Destapen… destapen

Primero, hay que hacer que el pueblo se entere de todo lo que todavía mantienen secreto, estando plenamente probado que se trata de crímenes. Nos referimos a los de García Meza y su pandilla.   Pero no son las únicas cuentas pendientes de arreglar. Desde su violenta toma del poder en 1971...

Primero, hay que hacer que el pueblo se entere de todo lo que todavía mantienen secreto, estando plenamente probado que se trata de crímenes. Nos referimos a los de García Meza y su pandilla.

 

Pero no son las únicas cuentas pendientes de arreglar. Desde su violenta toma del poder en 1971 Hugo Banzer también fue protagonista central de muchas historias oscuras que hace tiempo deberían ser de conocimiento público.

 

La oportunidad ahora es inmejorable, pues la justicia tiene a su disposición dos personas muy estrechamente ligadas al régimen banzerista: “Chito” Valle, yerno del dictador, y Guillermo Fortún, uno de sus últimos ministros de gobierno.

 

No se trata solamente de resarcir al Estado por los daños económicos que esos personajes le causaron, sino de echar luz sobre los daños morales que con toda seguridad acompañaron y aderezaron esos daños económicos. De principio a fin, sin omitir absolutamente nada. La sociedad tiene ese derecho inalienable.

 

Es intolerable que permanezcan a oscuras periodos fundamentales de nuestra historia, en los cuales sabemos que se cometieron excesos que todavía los bolivianos no conocemos en detalle.

 

Sin ir más lejos ¿Hasta que punto influyó – y cómo- el pacto Banzer/Paz para lanzar a Bolivia en el despeñadero neoliberal del cual aún no se recupera totalmente?

 

Es inicuo que trajines políticos de esa índole hayan permanecido desconocidos más de veinte años y que los bolivianos tengamos que enterarnos de ellos por la acuciosidad de una periodista canadiense (Naomi Klein), cuando muchos de los protagonistas están ahí, al alcance de la justicia boliviana.

 

Es que en la oscuridad y en el secreto no puede existir justicia. Es precisamente el conocimiento de la verdad, de toda la verdad (o de todas las supuestas verdades) el que permite que no asomemos al concepto de justicia. Es rotundo aquello de que “la verdad nos hace libres”.

 

Después de que la sociedad conozca todo lo que le han escondido por tantos años, que hagan los jueces su trabajo. Respetémoselo. A nosotros no nos incumbe administrar justicia, pero si luchar por la verdad y porque la información  completa y veraz se socialice, llegue a todos. No somos más que un medio de comunicación social, pero tampoco somos ni un ápice menos que eso.

 

Por eso no compartimos aquello de “perdón y olvido”, porque hasta el perdón es un don aceptable, pero el olvido equivale a perder la experiencia, con el riesgo de tener que repetirla. Y hay experiencias que a Bolivia le han costado mucho, mucho sufrimiento. Imposible olvidarlas.

 

¿O creen que alguna vez vamos a olvidar a Luís Espinal, a Marcelo Quiroga Santa Cruz y a muchísimos más que ofrendaron sus vidas defendiendo la dignidad nacional?

 

Es mejor, entonces, que comiencen a destapar. Hay mucha información que los gobiernos le están debiendo aún a la sociedad.


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