizado el prefijo “inter” y no el “pluri”, porque el primero indica una red de relaciones, enlaces, vinculaciones, mestizaje, al fin de cuentas. En cambio el prefijo “multi” más bien alude a un conglomerado de diferencias y distanciamientos que desembocan en el reduccionismo indigenista. Es decir, el antirracismo vale para unos y no para otros.

 

Aún reconociendo que en Bolivia, incluso después del voto universal y de la reforma agraria, no desaparecieron del todo los viejos resabios racistas, la realidad presente es distinta. Pongo por caso la mayoría de jóvenes originarios que cursan estudios superiores en las universidades. Aunque al lado de este motivo de esperanza, se produce un lamentable déficit en las escuelas, especialmente en las rurales.

 

Sobre estos simples antecedentes, el actual Gobierno ha prodigado normas favorables a los sectores originarios. Enhorabuena. Pero no tenía por qué camuflar entre los pliegues de la Ley Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, a modo de contrabando, la ley mordaza que apunta descaradamente a la supresión de la libertad de prensa. El Gobierno ha inducido las causas del choque de culturas: la originaria, nostálgica, excluyente, retardataria, frente y contra la cultura occidental (o la mestiza), libre, dinámica, moderna, inclusiva y aperturista, liderizada por el periodismo independiente.

 

Al poner punto y aparte a estos párrafos, ese “otro yo” que a todos acompaña me ordena hacer un paréntesis en el trabajo. Me voy con la pesadumbre de ver cómo el país va desintegrándose. ¡Hasta la vuelta!


Más del autor