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A bailar a los ritmos de autonomías

En ésta y futuras entregas comentaré siquiera algunas de las múltiples facetas e implicaciones que tiene esta nueva situación. Esta primera es sobre el ritmo de apertura. Esa LMAD es como una partitura para un gran concierto a muchas manos —desde los departamentos hasta las autonomías...

En ésta y futuras entregas comentaré siquiera algunas de las múltiples facetas e implicaciones que tiene esta nueva situación. Esta primera es sobre el ritmo de apertura.

Esa LMAD es como una partitura para un gran concierto a muchas manos —desde los departamentos hasta las autonomías indígena originario campesinas (AIOC) — con muchos instrumentos y voces. O quizás la metáfora más adecuada es más bien la de esas fastuosas entradas y festivales en tantos lugares y momentos, en que hay más y más conjuntos cada uno con sus músicos, danzantes, trajes, bailes y ritmos pero que tienen también bastante en común en sus identidades y estilos, de modo que de manera global forman una gran unidad en la diversidad.

No será fácil porque la partitura sigue dejando bastante espacio para que los diversos intérpretes y grupos hagan sus firuletes con sus diversos intérpretes y figuras. Seguro que el texto finalmente promulgado y publicado no ha acabado de satisfacer del todo a ningún sector. Todos y cada uno querían más para sí y menos para los otros. Pero todos han logrado también sacar su propia tajada.

Éste es el nuevo escenario en el que ahora deberemos bailar, intentando a la vez seguir construyendo y fortaleciendo un país fuerte y unido. Ésta debe ser la sinfonía resultante, para la que seguirá siendo indispensable un hábil director de orquesta ceñido a la partitura y, a la vez, abierto a esas interpretaciones parcialmente libres sin que desentonen en el conjunto.

En todos los tipos de autonomías la tarea más importante en este momento es la elaboración de sus respectivos estatutos o cartas orgánicas. Ésta será su primera y mayor experiencia de ejercicio de su nuevo poder legislativo. Ojalá sirva para un mayor acercamiento local a tantos sueños locales y regionales postergados.

Por otra parte, hay también un obvio riesgo de dispersión innecesaria, tanto mayor cuantas más sean las unidades en un determinado nivel: nueve en el caso de los departamentos, por encima de 300 en los municipios y un número aún impreciso pero en aumento de AIOC. A las 11 AIOC pioneras ahora pueden añadirse algunos o muchos más municipios rurales y, por fin, también las primeras TCO ya consolidadas. Para paliar el riesgo de dispersión sería útil que instancias semejantes lograran acuerdos básicos comunes.

En los departamentos y municipios, los “constituyentes” locales ya han sido elegidos en abril del 2010 y ahora éstos serán quienes deberán presentar una versión aprobada por dos tercios de ellos (no sólo de los presentes en determinada sesión; art. 53). En los municipios chicos, con sólo cinco concejales se dará la anomalía de que, para lograr 2/3, se necesitarán cuatro concejales, es decir, la aprobación será de hecho ¡por 4/5! Para las AIOC el número quedará fijado por ellas mismas antes de aprobar su estatuto.

Quedará pendiente que el Tribunal Constitucional, a ser elegido y posesionado en enero del 2011, tenga tiempo para revisarlos y acreditar que no tienen nada inconstitucional.

Es decir, las cosas de Palacio siguen andando despacio. Pero andan.


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