Entre paréntesis....

Lo más interesante del descubrimiento presidencial es que se produce justo al conmemorar los 30 años del golpe de García Meza y del asesinato de Marcelo Quiroga Santa Cruz. Precisamente cuando las víctimas de la dictadura piden la desclasificación de los secretos militares. Justo cuando los...

Lo más interesante del descubrimiento presidencial es que se produce justo al conmemorar los 30 años del golpe de García Meza y del asesinato de Marcelo Quiroga Santa Cruz. Precisamente cuando las víctimas de la dictadura piden la desclasificación de los secretos militares. Justo cuando los familiares de Marcelo exigen la entrega de sus restos.  Si el Presidente se dio cuenta de todo lo que dice, ¿no sería coherente que pidiera la revisión de la sentencia contra García Meza y Arce Gómez, hoy condenados en la cárcel de Chonchocoro?

El problema es otro. Ni van a aparecer los restos, ni Evo Morales va a ordenar nada a los militares. Él y sus asesores  -nacionales y caribeños- saben que hay un momento en el que los caudillos necesitan acudir a la posibilidad del uso de la fuerza. De una fuerza que no tenga capacidad de respuesta proporcional y la única es la militar.  Evo Morales, además, siente un  atractivo especial por lo militar. Desde sus recuerdos de su época de conscripto hasta esa forma especial de indumentaria que se le ha diseñado, mucho más próxima al diseño militar sofisticado que al indígena normal.

Desde el comienzo de su gobierno, a sugerencia de su mentor Chávez y con su colaboración económica pública y directa, se les dio a los mandos superiores un tratamiento económico especial. Y ya sabemos que ningún general aguanta un cañonazo de un cheque bien provisto. Aseguró, además, buenos cargos nacionales a los uniformados que pasaban a retiro. A cambio, los obligó a someterse a la doctrina oficial de veneración y culto a la figura del Che Guevara, el último gran enemigo de las Fuerzas Armadas. La transformación militar al guevarismo y su admiración a la revolución cubana fue automática y los ex combatientes de Ñancahuazú  -los soldados bolivianos- fueron proscritos y olvidados.

Pero lo más divertido de todo es que al atribuir a las órdenes del imperialismo un golpe y una dictadura como la de García Meza, lo único que está demostrando  es una ignorancia supina de la historia. Estados Unidos mostró su inmediata enemistad con el régimen de García Meza que era la consagración estatal del negocio de la cocaína. Retiró a su embajador y fue un senador de los Estados Unidos el que presentó la denuncia documentada sobre los medios y mecanismos que el gobierno utilizaba para el narcotráfico: se mostró cómo las embajadas de Bolivia en Caracas y Bogotá, y especialmente el consulado en Miami, eran vulgares agencias de distribución de cocaína. Fue esa denuncia, entre otras, la que condujo a un grupo de militares bolivianos honrados  -porque también los hay- a poner fin a ese gobierno y a su imagen lamentable de pichicateros y traficantes.

Pero eso lo sabe todo el mundo. La afirmación presidencial, su descubrimiento, no ha sido hecha ni sirve para redefinir a los militares. Es, más bien, para definirse él. Para demostrar a todos los demás, a todos los que estaban convencidos de lo contrario, que es él y nadie más que él quien decide qué sucedió y cómo sucedió. En la era de Evo, la única referencia de ortodoxia es Evo. Así son los caudillos: cuando se miran al espejo contemplan al Supremo…


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