Gobernabilidad fallida

El brutal episodio del paro general en Potosí y la incapacidad del Gobierno central para ofrecer algunas vías de solución, son una prueba más de lo mal que va la política nacional. Sea porque las autoridades potosinas han propuesto unas demandas extremosas, sea porque el Gobierno no gobierna...

El brutal episodio del paro general en Potosí y la incapacidad del Gobierno central para ofrecer algunas vías de solución, son una prueba más de lo mal que va la política nacional. Sea porque las autoridades potosinas han propuesto unas demandas extremosas, sea porque el Gobierno no gobierna o no sabe gobernar. Sí sabe perorar la misma cantinela, echar la culpa de todos los males a la derecha, a los Estados Unidos o al lucero del alba. La culpa siempre de otros.

Lo más extravagante es que pocas veces tuvo Bolivia un Gobierno que se proclamara el menos liberal de la historia y, sin embargo, nos resulta más liberal que Adam Smith, padre de la economía política, precisamente liberal y quien dejó escrito aquel lema tan cocido (aunque escrito en francés porque suena mejor y todo el mundo lo entiende) “laisser faire, laisser passer”. También es archiconocida su obra creativa “La riqueza de las naciones”. Digamos de paso que, al ritmo que va el Gobierno del MAS, Bolivia no se beneficiará nunca de la riqueza de Dios que la dotó.

Pues sí señores: El primer mandatario viaja como ningún otro y aquí ¡Jauja!_ “dejar hacer, dejar pasar”. Mientras tanto la Villa Imperial ha llegado a tal grado de desesperación que, ¡Dios no lo permita! en cualquier momento la gente se desborde. ¡Por culpa de USIS! Él elude las responsabilidades que le incumben, diríase que no sabe qué hacer, y por eso deja pasar lo que pase. Entonces ¿Por qué dicen que gobiernan? Un bromista comentaba que habría que descontarles de su sueldo los días “no gobernados”.

Eso sí, inhabilitan a autoridades legítimamente elegidas por la ciudadanía, a la sola denuncia de un fiscal obsecuente al Gobierno. En Caranavi retorna el malestar: los cívicos exigen la libertad de varios ciudadanos presos, pero el Gobierno amenaza con más detenciones.

Si uno grafica el trance por el que transcurre el país, podría dibujar un círculo donde se marcaran los grados de gobernabilidad vigentes. En el cenit de la circunferencia, diríamos en el imaginario Norte, se escribiría  “gobernabilidad”. En el punto más bajo, es decir, en el presunto Sur, se leería “ingobernabilidad”. En el extremo Este del cuadrante se escribiría “derecha medio gobernable” y en Oeste, se pondría “izquierda medianamente gobernable”. Ahora bien, vistas las cosas bajo esta expresión gráfica, el actual Gobierno escapa del círculo. Se sitúa en meteorito incandescente en que todavía puede leerse en letras de fuego “Ingobernabilidad. Gobierno de izquierda fallida”.

Dejando a un lado estas filigranas geométrico-políticas, lo que nos queda a los ciudadanos de a pie es no perder lo que nos queda de buen humor y contribuir en lo posible a la pacificación de los ánimos.


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