Obras fundamentales del arte boliviano



Hacer una lista de las mejores películas o las mejores novelas, obras de teatro o danza resulta dificil, pero cuatro importantes gestores del área cultural, Andrea Riera, Marcelo Alcón, Claudia Pacheco y Jorge Luna Ortuño, accedieron a hacer esta tarea. Sin embargo, será importante mencionar que dentro del arte boliviano hay obras fundamentales y destacadas como manifestaciones culturales, éstas son sólo una parte para recordar nuestra riqueza artística.
Opinión y Lecturas y Arte, reportan la siguiente nómina, donde aparecen trabajos de distintas épocas que valen la pena buscar y apreciar.
Andrea Riera ess productora, gestora, dramaturga y directora de teatro. Impulsora de proyectos de formación como Plataforma 1 y eligió estas obras:
- “Colección textil” de Inés Córdova
Entre las obras que destaca Riera está el trabajo de la fallecida artista plástica potosina Inés Córdova. Resalta toda su colección de Collage textil.
Entre sus obras más sobresalientes, se debe mencionar el Mural en cerámica en la Facultad de Ingeniería de la UMSA (junto a Gil Imaná, 1965), “Telúrica americana” (1985) o el Panel mural enriquecido con textiles en la sede de la OEA en Washington, Estados Unidos.
- “Madre tierra” de Rosmery Mamani
En la lista de Riera también aparece la pintora Rosmery Mamani, con “Madre tierra”. El trabajo de Mamani se caracteriza por el alto nivel de realismo y detalle que presenta. Es una de las más importantes exponentes de la técnica de la acuarela en Bolivia. Su obra contiene principalmente retratos de alto realismo de personas aimaras y afrobolivianos. Los paisajes urbanos y rurales también se reflejan, aunque en menor medida y generalmente como marco para retratos o como entorno de actividades cotidianas.
- “Aires indios” de Eduardo Caba
Los “Aires indios”, del maestro Eduardo Caba (1890-1953), son verdaderas joyas de la literatura pianística boliviana. Caba fue un compositor nacionalista, pianista y profesor de música boliviana. Pasó la mayor parte de su vida profesional en Buenos Aires y sus últimos 10 años en La Paz.
- “Del mar y la ceniza” de Yolanda Bedregal
Yolanda Bedregal de Conitzer (La Paz, 1913-La Paz, 1999), célebre poeta y novelista boliviana, también conocida como Yolanda de Bolivia, constituye una de las figuras más destacadas del postmodernismo hispanoamericano. “Del mar y la ceniza” es uno de sus libros de poemas más destacado, fue escrito en 1958. Consta de 151 páginas con hasta 42 poemas, entre los que está “Frente a mi retrato”.
- “Wara Wara” de Antonio Díaz Villamil
“Wara Wara” es un largometraje boliviano dirigido por José María Velasco Maidana, basado en una obra teatral del escritor Antonio Díaz Villamil llamada "La voz de la quena”. La película que se estrenó en la ciudad de La Paz en 1930 cuenta la historia de amor de la princesa Wara Wara, hija de un nativo americano del reino de Jatun Colla, con el capitán español Tristín de la Vega en la época de la conquista española.
Claudia Pacheco Araoz es productora y gestora cultural independiente boliviana, actualmente se encuentra trabajando en investigación cultural en torno a políticas públicas. Pacheco comenta cada obra elegida en su lista.
- “En las playas desiertas del Beni” de Lola Sierra
Fue compositora e investigadora, fue basta su dedicación a la cultura popular. El vals presenta otro Beni, un Beni dolido, nostálgico que intenta no diluirse en el olvido.
- “Búsquedas: Las discapacidades” de Vicky Ayllon
La voz de la rebeldía y de la sensualidad. Una invitación constante a la interpelación de nuestra existencia, a reconstituir el deseo desde el territorio que habitamos.
- “El Parafonista” de Álvaro Montenegro
Este disco es para mí una celebración a la diversidad sonora que tenemos en el país, pero además una provocación para la construcción de un horizonte en la música contemporánea boliviana, sin la pretensión de establecer un estilo o un código.
- “Tirinea” de Jesús Urzagasti
Antes de conocer el Chaco boliviano, el autor me lo había presentado en una novela que teje al paisaje a cada palabra y movimiento. El Chaco es más que un territorio de batalla, “Tirinea” nos presenta un chaco profundo, íntimo y diverso.
- “Bala perdida” de Mauricio Durán
Es un documental de autor sobre la muerte de su hermano, mientras realizaba el servicio militar. Esta obra actuá sobre la memoria, el recorrido sinuoso para esclarecer los hechos, una historia que es constante en el país y que de forma recurrente justifica las muertes y desapariciones como accidentes.
- “Mi compadre el ministro” de Raúl Salmón
La obra de Raúl Salmón ha expuesto los temas sociales que todavía no superamos, entre la realidad y “ficción” en un código popular que presenta en un acto el trayecto del clientelismo estatal, vigente en 1953 hasta nuestros días.
Marcelo Alcón es gestor, exdirector del Centro de la Cultura Plurinacional de Santa Cruz, además de haber sido una de las cabezas de programación del Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz, este personaje también nombra sus obras favoritas.
- “En el país del silencio” de Jesús Urzagasti
Jesús Urzagasti es un escritor nacido en el Gran Chaco boliviano que vivió en La Paz desde los 20 años hasta su muerte el 27 de abril de 2013, es aquí donde escribió sus primeros textos literarios. Su escritura fue estudiada –nunca en su totalidad– centrándose en la figura del caminante, del viajero o del nómade.
- “Akirame” de Roberto Echazú
Nació en Tarija el 1 de mayo de 1937. Realizó sus estudios secundarios en el colegio Nacional San Luis de su ciudad natal. Estudió en el Departamento de Letras Modernas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), aunque no llegó a concluir la carrera.
Fue codirector, junto a Jesús Urzagasti, de la revista de poesía y cultura Sísifo (Córdoba, 1959; La Paz, 1964). Su libro “Akirame” (1966) obtuvo la distinción Faja Amarilla otorgada por la Honorable Municipalidad de la ciudad de La Paz a la mejor producción literaria del año.
- “Illimani” de Arturo Borda
Es una de las obras del artista paceño Arturo Borda (La Paz 1883- 1953). Fue un pintor, dibujante, connotado retratista y paisajista, además de escritor boliviano destacado. Su obras se encuadran en el movimiento simbólico prevaleciente a principios del siglo XX.
Borda comenzó a pintar a los 16 años siendo un autodidacta; sus primeras obras son retratos y paisajes de estilo modernista
- “Ñusta” de Cecilio Guzmán de Rojas
Cecilio Guzmán de Rojas, (Potosí, 24 de octubre de 1899– La Paz, 14 de febrero de 1950) fue un pintor indigenista boliviano de la primera mitad del siglo XX, a quien se debe la recuperación del indio como valor estético en la pintura de Bolivia. Tras una etapa expresionista en la que prevalece la representación del indio -propia de la época de la Guerra del Chaco (1932-35)-, volvió a su característica paisajista andina. Fue el pintor más influyente entre sus coetáneos.
- “Retorno al Pahuro” de Herminio Pedraza
Herminio Pedraza (1935-2006) es uno de los referentes fundamentales en la pintura boliviana del siglo XX. En los inicios de su carrera llegó a ser uno de los destacados alumnos del multifacético profesor húngaro Jorge Rózsa Obermayer, una suerte de Juan Rimsa en Santa Cruz, al ser el mentor de una generación de grandes talentos en nuestra región.
- “La nación clandestina” de Jorge Sanjinés
“La nación clandestina” es una película dirigida por el director boliviano Jorge Sanjinés, que se estrenó en el año 1989. La cinta se basa en la transculturación de su pueblo. Desde su debut cinematográfico con “Ukamau”, la primera producción hablada en aimara, hasta “Insurgentes”, su último largometraje, la obra del director y guionista boliviano ha encarnado un esfuerzo consciente por filmar desde dentro la historia de los indios y campesinos bolivianos.
Jorge Luna Ortuño es investigador y responsable de la plataforma de reflexión sobre arte y cultura a nivel nacional, Territorio de Ideas del Centro de la Cultura Plurinacional en Santa Cruz. Comenta sobre sus obras seleccionadas.
- "En el país del silencio" de Jesús Urzagasti
Novela con pasajes de aliento ensayístico. Es la segunda obra del autor chaqueño, gran poeta y mejor amigo. En principio es como una prolongación mucho más compleja de "Tirinea", su primera novela, pero luego se revela como un ejercicio de maestría profunda en el manejo de los personajes, Ursafú, El Otro, y El Muerto.
Escrita en tiempos de golpes de Estado y dictadura, esta obra reúne pasajes autobiográficos de la vida de Jesús Urzagasti mezclados con poderosas meditaciones filosóficas, ancladas en los saberes de la tierra, de la cultura de los matacos y del origen mismo de su lugar de nacimiento. Me hace revivir la vida de un hombre que no teme la soledad y que está dispuesto a resistir lo necesario con tal de resguardar y alimentar la otra dimensión de uno mismo, que es espiritual, que no le rinde cuentas a nadie más que a uno mismo.
- El, La, Lo Informe
Conferencia danzada. La obra y la vida de la joven artista boliviana María Peredo emanan el mismo aire de frescura y vitalidad. En esta obra me interesa el discurso subyacente, a tono con la filosofía contemporánea, que nos plantea preguntas sobre la disolución de las formas fijas, del sujeto como centro de la experiencia y la ruptura de las dualidades como masculino y femenino. Complicado teorizar sobre el espacio indeterminado del medio, el lugar improvisto desde donde se puede hablar, ver, pero también danzar. Un espacio en devenir a través de un cuerpo que no se ha encerrado en una subjetivación puntual ni se ha cerrado por una identidad o personalidad.
- "Lumbre de ciervos" de Emma Villazón (1983-2015)
Poemario. Su vida se extinguió prematuramente, pero su poesía nos queda. "Lumbre de ciervos" es el poemario que representa su punto más alto en la producción que dejó interrumpida. Pero es también un ejercicio intelectual, una suerte de ensayo subterráneo sobre la poesía contemporánea. Emma pone en escena sus reflexiones sobre la poesía, una poesía no representacional, más bien ecléctica, dialogante con las vanguardias y su alma de mujer migrante que recuerda la vida en su casa y en su patria.
- "Praxis", 2020, de Alfredo Román
Intervención permanente en lugar público en la XXI Bienal Internacional de Artes de Santa Cruz de la Sierra, 2019-2020.
Es la primera obra conceptual de intervención en un lugar público. Son tres columnas que reúnen en su techo la figura de los capiteles griegos de la Antigua Atenas, del orden jonio, pero donde la columna es el fémur gigante de un ser vivo. La base de las columnas aluden a las columnas conmemorativas del orden romano. La obra se encuentra en el primer anillo, afuera de la Biblioteca Municipal y muy cerca del Palacio de Justicia.
- “La gesta del oriente boliviano”, 1970-71, de Lorgio Vaca
Mural en relieve cerámico en Santa Cruz de la Sierra. Es el primer mural en exteriores de Lorgio Vaca y el primero en relieve cerámico vidriado del octogenario artista cruceño. Lorgio rebosa de alegría y sabiduría siempre, donde se lo vea. Le dediqué una investigación realizada por el Centro de la Cultura Plurinacional, me impresionó descubrir todo lo que un mural puede retener simbólicamente, como memoria de una época. Además, es impresionante que este mural sufrió una explosión que lo destruyó el 2010 y que el 2015 fue restaurado y mejorado por el mismo Lorgio Vaca, cuando ya tenía 85 años.
- “Acciones de colores”, 1982, de Roberto Valcárcel
Pasaje de la Pérez en La Paz. Son cinco acciones artísticas en las que el artista se pintó a sí mismo con diferentes colores como amarillo, verde, rosado... Es importante porque fue una ruptura en su momento, cuando ni siquiera se manejaba el término performance dentro del arte boliviano. Me interesan las obras que modifican el espacio donde suceden. En este caso, es una manifestación artística desterritorializada de su hábitat natural, que sería el interior de una galería o museo de arte contemporáneo. Esto sucedió en la calle, sin programas previos ni explicaciones, existe escaso registro fotográfico y es un hito dentro de la historia del arte contemporáneo en nuestro país.