Lo de Ecuador no es fácil

amotinamiento policial, sublevación o qué fue lo que sucedió en el Ecuador es grande. Pero es también peligrosa. Porque en lo que sucedió el jueves, como sea que finalmente lo llamen, están involucrados muchos intereses: económicos, políticos y geopolíticos. Y no son intereses...

amotinamiento policial, sublevación o qué fue lo que sucedió en el Ecuador es grande. Pero es también peligrosa.

Porque en lo que sucedió el jueves, como sea que finalmente lo llamen, están involucrados muchos intereses: económicos, políticos y geopolíticos. Y no son intereses pequeños.

 

Rafael Correa, a esta altura, está ya nuevamente en funciones presidenciales y lo que haga en estos primeros momentos de mandato recuperado será fundamental para analizar desde afuera situación del Ecuador.

 

Por lo pronto, enumeremos, solo enumeremos, los principales componentes de lo que conmovió al continente el último día de septiembre: el jueves pasado.

 

Ecuador es un país productor de petróleo y eso es lo primero que siempre se debe tomar en cuenta al hacer cualquier análisis político y geopolítico.

 

Segundo, Ecuador es un país amazónico y ese es otro factor indispensable a considerar en un momento en que la Amazonía se ha convertido ya en una potencial manzana de discordia, puesto que formalmente han surgido voces, en los Estados Unidos, en procura de declarar a la Amazonía algo así como “patrimonio universal”, con la clara intención de abrirla a la explotación capitalista de sus recursos.

 

Más: Hace muy poco comentábamos esa lúcida percepción de Noam Chomsky de que Estados Unidos (el Pentágono, en realidad) está perdiendo el control de lo que fuera su “patrio trasero”.

 

Pues bien, Ecuador es, precisamente uno de las zonas de ese pretendido “patio trasero” donde más ha avanzado la insubordinación. El Ministro de Defensa del gobierno de Correa es Javier Ponce, periodista y escritor que proviene de una familia de izquierda de clase alta y a quien el presidente Correa lo llamó para que manejara su oficina como su jefe de gabinete y después lo nombró en la cartera de Defensa

 

El ministro Ponce es un punto muy oscuro en el mapa del Pentágono respecto a las figuras que no podían existir en la discusión del futuro diseño estratégico en la región. Para algunos sectores del militarismo es como un infiltrado.

 

Aún así, una semana antes del amotinamiento policial, el 23 de septiembre, Ponce se reunió en Washington con  su “homólogo” Robert Gate, el jefe del Pentágono. No se sabe qué conversaron ni a qué conclusión llegaron (si es que llegaron a alguna) pero es otra “casualidad” que influye en el análisis que no solo nosotros sino muchos más deben estar ahora haciendo.

 

Lo evidente es que Rafael Correa no ha podido armonizar las obvias necesidades de participación popular con las demandas de los grupos tradicionales del poder: banca, industria y capital transnacional, especialmente en áreas como energía, petróleo y telecomunicaciones.

 

Entonces, más allá de criticar esa extravagante actuación de unos cuantos policías, que es censurable sin necesidad de un ápice de análisis, sobre lo demás es mejor no precipitarse.

 

Ya Correa está gobernando, parece que no se repetirá lo de Zelaya (que resultó tan empalagoso).

 

Y que esto nos sirva para pensar un poco más y más seriamente en la importancia de Unasur.


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