Somos concientes

¿Pero, qué es conciencia? Conciencia se refiere generalmente al saber de sí mismo, al conocimiento que el espíritu humano tiene de su propia existencia, estados o actos. Conciencia se aplica a lo ético, a los juicios sobre el bien y el mal de nuestras acciones. Una persona “de conciencia...

¿Pero, qué es conciencia? Conciencia se refiere generalmente al saber de sí mismo, al conocimiento que el espíritu humano tiene de su propia existencia, estados o actos. Conciencia se aplica a lo ético, a los juicios sobre el bien y el mal de nuestras acciones. Una persona “de conciencia recta” no comete actos socialmente reprobables.Algunos consideran la conciencia como la potestad para elaborar juicios personales de carácter moral y ético sobre lo que está bien y lo que está mal, con relación a sí mismo y a los demás”.En definitiva conciencia es la facultad de “darnos cuenta” y poder juzgar nuestras propias responsabilidades y por la profusión de informaciones, opiniones, avisos que hace unos años se ocupan del “medio ambiente” podemos afirmar que existe plena conciencia ambiental sobre la crisis que originamos, reproducimos y padecemos.En forma recurrente  nos ocupamos de la falta de agua, las sequías y las inundaciones; las “estaciones” totalmente alteradas, las heladas repentinas, las épocas de lluvias cada vez más cortas e intensas, los fríos cada vez más fríos y el calor cada vez más alto, las granizadas como la que casi acabó con Yacuiba ayer son las manifestaciones más concretas del cambio climático, esas variaciones del tiempo atribuidas directa o indirectamente a la actividad humana.En Bolivia y en otros países de la periferia industrial, las masas boscosas se reducen año tras año, por la tala, la quema y la conversión de esas tierras a fines comerciales, y porque la pobreza desplaza a los sin tierra hacia una frontera agrícola ya casi inexistente, en el caso nuestro y de países vecinos, especialmente por el monocultivo de la soya.En los países “desarrollados” se producen otras agresiones, como la lluvia ácida, que comprometen la supervivencia de los bosques.Aquellos aficionados a calcular estima que la “regeneración” de un bosque demanda más de 400 años, pero que de todas maneras no es algo completamente seguro que se logre.Mientras que la tala de árboles de la selva tropical lluviosa ha atraído más atención, los bosques secos tropicales se están perdiendo en una tasa sustancialmente mayor, sobre todo como resultado de las técnicas utilizadas de tala y quema para ser reemplazadas por cultivos. La deforestación es un proceso muy antiguo que se ha incrementado en los últimos tres siglos, con un promedio de seis millones de hectáreas anuales.A esta altura insistir en el mismo tema ya es cantaleta. Lo conocemos de sobra, deberíamos tener plena conciencia de ello. ¿Estamos actuando en consecuencia? No.Y para eso no hay excusa válida


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