Crónica política de la semana
Del destete de Andrónico a la irrupción bíblica de Chi
Los últimos movimientos de Rodríguez, que insiste en que no es candidato, han desatado la ira del evismo que lo ha confrontado. Mientras, Chi Hyun Chung sigue creciendo entre una oposición estancada
La semana ha tenido un claro protagonista y no es Marcelo Claure. Tampoco Speed. Aunque todo ayuda. Andrónico Rodríguez parece haber emprendido el camino de la emancipación, un camino empedrado y con docenas de trampas en el camino y en el que sin duda se la juega: si le sale bien, tiene muchas opciones de acabar siendo presidente; si le sale mal, acabará en una cuneta de la historia.
Los números son por demás elocuentes y las sensaciones más, pero el círculo cerrado de Evo Morales ha decidido ir hasta el final cueste lo que cueste, y defenestrar a Andrónico, al parecer, es uno de esos sacrificios que hay que hacer.
El Movimiento Al Socialismo (MAS), dividido y todo, sigue siendo el movimiento popular central de la política boliviana y el único (tal vez junto a Chi del que luego hablaremos) que le habla a las grandes mayorías de este país por mucho que la oposición se divida en docenas de opciones similares. La gestión de gobierno ha desintegrado las opciones de Luis Arce, aunque su círculo cercano también quiere dar una última batalla. Mientras, los más jóvenes, los que han crecido a ritmo de victoria contundente durante casi dos décadas, son los que más advierten la realidad palpable: el MAS puede perder el gobierno.
El círculo de Evo Morales ya aplicó esa “táctica” en las elecciones de 2019: negarlo todo. No consideró que pudo haber desapego tras ignorar los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016 que le prohibían la repostulación, y nadie creyó necesario cuidar a los movimientos sociales mientras se integraban a los grandes empresarios y otros activos opositores del pasado en sus filas. Entonces no le fue bien, pero ahora es más difícil: Morales huyó a México, retornó cuando el gobierno de Arce ya estaba en ejercicio, lejos de ser un mentor, le han podido las rabietas y, para colmo, lo asedian las denuncias por su conducta sexual con menores.
Lo de acosar a Andrónico Rodríguez, changuearle, amenazarle, llamarle mascotita y cuestionar toda su trayectoria cuando el aún presidente del Senado y vicepresidente de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba insiste en que “no es candidato” es la cereza de la torta.
Algunos de los que salieron repelidos del círculo de hierro recuerdan que Morales nunca fue cuestionado en su liderazgo mientras estuvo en el poder, pero advierten que no tiene sentido el enroque ahora, encerrado en el Chapare y sin acceso a ningún resorte de poder. El último era el de la movilización popular, y en noviembre primero, con una estrategia de ajedrez, como en enero, con una contundencia inusitada, el Ministerio de Gobierno le ha ganado la partida.
El momento Claure
Andrónico es consciente de que las bases lo señalan como sucesor, de que le conviene marcar distancia con Morales para reagrupar al MAS tanto si asume la responsabilidad en el mediano plazo como si decide dar un puñetazo en la mesa para ser el candidato en agosto; al mismo tiempo es muy consciente de la capacidad de Morales y los suyo para destruirlo si llegara el momento, y por eso, dicen los de cerca, que se cuida mucho de repetir su lealtad a Morales.
Nadie esperaba que Andrónico se reuniera con el empresario multimillonario Marcelo Claure, que se ha tomado esta campaña como un “llamado divino” a iluminar la Patria, y en concreto, al futuro presidente sea quien sea. Los más malos dicen que es porque el litio otra vez llegará a la siguiente legislatura sin contrato.
La cuestión es que en su papel de agitador omnipresente desde Miami, Claure dedicó esta semana a publicar sus opiniones sobre los candidatos, añadiendo, eso sí, captura de pantalla o foto de sus videoconferencias: Rodrigo Paz, Chi Yun Chung, Branko, Manfred Reyes Villa, Samuel y Tuto (estos dos sin foto) y quién lo iba a decir, Andrónico Rodríguez.
Obvio que Claure conoce de cerca a Evo Morales y son célebres sus fotos sonrientes y varias de sus intervenciones cuando el expresidente era incontestable. No ha tenido tanta suerte con Luis Arce, según sus propias declaraciones, pero si encontró eco en Andrónico, que quien sabe si consciente o no, voluntariamente o movido por la curiosidad, acabó reuniéndose con el empresario y expuesto a las pocas horas desatando la catarsis en el Chapare.
Hubo más: Claure los fotografió a toditos horas antes de publicar los resultados de su famosa encuesta, donde esta vez decidió no contar a Morales y sí a Andrónico (aunque la columna de “otros” con 17% está sin explicar y probablemente responde a Morales). El resultado es sabido: Andrónico Rodríguez lidera la encuesta de Claure y en Lauca Eñe suenan tambores de guerra.
El desenlace se acerca.
La semana opositora: El descontento se llama Chi
El fenómeno en 2019 quedó sin estudiar, porque las elecciones cayeron pronto y se eliminaron todos los datos relativos a velocidad pasmosa entre las denuncias de fraude, pero sin duda el “gran ganador” fue Chi Hyun Chung, la personificación del outsider más perfecta que se puede lograr en Sudamérica tal vez desde Fujimori.
Chi HYun Chung, boliviano coreano, médico cirujano, líder de la iglesia presbiteriana, entró en política por primera vez en medio de la angurria que generaban aquellas elecciones con Evo Morales pisoteando la Constitución y la oposición sin proyecto claro peleando entre ellos por quién tenía más opciones de ganar ante el peor MAS. Más o menos como ahora.
Chi hizo cantidad de ruido en campaña sin hablar casi de nada, pero clamando contra el feminismo, el colectivo LGTB y haciendo varios gestos feos, pero con los que no paró de crecer. Quedó tercero con un 9% en lo que era un duelo del MAS y CC por la segunda vuelta. Le ganó a Óscar Ortiz y Rubén Costas en la mismísima Santa Cruz.
De lo poco que se pudo sistematizar en aquellos comicios, se evidenció pronto que su voto apareció en los barrios periféricos de las grandes ciudades y algunas zonas rurales. Barrios populares que tradicionalmente habían sido del MAS y donde, además, más crecen las iglesias cristianas. Chi fue una alternativa para quienes no querían votar a Evo allí, y es verdad que también sumó cierto voto en zonas tradicionales y de oposición, por un fenómeno similar: representaba algo rupturista en unas elecciones en las que nadie creía.
Han pasado muchas cosas desde entonces, pero no ha llovido tanto. Le fue mal en 2020 cuando la elección tomó un cariz de definición vital y el MAS volvió a ganar, pero el escenario en 2025 se parece más al de 2019 que al último: el agotamiento es denominador común, y a eso se le suma las grandes narrativas antisistema y neo machistas que han ganado posiciones en redes y la aceptación general de que “cualquier loco” también puede ser presidente.
Chi vuelve a aparecer en las encuestas, que tengan el valor que tengan, antes servían para identificar un escenario y, ahora, para configurarlo. Como sea, ya está en el juego.