Contracrónica de una derrota en la CIJ: de la catarsis a la propuesta
Había mucha expectación. Muchísima. Las redes amanecieron repletas de mensajes positivos y esperanzas. Los canales de televisión nacionales habían desplazado enviados especiales a La Haya y a Antofagasta, incluso a Santiago. Quien más quien menos emitía aunque fuera por celular lo que...



Había mucha expectación. Muchísima. Las redes amanecieron repletas de mensajes positivos y esperanzas. Los canales de televisión nacionales habían desplazado enviados especiales a La Haya y a Antofagasta, incluso a Santiago. Quien más quien menos emitía aunque fuera por celular lo que estaba pasando en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Los fotógrafos y camarógrafos corrían desesperados por los jardines del edificio cada vez que un vehículo atravesaba la verja y llegaba al portón. Al otro lado se percibía el jolgorio boliviano. El domingo docenas de mensajes habían llegado a esta redacción preguntando por si era feriado.
No había habido llamados a la prudencia, ni a la contención. Más bien todo lo contrario: “La bandera boliviana pronto flameará en el mar” (Evo Morales, 17 de agosto de 2018); “Hoy somos un país estable y el retorno al mar está más cerca que nunca” (Evo Morales, 09 de septiembre de 2018), etc., el presidente Evo Morales incluso concedió una “amnistía” a los expresidentes Carlos Mesa y Jorge Quiroga, parte del equipo de la demanda, para que lo acompañaran en la tarea post-Haya, literalmente. La tarea sigue existiendo, pero ahora tiene que ver más con la recomposición de la autoestima nacional, tantas veces golpeada, que con la específica negociación ansiada.
El acto empezó puntual, sin minuto de retraso. Los 15 magistrados ingresaron en la sala de la Corte y ocuparon su lugar. El encargado de hacer la lectura fue el presidente de la CIJ, el somalí Abdulqawi Ahmed Yusuf. Empezó a las 9.00 y acabó poco después de las 10.15. Sobre las 9.20 ya se empezaron a ver las caras raras de Eduardo Rodríguez Veltzé comentando con Evo Morales, también de rostro serio. A las 9.45 todos los que andaban pegados a la televisión o la radio se habían dado cuenta de que la cosa no iba por buen camino.
“La corte, por doce votos contra tres, concluye que la República de Chile no contrajo la obligación legal de negociar un acceso soberano al océano Pacífico para el Estado Plurinacional de Bolivia (…) y por consiguiente rechaza el resto de los alegatos finales presentados por el Estado Plurinacional de Bolivia” dijo Yusuf. Le siguieron los rostros serios y silencios que se fueron contagiando por calles, universidades, centros de trabajo. Silencio ese viejo sabor de la derrota en la boca.
La brecha: los políticos
Las redes tardaron en reaccionar, pero lo hicieron. Unos pocos dispararon memes, normalmente apuntando al MAS y a Evo. Otros haciendo humor de la desgracia. Otros optaron por la catarsis total. Otros por la teoría de la conspiración, illuminatis incluidos, por la masonería chilena, por la venganza de Donald Trump… Otros por el victimismo. Cada cual se desahogó como pudo, en redes y en su casa. Y también en público. Hubo lágrimas en plaza Murillo, en plaza Luis de Fuentes y en La Haya. La carga emocional había sido fuerte.
Después llegó el momento de tomar posición respecto al futuro, y ahí se empezó a materializar la brecha entre políticos y ciudadanos.
Los políticos se aferraron a su tabla de salvación: la coletilla del diálogo que dejó la sentencia, en un claro guiño hacia Bolivia. De los primeros en reaccionar fue Evo Morales que ahondó en el diálogo. “El párrafo 176 del informe establece que el fallo de la #CIJ no impide a las partes continuar un diálogo de buena voluntad en torno al enclaustramiento de #Bolivia. Es decir, si hay voluntad de ambas partes, pueden continuar negociaciones significativas” y aclaró después que no hay rendición. “#Bolivia nunca va a renunciar a una salida soberana al mar. El pueblo boliviano y el mundo saben que mediante una invasión nos arrebataron el acceso al océano Pacífico. Estamos por la justicia y tenemos razón, por eso entendemos la invocación de la CIJ de continuar el diálogo”.
El más activo fue Samuel Doria Medina, que pronto exigió responsabilidades: “Estoy triste por el resultado de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Pero nuestra reivindicación marítima sigue vigente. El pueblo boliviano está frustrado. Necesitamos una explicación de por qué llegamos a este resultado” dijo en su primer tuit. En un segundo atacó la interpretación del presidente: “Se fue a La Haya por años de diálogo sin resultados. El fallo de La Haya rechaza lo central de nuestra demanda y sugiere volver al diálogo. Así estamos. El rostro de Evo dice lo que no dice el papelito que nervioso leyó” y finalmente acabó ligando el resultado al 21F cuando García Linera hablaba de las puertas abiertas tras la puerta cerrada. “Habla y habla; ya nada se le cree; lo mejor que pueden hacer es respetar el voto que les dijo NO reelección y NO seguir dañando a Bolivia y a la Democracia”.
Carlos Mesa, vocero de la demanda y candidato nunca confirmado, aunque sí sondeado, fue más comedido y dejó escrito en tuiter “con el espíritu templado, Bolivia respeta el fallo aunque no lo comparte. Hicimos lo que en conciencia creímos adecuado dando lo mejor de nosotros. Queda la afirmación de la CIJ de que el mar es un tema pendiente entre Bolivia y Chile”.
La brecha: y de repente Almaraz
En redes había ganas de decir algo distinto, de no victimizarse más, de dar por cerrada una herida que duele cada vez que se hurga. De librarse de años de machacona amargura con la que este tema se ha abordado, junto al temor a ser juzgado y condenado al decir algo distinto.
De repente apareció Sergio Almaraz, uno de los intelectuales más importantes de la parte central del siglo XX pese a su corta vida, comunista, pensador de la izquierda nacional y para nada sospechoso de antipatriota. Con Almaraz ya superamos la derrota en la Guerra del Chaco con aquello de “perdimos la guerra y ganamos la revolución” y ayer su texto “La cuestión del mar” y que data ni más ni menos que de 1965 se convirtió en viral.
“El sentido evasivo del pensamiento político boliviano encuentra su mejor expresión en la sobrevaloración de la cuestión marítima. Un dirigente político ha dicho que `todo nuestro atraso se debe a la pérdida del mar´. Una afirmación tan absoluta requiere, para ser aceptada, por lo menos una hipótesis. Estamos ante un hecho histórico: la guerra de 1879, guerra injusta, ruin, incitada por intereses ajenos que fueron realmente los únicos vencedores. Ahora lo que hace falta es sustituir la abstracción por una hipótesis de dos lados: que se nos demuestre lo que puede ser el país sin la pérdida o, de otro modo, señalar las posibilidades ideales en el primer caso” arranca el texto de Almaraz, que, después de denostar el espíritu victimista y denunciar los intereses de la oligarquía en aquel conflicto, dice que “los partidos políticos no pueden continuar por más tiempo con el fuego ilusionista. ¡Al fin y al cabo, el 1879 no es Versalles para los bolivianos! Al fin y al cabo, Antofagasta no es otra cosa que cobre y ese cobre tiene un nombre que no es chileno, se llama Chile Exploration. Los dueños no son esos pobres “nortinos” quemados por el sol, la arena y la miseria”
“Cada uno de nuestros problemas (esas pequeñeces domésticas que merecen el desprecio de nuestros talentos olímpicos) son diez veces más sombríos que todo el Pacífico porque injustamente de ellos depende miles de vidas bolivianas. Más le vendría a un niño del Altiplano ingerir algunas proteínas en su dieta diaria que atiborrarlo con discursos vengativos que no le salvarán del raquitismo, pero le envenenarán el alma” dice a modo de conclusión.
Las excusas, los conceptos
Al final de la jornada, algunos ya repasaban lo expuesto y recordaban que el “derecho expectaticio” fue un concepto acuñado por los juristas del nuevo cuño y nuevo orden mundial, basado en el multilateralismo de Barack Obama y que se fue al tacho con Donald Trump y la polarización populista en las cunas democráticas de Europa. La Haya ha dejado claro que las promesas de hacer algo no generan derechos firmes, aunque sea difícil de explicar a la wawa a la que le prometiste pasear en bicicleta.
La Justicia diplomática de las Naciones Unidas, al fin tan política como todas las demás, ha optado más bien por la forma más fácil de mantener el viejo orden, que básicamente se sostiene sobre la bomba atómica en el vértice de la pirámide belicista. Para no generar un conflicto, lo más fácil suele ser darle la razón al más fuerte.
Ahora bien, el excanciller Fernando Huanacuni, quemado en ritual comunitario luego de que advirtiera que en el nuevo mundo transnacionalizado el concepto de soberanía es absolutamente relativo, tal vez tenía razón. Lo propio que el agente de la demanda Eduardo Rodríguez Veltzé cuando pidió, la previa del fallo, no totemizar la palabra soberanía y aceptar nomás que existen formas creativas de hacer las cosas dentro del sistema.
El fallo ha entrado como un obus en la campaña electoral boliviana. Pocos esperaban este fallo, y aunque todos manejan escenarios, nunca es lo mismo una cosa que otra. Toca ahora hacer propuestas, pero de las que deben ser soportadas sobre candidatos creíbles.
Ilo y Puerto Busch, las alternativas para el mar
Hasta la fecha, los gobiernos bolivianos han supeditado los grandes proyectos nacionales a la consecución de un acceso soberano al mar. La explotación y transformación del litio a gran escala, el Mutún, la petroquímica de Yacuiba y otros requieren de un acceso urgente al mar que permita optimizar los costos de transporte, que de acuerdo a los estudios son hasta un 8 por ciento en Bolivia que en el resto del continente precisamente por esas limitaciones.
En el Congreso de Gas y Energía de YPFB a finales de agosto, el presidente Evo Morales y el Vicepresidente Álvaro García Linera llegaron a hablar de una planta de licuefacción para ingresar al mundo de la exportación por ultramar, sin poder detallar más aspectos del Gobierno. El presidente de YPFB, Óscar Barriga, ha hablado de un estudio para ejecutar el proyecto tendiendo ductos para ese mismo proyecto. El proyecto debía servir como alternativa al gas que no va a comprar Brasil a partir de 2019 y que no puede ser utilizado en la petroquímica de Yacuiba porque también se ha demorado hasta límites paranormales. Pero no avanza.
El próximo Gobierno ya puede concentrarse en las dos infraestructuras portuarias estratégicas posibles en el país: Puerto Busch en Santa Cruz para conectar con la hidrovía Paraguay – Paraná e Ilo en el sur de Perú, justamente donde se ha proyectado el tren bioceánico, sin que eso signifique una renuncia a buscar el retorno al mar.
El próximo Gobierno boliviano debe ofrecer alternativas que no desemboquen en el viejo anhelo del mar que topa con el conflicto recurrente con Chile. Diferentes expertos los recordaron ayer y los han impulsado desde hace años, sin haber encontrado mayor resonancia que el optimismo desmesurado en la estrategia jurídica. El escenario, sin duda, es nuevo.
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No había habido llamados a la prudencia, ni a la contención. Más bien todo lo contrario: “La bandera boliviana pronto flameará en el mar” (Evo Morales, 17 de agosto de 2018); “Hoy somos un país estable y el retorno al mar está más cerca que nunca” (Evo Morales, 09 de septiembre de 2018), etc., el presidente Evo Morales incluso concedió una “amnistía” a los expresidentes Carlos Mesa y Jorge Quiroga, parte del equipo de la demanda, para que lo acompañaran en la tarea post-Haya, literalmente. La tarea sigue existiendo, pero ahora tiene que ver más con la recomposición de la autoestima nacional, tantas veces golpeada, que con la específica negociación ansiada.
El acto empezó puntual, sin minuto de retraso. Los 15 magistrados ingresaron en la sala de la Corte y ocuparon su lugar. El encargado de hacer la lectura fue el presidente de la CIJ, el somalí Abdulqawi Ahmed Yusuf. Empezó a las 9.00 y acabó poco después de las 10.15. Sobre las 9.20 ya se empezaron a ver las caras raras de Eduardo Rodríguez Veltzé comentando con Evo Morales, también de rostro serio. A las 9.45 todos los que andaban pegados a la televisión o la radio se habían dado cuenta de que la cosa no iba por buen camino.
“La corte, por doce votos contra tres, concluye que la República de Chile no contrajo la obligación legal de negociar un acceso soberano al océano Pacífico para el Estado Plurinacional de Bolivia (…) y por consiguiente rechaza el resto de los alegatos finales presentados por el Estado Plurinacional de Bolivia” dijo Yusuf. Le siguieron los rostros serios y silencios que se fueron contagiando por calles, universidades, centros de trabajo. Silencio ese viejo sabor de la derrota en la boca.
La brecha: los políticos
Las redes tardaron en reaccionar, pero lo hicieron. Unos pocos dispararon memes, normalmente apuntando al MAS y a Evo. Otros haciendo humor de la desgracia. Otros optaron por la catarsis total. Otros por la teoría de la conspiración, illuminatis incluidos, por la masonería chilena, por la venganza de Donald Trump… Otros por el victimismo. Cada cual se desahogó como pudo, en redes y en su casa. Y también en público. Hubo lágrimas en plaza Murillo, en plaza Luis de Fuentes y en La Haya. La carga emocional había sido fuerte.
Después llegó el momento de tomar posición respecto al futuro, y ahí se empezó a materializar la brecha entre políticos y ciudadanos.
Los políticos se aferraron a su tabla de salvación: la coletilla del diálogo que dejó la sentencia, en un claro guiño hacia Bolivia. De los primeros en reaccionar fue Evo Morales que ahondó en el diálogo. “El párrafo 176 del informe establece que el fallo de la #CIJ no impide a las partes continuar un diálogo de buena voluntad en torno al enclaustramiento de #Bolivia. Es decir, si hay voluntad de ambas partes, pueden continuar negociaciones significativas” y aclaró después que no hay rendición. “#Bolivia nunca va a renunciar a una salida soberana al mar. El pueblo boliviano y el mundo saben que mediante una invasión nos arrebataron el acceso al océano Pacífico. Estamos por la justicia y tenemos razón, por eso entendemos la invocación de la CIJ de continuar el diálogo”.
El más activo fue Samuel Doria Medina, que pronto exigió responsabilidades: “Estoy triste por el resultado de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Pero nuestra reivindicación marítima sigue vigente. El pueblo boliviano está frustrado. Necesitamos una explicación de por qué llegamos a este resultado” dijo en su primer tuit. En un segundo atacó la interpretación del presidente: “Se fue a La Haya por años de diálogo sin resultados. El fallo de La Haya rechaza lo central de nuestra demanda y sugiere volver al diálogo. Así estamos. El rostro de Evo dice lo que no dice el papelito que nervioso leyó” y finalmente acabó ligando el resultado al 21F cuando García Linera hablaba de las puertas abiertas tras la puerta cerrada. “Habla y habla; ya nada se le cree; lo mejor que pueden hacer es respetar el voto que les dijo NO reelección y NO seguir dañando a Bolivia y a la Democracia”.
Carlos Mesa, vocero de la demanda y candidato nunca confirmado, aunque sí sondeado, fue más comedido y dejó escrito en tuiter “con el espíritu templado, Bolivia respeta el fallo aunque no lo comparte. Hicimos lo que en conciencia creímos adecuado dando lo mejor de nosotros. Queda la afirmación de la CIJ de que el mar es un tema pendiente entre Bolivia y Chile”.
La brecha: y de repente Almaraz
En redes había ganas de decir algo distinto, de no victimizarse más, de dar por cerrada una herida que duele cada vez que se hurga. De librarse de años de machacona amargura con la que este tema se ha abordado, junto al temor a ser juzgado y condenado al decir algo distinto.
De repente apareció Sergio Almaraz, uno de los intelectuales más importantes de la parte central del siglo XX pese a su corta vida, comunista, pensador de la izquierda nacional y para nada sospechoso de antipatriota. Con Almaraz ya superamos la derrota en la Guerra del Chaco con aquello de “perdimos la guerra y ganamos la revolución” y ayer su texto “La cuestión del mar” y que data ni más ni menos que de 1965 se convirtió en viral.
“El sentido evasivo del pensamiento político boliviano encuentra su mejor expresión en la sobrevaloración de la cuestión marítima. Un dirigente político ha dicho que `todo nuestro atraso se debe a la pérdida del mar´. Una afirmación tan absoluta requiere, para ser aceptada, por lo menos una hipótesis. Estamos ante un hecho histórico: la guerra de 1879, guerra injusta, ruin, incitada por intereses ajenos que fueron realmente los únicos vencedores. Ahora lo que hace falta es sustituir la abstracción por una hipótesis de dos lados: que se nos demuestre lo que puede ser el país sin la pérdida o, de otro modo, señalar las posibilidades ideales en el primer caso” arranca el texto de Almaraz, que, después de denostar el espíritu victimista y denunciar los intereses de la oligarquía en aquel conflicto, dice que “los partidos políticos no pueden continuar por más tiempo con el fuego ilusionista. ¡Al fin y al cabo, el 1879 no es Versalles para los bolivianos! Al fin y al cabo, Antofagasta no es otra cosa que cobre y ese cobre tiene un nombre que no es chileno, se llama Chile Exploration. Los dueños no son esos pobres “nortinos” quemados por el sol, la arena y la miseria”
“Cada uno de nuestros problemas (esas pequeñeces domésticas que merecen el desprecio de nuestros talentos olímpicos) son diez veces más sombríos que todo el Pacífico porque injustamente de ellos depende miles de vidas bolivianas. Más le vendría a un niño del Altiplano ingerir algunas proteínas en su dieta diaria que atiborrarlo con discursos vengativos que no le salvarán del raquitismo, pero le envenenarán el alma” dice a modo de conclusión.
Las excusas, los conceptos
Al final de la jornada, algunos ya repasaban lo expuesto y recordaban que el “derecho expectaticio” fue un concepto acuñado por los juristas del nuevo cuño y nuevo orden mundial, basado en el multilateralismo de Barack Obama y que se fue al tacho con Donald Trump y la polarización populista en las cunas democráticas de Europa. La Haya ha dejado claro que las promesas de hacer algo no generan derechos firmes, aunque sea difícil de explicar a la wawa a la que le prometiste pasear en bicicleta.
La Justicia diplomática de las Naciones Unidas, al fin tan política como todas las demás, ha optado más bien por la forma más fácil de mantener el viejo orden, que básicamente se sostiene sobre la bomba atómica en el vértice de la pirámide belicista. Para no generar un conflicto, lo más fácil suele ser darle la razón al más fuerte.
Ahora bien, el excanciller Fernando Huanacuni, quemado en ritual comunitario luego de que advirtiera que en el nuevo mundo transnacionalizado el concepto de soberanía es absolutamente relativo, tal vez tenía razón. Lo propio que el agente de la demanda Eduardo Rodríguez Veltzé cuando pidió, la previa del fallo, no totemizar la palabra soberanía y aceptar nomás que existen formas creativas de hacer las cosas dentro del sistema.
El fallo ha entrado como un obus en la campaña electoral boliviana. Pocos esperaban este fallo, y aunque todos manejan escenarios, nunca es lo mismo una cosa que otra. Toca ahora hacer propuestas, pero de las que deben ser soportadas sobre candidatos creíbles.
Ilo y Puerto Busch, las alternativas para el mar
Hasta la fecha, los gobiernos bolivianos han supeditado los grandes proyectos nacionales a la consecución de un acceso soberano al mar. La explotación y transformación del litio a gran escala, el Mutún, la petroquímica de Yacuiba y otros requieren de un acceso urgente al mar que permita optimizar los costos de transporte, que de acuerdo a los estudios son hasta un 8 por ciento en Bolivia que en el resto del continente precisamente por esas limitaciones.
En el Congreso de Gas y Energía de YPFB a finales de agosto, el presidente Evo Morales y el Vicepresidente Álvaro García Linera llegaron a hablar de una planta de licuefacción para ingresar al mundo de la exportación por ultramar, sin poder detallar más aspectos del Gobierno. El presidente de YPFB, Óscar Barriga, ha hablado de un estudio para ejecutar el proyecto tendiendo ductos para ese mismo proyecto. El proyecto debía servir como alternativa al gas que no va a comprar Brasil a partir de 2019 y que no puede ser utilizado en la petroquímica de Yacuiba porque también se ha demorado hasta límites paranormales. Pero no avanza.
El próximo Gobierno ya puede concentrarse en las dos infraestructuras portuarias estratégicas posibles en el país: Puerto Busch en Santa Cruz para conectar con la hidrovía Paraguay – Paraná e Ilo en el sur de Perú, justamente donde se ha proyectado el tren bioceánico, sin que eso signifique una renuncia a buscar el retorno al mar.
El próximo Gobierno boliviano debe ofrecer alternativas que no desemboquen en el viejo anhelo del mar que topa con el conflicto recurrente con Chile. Diferentes expertos los recordaron ayer y los han impulsado desde hace años, sin haber encontrado mayor resonancia que el optimismo desmesurado en la estrategia jurídica. El escenario, sin duda, es nuevo.
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