Crónica política
Evo, el delirio persecutorio y el ghosting de Del Castillo
Morales denuncia persecuciones, lo que algunos interpretan como una estrategia de salida de la primera línea; Del Castillo, su principal azote, pidió licencia por asuntos personales alimentando más especulaciones



Evo Morales debe tomar una decisión importante en los próximos días, y lo que más importante aún, debe justificarla. Su carrera política está hecha, pero hasta hoy no ha sabido ponerle un colofón. Este es el motivo por el que su círculo de leales cree que sí merece una nueva etapa en la presidencia, pero omiten lo esencial: para eso debe ganar los comicios.
Morales ha tomado muchas decisiones en su vida política. Sus mejores años fueron precisamente los que vinieron marcados por la prudencia, una disonancia que el sociólogo Fernando Mayorga solía caracterizar como clave para entender sus éxitos: discurso radical, gobierno pragmático. Otra cosa vino después, cuando el instinto de supervivencia le hizo aferrarse al poder. Pudo despedirse bien, pero se aferró a la posibilidad del referéndum que le otorgaba la Constitución. Todo lo demás ha sido una carrera con la lengua fuera.
Sin duda que la decisión de renunciar y tomar un avión rumbo a México en noviembre de 2019 es la que hoy por hoy queda como epitafio, y todo lo que le ha seguido hasta ahora es un epílogo de dudoso gusto, pero la política le ha dado otra oportunidad.
El tiempo pasa y de momento, no tiene ni sigla ni garantías de que el Tribunal Constitucional Plurinacional, con cinco de sus miembros prorrogados, vaya a cambiar de opinión respecto a la sentencia que lo inhabilita como candidato, por mucho que al común de los mortales nos parezca que no se ajusta al artículo 168 de la Constitución que solo regla la reelección consecutiva limitada a una sola vez y no la discontinua, porque en un Estado de Derecho todo lo que no está prohibido, está permitido.
En su círculo extendido se empieza a asumir que en algún momento habrá un paso al costado, y por eso contrasta ver la ansiedad de Evo en comparación con la pose relajada y sociable que se gasta Andrónico Rodríguez en las redes sociales, su teórico heredero y llamado a intentar la reunificación del MAS, una misión que sin duda tiene muy nerviosos a todos los frentes de la oposición.
Morales puede estar preparando su retirada y en esas la argumentación es clave, precisamente para evitar los remordimientos del futuro como los que le sobrevienen al recordar aquella calurosa noche en el aeropuerto de Chimoré.
La causa judicial por trata de menores, convertida en causa general sobre sus supuestas perversiones morales en sus relaciones con mujeres menores de edad, tiene un evidente componente político que dificulta aún más la despedida por la puerta de atrás.
Declararse perseguido es un clásico, seguramente justificado. Mentar a la CIA sin embargo es un asunto muy serio revisable con relativa facilidad. Hay un precedente. En la campaña por la segunda vuelta en el departamento de Tarija del 2015 la campaña del MAS decidió endilgarle a Adrián Oliva el cártel de “agente de la CIA” y le acabó metiendo 20 puntos a un Pablo Canedo que había hecho esfuerzos por llevar la campaña a otros términos durante toda la primera vuelta.
Edmundo Novillo, ministro de Defensa que ha tomado la cartera del desaparecido Eduardo del Castillo ha entonado la letrilla que puede ser peligrosa: “No exagere” le ha dicho después de escuchar su programa radiofónico del domingo en el que acusó al gobierno de todo tipo de tretas para echarle el guante a partir de la orden de aprehensión dictada el viernes en Tarija.
El cuartel general de Lauca Eñe está reforzado a la espera de un desenlace. La espantada del ministro de Gobierno Eduardo del Castillo, enemigo número 1 y el más esforzado del arcismo por acabar con el ícono del proceso no ayuda. “Asuntos personales” alegó en su licencia coincidente con estos días de respiración contenida donde todos quieren saber dónde están todos. Las especulaciones son múltiples. El Día del Estado Plurinacional está a la vuelta de la esquina. Del Castillo es tal vez el único que sigue teniendo fe en el arcismo y la va a jugar hasta el final.