La doctrina del shock

Aunque nuestra materia prima cotidiana son las noticias y especialmente las noticias catastróficas, es improbable que a los periodistas se nos hubiera ocurrido conectar esos acontecimientos, catastróficos sin duda, pero aparentemente desligados entre si.Pues una periodista encontró la...

Aunque nuestra materia prima cotidiana son las noticias y especialmente las noticias catastróficas, es improbable que a los periodistas se nos hubiera ocurrido conectar esos acontecimientos, catastróficos sin duda, pero aparentemente desligados entre si.Pues una periodista encontró la conexión: Naomi Klein, que ya había alcanzado notoriedad investigando el tenebroso submundo de la explotación laboral escondido detrás de las más famosas marcas de fábrica, o “logos” (Ver “No logo”), con una profusa investigación encontró lo que da título a uno de sus libros recientes: “La doctrina del shock”.Son 700 páginas apasionantes (porque están escritas con pasión) y en uno de sus análisis cruciales dice que la doctrina del shock funciona así: El desastre original –llámese golpe de Estado, ataque terrorista, colapso del mercado, guerra, tsunami o huracán – lleva a la población de un país a un estado de shock colectivo. Las bombas, los estallidos de terror, los vientos ululantes preparan el terreno para quebrar la voluntad de las sociedades tanto como la música a toda potencia y la lluvia de golpes somete a los prisioneros en sus celdas.Y sigue: Como el aterrorizado preso que confiesa los nombres de sus camaradas y reniega de su fe, las sociedades en estado de shock a menudo renuncian a valores que de otro modo defenderían con entereza. Menciona luego cómo en Nueva Orleáns renunciaron a las escuelas públicas y admitieron las escuelas “charter”, que en Sri Lanka los pescadores abandonaron su valiosa tierra frente al mar que fue entregada a los constructores de hoteles. Los iraquies cedieron el control de sus reservas petrolíferas, sus empresas estatales y toda su soberanía nacional al ejército estadounidense.Son conclusiones audaces de Naomi Klein, pero no carecen de fundamento. Estudió meticulosamente la ideología neoliberal, hasta profundizar en el mayor de sus profetas modernos, Milton Friedman, y descubrió que éste en uno de sus escritos sostenía que “solo una crisis – real o percibida – da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. En consecuencia Friedman aconsejaba “desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable. (Capitalism and freedom).Durante más de tres décadas, Friedman y sus poderosos seguidores perfeccionaron esa estrategia: esperar a que se produjera una crisis de primer orden o shock y luego vender al mejor postor privado, los retazos del Estado en crisis.Es – reiteramos- una lectura apasionante, sobretodo porque tiene todo un capítulo dedicado a Bolivia, su hiperinflación y Jeffery Sachs. ¿Recuerdan?Léanlo y luego comentamos.


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