Crónica política de la semana
Rumbo a 2025: El duelo en el MAS y las llaves de Carlos Mesa
Las dos alas del MAS ventilan sus diferencias en lo que parece la pelea final mientras que la oposición sigue teniendo cartas que jugar, aunque con temores. La denuncia contra Evo también se agita
Darle el crédito del momento actual que vive el Movimiento Al Socialismo (MAS) a la oposición sería excesivo, pero efectivamente hay un puñado de actores que por redes periféricas vienen trabajando incisivamente en crear un contexto que haga inviable la reelección del MAS. Alimentar la desconfianza económica era una de esas claves, pero nada más efectivo que lograr que el Instrumento Político que ha acaudillado Bolivia en los últimos 20 años se divida, y tanto mejor si es por mitad.
Sí, el factor clave ha sido el ego de los dos actores o ese no sé qué que embriaga rápidamente a los presidentes. De hecho, ha habido muchos analistas y políticos en activo que han negado siempre la división e incluso los que insisten hoy en que todo es “un circo”. Otros, poco a poco, han ido concediendo credibilidad al enfrentamiento. Unos lo achacan a meros intereses económicos solapados y otros describen diferencias ideológicas entre una izquierda más socialista, la de Arce, sobre la de Evo, inclusiva pero muy poco progresista.
Los partidos no están ofreciendo alternativas, al menos por el momento, sin embargo, los cálculos son permanentes y las negociaciones en la sala de máquinas de la Asamblea, cada vez más opacas.
En diciembre se darán las elecciones judiciales, una cita que ha tardado demasiado en concretarse – un año completo – y que ha desgastado al Gobierno, y particularmente al ministro de Justicia Iván Lima, pues quedó al descubierto la relación íntima con el poder judicial. Por primera vez hay planchas plurales y no dictadas por un solo partido, y aunque la experiencia dice que sean quienes sean “se alinearán”, cabe la posibilidad de que los electos tengan una escala de valores (o un apoyo externo) que permita mantener posiciones cercanas a la Constitución y no al gobierno de turno.
Recambios En noviembre se debe volver a elegir a los presidentes de las cámaras de la Asamblea Plurinacional
Las elecciones judiciales se viabilizaron con la pinza entre el Movimiento Al Socialismo (MAS), Comunidad Ciudadana y lo que queda de Creemos, aunque aquella partida dio pie al alumbramiento de la bancada “manfredista”, conformada por díscolos de todos los partidos y a la que se acusa de hacer de muleta del arcismo.
En esta coyuntura, y porque apuran los tiempos, el gobierno ha lanzado la convocatoria a Fiscal General, un cargo tanto o más importante que los Magistrados del Tribunal Constitucional, pues es el que guarda las llaves de la audiencia cautelar, al fin y al cabo, el acceso más directo a la cárcel. A la que sea.
La aritmética clásica y de tendencia dice que es improbable que Arce pueda formar una mayoría para elegir un Fiscal de su conveniencia, salvo por el pequeño detalle que Iván Lima y el gris fiscal saliente, Juan Lanchipa, guardan en el bolsillo desde hace años la llave de la detención de Carlos Mesa, que en la interpretación masista de los hechos de 2019 constituye la tercera pata del banco junto a Luis Fernando Camacho y Jeanine Áñez.
No sería la primera vez que se negocia inmunidad en la Asamblea, y todo se puede hacer muy rápido porque en un abrir y cerrar de ojos vendrá la siguiente negociación, la de la presidencia de la Cámara de Senadores.
Andrónico Rodríguez la ganó in extremis en noviembre del año pasado tras una negociación a cara de perro con “su base”, que en realidad es la base de Evo, y el apoyo, justamente, de Comunidad Ciudadana, que vendió como victoria el establecimiento de una “agenda legislativa” de la que apenas se ha cumplido la convocatoria de las Judiciales.
Andrónico ha calcado su movimiento del año pasado presentándose como equidistante entre las dos alas del MAS, pero ya cuela menos. El propio Evo le apoyó en 2023 a regañadientes y se desentendió del acuerdo. Aún así, es la opción más viable para acometer el objetivo declarado por algunos de los dirigentes evistas más enfervorecidos: tumbar a Arce y al vicepresidente David Choquehuanca para que asuma la presidencia Andrónico con el único objetivo de garantizar que Evo Morales será candidato.
Tal vez ni los seguidores de Arce ni los de Evo han hecho bien las cuentas respecto a las elecciones de 2025, pero lo que es seguro es que separados y enfrentados tienen muchas menos posibilidades de revalidar el triunfo. La oposición ha tomado nota, pero depende de su habilidad contribuir a que el cisma se concrete.
¿Es posible que Evo Morales acabe en la cárcel?
La marcha encabezada por el evismo es un “all in”, la apuesta final de Evo Morales para decantar la pelea a su favor y abrirse paso hacia su habilitación electoral. En el afán de evitarlo, el arcismo ha movilizado todos sus recursos para entorpecerla y desprestigiarla con amenazas variopintas, y por supuesto fue Iván Lima, el ministro articulador de toda la estrategia jurídica, el que abrió la posibilidad de denunciar a Evo Morales por instigación a delinquir, una figura tan política como cualquier otra. De momento la misma ya existe, y la ha interpuesto una vieja conocida del masismo, Melania Torrico, que ha jugado en todos los frentes y siempre ha apuntado alto.
Es evidente que muchos de los aliados internacionales de Evo y de Arce no han dudado en aplicar exactamente esa receta para quitarse opositores del camino. Ambos también lo han hecho en el país. Tal vez no se concrete, pero por el momento, la denuncia formal ya existe y la amenaza toma otro color.