Crónica de protestas anunciadas

En abril, otra publicación (Le Fígaro) informaba que “Lejos de tranquilizarse, en Portugal los mercados atacan” y en mayo, siempre refiriéndose a lo mismo Le Monde insistía: “Para tranquilizar a los mercados, España se resigna a dar una vuelta de tuerca a lo social”. O sea que lo del...

En abril, otra publicación (Le Fígaro) informaba que “Lejos de tranquilizarse, en Portugal los mercados atacan” y en mayo, siempre refiriéndose a lo mismo Le Monde insistía: “Para tranquilizar a los mercados, España se resigna a dar una vuelta de tuerca a lo social”.

O sea que lo del miércoles no fue de ninguna manera sorpresivo. Una jornada de manifestaciones contra los planes de ajuste, con protestas de decenas de miles de personas en Bruselas y otros países y una huelga general en España.

 

Unas 56.000 personas, según la policía, y más de 100.000, conforme a los sindicatos, desfilaron al son de las 'vuvuzelas' y con petardos en Bruselas, sede de las instituciones de la Unión Europea (UE), para decir "no a la austeridad".

 

¿Cuál austeridad? La que ahora el neoliberalismo pretende imponer a los Estados, para pagar platos rotos por otros. O como lo escribió alguien: La crisis económica que se inició en los Estados Unidos a Mediados del 2007 y que sigue estremeciendo al mundo tuvo una primera fase de hundimiento bancario e industrial privado; una segunda en la que los gobiernos de los países desarrollados acudieron a salvar a la banca de la quiebra, generando ingentes déficit fiscales y trasladando el cataclismo a las finanzas públicas.

 

En eso estamos. Hicieron pasar el “crack” privado al público y los efectos se sintieron primero en Irlanda, luego en Grecia y ahora en España, donde no soportaron el intento de desmantelar la protección social ni la drástica reducción de los servicios públicos. Y se lanzaron a las calles.

 

Hablar ahora de “austeridad” y de exigírsela a los Estados es por lo menos cínico, puesto que quienes dilapidaron riqueza que ni siquiera habían producido ellos fueron los grandes bancos y los especuladores.

 

Ahora, las recetas que los recalcitrantes neoliberales pretenden que apliquen los gobiernos europeos “para calmar a los mercados” se concentran en el “rigor para eliminar los déficit de los Estados, provocados en gran medida por las ayudas al sector privado. Además de pretender hacer pagar la crisis a las clases populares, se corre el riesgo de desembocar en una deflación.

 

Que de nada serviría, además, porque, según muchos especialistas, la gigantesca deuda que hoy acumulan la mayoría de los países europeos resulta impagable, y muchos temen que se está avanzando inexorablemente hacia una moratoria generalizada.

 

Sobre eso abundarán estos días hipótesis de todo pelaje, incluida la de que Europa debería “insubordinarse”, porque no fue allí donde la crisis se gestó, sino en los Estados Unidos.

 

Amanecerá y veremos.

 

Por lo pronto, los sindicatos europeos ya anunciaron nuevas manifestaciones para pasado mañana, sábado y si no fuera de mal gusto diríamos que estará “como para alquilar balcón”


Más del autor