Ese sucio petróleo
Pero seguimos enterándonos, además, de tenebrosos detalles sobre las causas y los orígenes de ese desastre, que definitivamente no puede ser considerado “accidental”, porque estos son sus antecedentes: En enero del 2001, con apenas tres semanas en ejercicio de la presidencia, George W....
En enero del 2001, con apenas tres semanas en ejercicio de la presidencia, George W. Bush firmó el Decreto Ejecutivo 13.211 sobre energía. No fue difícil, porque la estructura y las conclusiones estaban tomadas de un documento de API, sigla en inglés del Instituto Estadounidense del Petróleo, donde tienen su puesto fijo representantes de 400 empresas del sector del petróleo y el gas.
La definición de los criterios de vigilancia, seguridad industrial, prevención de explosiones está “confiada” por las autoridades estadounidenses a las mismas grandes empresas y a instituciones como API.
Este sistema lo heredó Barack Obama de Bush, bajo la presión del Grupo para el Dearrollo de una Política Nacional de Energía, conducido ¿No se lo imaginan? Por quien fuera vicepresidente de Bush y uno de los tiburones del sector petrolero: (Halliburton) Dick Cheney.
¿Así, quien puede ponerle ningún cascabel a ningún gato? Si a eso le sumamos que Obama fue el primer beneficiario de fondos aportados por BP a los candidatos presidenciales sobran mas comentarios.
Eso sería suficiente como escandaloso origen del incontrolable desastre en el Golfo de México, pero encontramos, además, a nuestra vieja conocida, la Stándard Oil, esa por cuyas intrigas nos vimos embarcados en una guerra fratricida con el Paraguay. Expliquémoslo:
El derecho marítimo internacional considera a las plataformas petroleras como buques y eso permite que se limiten las responsabilidades de la compañía de perforación petrolera Transocean (la que operaba la plataforma del desastre en el Golfo).
Eso puede hacerse, porque las plataformas están, en su mayoría, registradas bajo la bandera de Liberia, una pequeña República en la costa oeste de África ubicada junto a Sierra Leona y Costa de Marfil, “independiente” desde 1947, y que ofrece a las grandes corporaciones una “jurisdicción de secreto, bandera de conveniencia, paraíso fiscal y centro financiero off shore”.
Ese “registro abierto de matriculación marítima” fue basado en un código marítimo liberiano “leído, corregido y aprobado” en 1948 por la Standard Oil. Más de 3.000 buques de más de 96 millones de tonelajes brutos, es decir el 10% de la flota mundial están registrados en Liberia. Gan parte del resto lo está en la República de las Islas Marshall, o en la República de Panamá, la isla de Jersey u otro “paraíso” semejante.
Con razón, - como cuenta Sergio Almaraz - Huey Long, senador norteamericano, decía en 1934 refiriéndose a la Standard Oil: “… que los Estados Unidos agarren a esa criminal, a esa malhechora, a esa asesina, a esa facinerosa, puesta fuera de la ley…”
Está probado que no lo hicieron y seguramente nunca lo harán.