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Cuatro años de luces, sombras y letargo

las riendas de este sector estratégico con la promulgación del Decreto Supremo 28701, también denominado “Héroes del Chaco”. Es a partir de entonces que la misión de ejecutar la nueva política hidrocarburífera desde el principio de la propiedad estatal inalienable se encuentra bajo la...

las riendas de este sector estratégico con la promulgación del Decreto Supremo 28701, también denominado “Héroes del Chaco”.

Es a partir de entonces que la misión de ejecutar la nueva política hidrocarburífera desde el principio de la propiedad estatal inalienable se encuentra bajo la responsabilidad de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), la que en su nueva función de brazo operativo ha hecho del Estado el principal protagonista de toda la cadena productiva sectorial (exploración, explotación, transporte, comercialización y distribución).

Para consolidar y viabilizar ese protagonismo, se procedió a la compra del 50% + 1 del paquete accionario en todas las empresas capitalizadas y privatizadas entre 1996 y 2005, garantizando así el control y dirección de las actividades que durante el periodo “neoliberal” se realizaban de manera autónoma.

A cuatro años y tres meses de la promulgación del DS 28701, los objetivos trazados en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) –la piedra angular sobre la cual el partido gobernante se apoya para concretar la transición del colonialismo y el neoliberalismo al “Vivir Bien”– tienen en la mayoría de los casos un notable desfase en tiempo y materia. Esto se debe principalmente a la implementación de decisiones basadas en políticas y estrategias que, como el tiempo ha demostrado, no siempre resultaron ser las más adecuadas.

Los objetivos trazados por el PND son: la recuperación y posterior consolidación de la propiedad de los hidrocarburos; el incremento acelerado de la producción de hidrocarburos para generar excedentes económicos que fortalezcan al propio sector, así como a los sectores productivos y sociales; la industrialización de los hidrocarburos para brindarles un valor agregado; el cambio en la matriz energética para masificar el uso del gas natural; garantizar la Seguridad Energética Nacional; consolidar a Bolivia como el centro energético de la región; reestructurar, consolidar y fortalecer las instituciones del sector en el marco de la Constitución

Política; y, por último, realizar los procesos de gestión socio ambiental para producir hidrocarburos de una manera sostenible y participativa.

Si contrastamos los dichos con los hechos, salvo algunas excepciones, la actividad hidrocarburífera en Bolivia se ha mantenido, desde 2006, en un letargo del que recién está despertando. En lo que a producción de gas natural se refiere, el panorama –hasta ahora– no es tan alentador.

A mayo de 2010, según datos del último Informe Estadístico del Ministerio de Hidrocarburos y Energía, la producción de gas natural en Bolivia se encuentra prácticamente estancada desde 2006. Las cifras para la producción de petróleo, condensado y gasolina natural no son más alentadoras que las correspondientes al gas natural

Por otro lado, siempre enmarcados en los objetivos del PND, si hablamos de dar valor agregado al gas natural, es bueno recordar que el DS 29511 (09/04/2008) establecía un plazo de 60 días para crear la Empresa Boliviana de Industrialización de Hidrocarburos (EBIH). Más de dos años después (779 días exactamente), se designó a la primera Gerente de la EBIH. Sin embargo, el problema no pasa por la designación oportuna de las autoridades, sino de que Bolivia aún no produce volúmenes suficientes de gas como para satisfacer la demanda interna, las exportaciones y los diferentes proyectos de industrialización. Se calcula que se necesitan entre 12 y 15 MMCD adicionales para el proceso de industrialización, es decir, para convertir el gas natural en derivados con valor agregado como plásticos, fertilizantes, combustibles (GTL), cauchos, explosivos, etc.

Pero supongamos que existe el volumen necesario de gas para su industrialización. Las estimaciones del Gobierno muestran que hasta el 2013 la inversión en la industrialización debería rondar los 3.450 millones de dólares. A la fecha, la EBIH sólo cuenta con 300 millones de dólares, y de las empresas supuestamente interesadas en participar en el proceso de industrialización, no hay nada en concreto.

En lo que a Seguridad Energética se refiere, pocas cosas son más peligrosas que un grupo de iracundas amas de casa reclamando, con garrafas vacías de por medio, por la escasez de GLP. Somos conscientes del riesgo que corren las industrias si se les restringe el abastecimiento de gas natural; conocemos los conflictos que pueden generarse cuando los surtidores de gasolina y diésel no abastecen la demanda del autotransporte. La Seguridad Energética procura en lo posible evitar esos escenarios. Para eso, YPFB tuvo que recurrir a la importación de diésel en volúmenes nunca antes registrados. En el caso del GLP y la gasolina, el país pasó de ser exportador a importarlos de manera cada vez más frecuente.

En lo que a la reestructuración y fortalecimiento de las instituciones del sector se refiere, con seis superintendentes de Hidrocarburos, seis presidentes de YPFB y cinco ministros de Hidrocarburos en cuatro años, podemos concluir que las gestiones han sido muy cortas para inducir la ejecución de planes serios que permitan un proceso serio de reestructuración y fortalecimiento institucional.

Son necesarias más luces que sombras para poder afirmar que la Nacionalización ha sido ventajosa para el país. Aún no vemos cambios concretos en cuanto a la industrialización del gas para la petroquímica, las plantas de extracción de líquidos, el incremento en la producción de gas natural y líquidos o la implementación de procesos de gestión socio ambiental. Y digo “nada concreto” porque, como mencioné antes, todos esos proyectos o están retrasados o no se iniciaron por diversas razones que escapan al alcance de este artículo.

Durante 2010, sin embargo, el sector parece mostrar señales de estar despertando de un letargo de cuatro años, prueba de ello son las perforaciones en busca de hidrocarburos; las redes de gas domiciliario en expansión, las inversiones en el campo Margarita que se están concretando, la firma de la Adenda con Argentina que se está cumpliendo con mayor holgura mes a mes, se nota la búsqueda de mercados alternativos para nuestro gas, el GNV está llegando al autotransporte, se está trabajando en la nueva Ley de Hidrocarburos y estamos cerca de conocer los datos de la certificación y cuantificación de las reservas hidrocarburíferas.

Hubo cambios, eso no se puede negar, lastimosamente todo lo positivo no puede opacar ese letargo de cuatro años al que hice referencia y es justamente eso lo que me impide afirmar contundentemente que la nacionalización nos trajo más luces que sombras. Esperemos por el bien de todos los bolivianos que las señales positivas que hemos visto recientemente ayuden a concretar de una vez por todas el despegue definitivo del sector hidrocarburífero boliviano.

El autor es consultor en temas energéticos y editor de HidrocarburosBolivia.com


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