Cuando China salvó a Europa

Pero ante el anuncio del plan de rescate, China hizo algo más: salió a comprar deuda de los bancos españoles y griegos, y a transformar una parte de su reserva de dólares en euros. Las autoridades chinas habían pregonado, precisamente, que tenían la intención de atar su moneda a una...

Pero ante el anuncio del plan de rescate, China hizo algo más: salió a comprar deuda de los bancos españoles y griegos, y a transformar una parte de su reserva de dólares en euros. Las autoridades chinas habían pregonado, precisamente, que tenían la intención de atar su moneda a una canasta de monedas –lo cual supone una diversificación de sus reservas. “El mercado europeo, le acaba de decir Wen Jiabao, primer ministro de China, a su homóloga de Alemania, Angela Merkel, de visita en China, es y será una de las principales plazas de inversión para las reservas chinas de divisas extranjeras”. Este señalamiento llevó al corresponsal de El País (17/7) en Pekín al comentario siguiente: “suficiente para que el euro superara la barrera de los 1,30 dólares por primera vez en dos meses”. Voilà. Europa solamente salió de terapia intensiva, por un lado por la gambeta china con relación con el dólar, que fue acompañada por una fuerte intervención de socorro de bancos europeos y del euro. Es cierto que al detener la devaluación del euro, China actuó en defensa de sus propios intereses comerciales, como es frenar el encarecimiento de sus exportaciones y el abaratamiento de las de la competencia. Pero el problema comercial es de mediano y largo plazo, y está condicionado por diferentes variables, en tanto que el hundimiento del euro era un problema financiero inminente, pues hubiera podido acelerar las quiebras bancarias en Europa y provocar una cadena de devaluaciones de otras monedas.

La intervención de China en el rescate del euro la eleva a una posición de arbitraje en la crisis monetaria, que hasta ahora había estado reservada a Estados Unidos. Después del shock de 2008 y más tarde, cuando la crisis de Grecia sacudió a Europa, la Reserva Federal había realizado operaciones de canje del dólar con monedas locales (real, peso mexicano, euro) para cubrir las necesidades de dólares de los países que enfrentaban fugas de sus divisas. Ahora ese rol fue pactado por la Unión Europea con China. Hay una lógica en esto, porque China tiene reservas superiores a los dos billones y medio de dólares. China se ve obligada a arbitrar para preservar el valor de estas reservas. En varias ocasiones, advirtió al gobierno de Obama contra la tentación de desvalorizar el dólar. Pero bien mirado, este arbitraje pone de manifiesto la dependencia monetaria de China. Después de todo, conservar un porcentaje desproporcionado de la riqueza creada y comercializada (en sus gigantescas reservas, 31% de las mundiales cuando su población es el 22% del total) constituye un despilfarro descomunal, pues la función del dinero, más allá de un nivel de atesoramiento y de reserva para transacciones, debe ser la inversión en nuevas capacidades productivas. Las reservas de China financian la emisión desmesurada de dólares sin respaldo (por eso el elogio de los Kirchner al monto alcanzado por las reservas de Argentina constituye un despropósito: son el vaciadero de basura de la Reserva Federal, su emisión de dólares, y tienen el único propósito de operar como garantía para un ulterior endeudamiento internacional). El salvataje del euro por parte de China es un nuevo estadio de la crisis monetaria internacional y una forma todavía ‘pacífica’ de dirimir los conflictos comerciales. La protección del valor de las reservas internacionales, por parte de los países con excedentes, y el privilegio emisor del dólar por parte de la Reserva Federal, constituyen los ‘casus belli’ de la presente crisis mundial.

(Los países emergentes, se informa, han recibido capitales especulativos en el último año por el monto de 700 mil millones de dólares. Ante la incapacidad de esas economías de absorber esa suma sin provocar un colapso interno, sus bancos centrales compraron 600 mil millones de aquellos, con lo cual evitaron una revaluación de sus monedas. Para esterilizar las monedas locales con las que compraron esos dólares, han tenido que pagar tasas de interés muy superiores a las que cobran cuando invierten esas reservas, por ejemplo en bonos de la deuda pública norteamericana. Esta operación de desangre financiero de las economías emergentes es saludada, naturalmente, por los países centrales y menos naturalmente por los cipayos que gobiernan en estos países, que adoran la acumulación de reservas como un éxito nacional y popular).


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