El tibio adiós de Carlos Mesa



Carlos Mesa apareció en las encuestas presidenciales cuando quiso. Y cuando no quiso, no. Periodista e historiador, prominente joven mimado entre la aristocracia paceña, llegó a la vicepresidencia de la mano de Gonzalo Sánchez de Lozada y lo relevó en 2003 con dispar suerte: Hay quien lo recuerda sacando adelante el referéndum del gas, y hay quien lo recuerda renunciando una y otra vez.
La cuestión es que Mesa siempre fue un referente en La Paz y por ende, en el resto del país siempre subordinado a aquella agenda mediática. Pese a las calamidades de su gobierno interino, siempre tuvo la condescendencia de los medios, y por eso su nombre siempre tuvo cierta cotización en las casas de apuestas.
Hay quien dijo que se rindió ante la emergencia del Movimiento Al Socialismo. Hay quien dice que directamente se entregó, y siempre existen ese par de videos sacados de contexto donde el académico caracteriza con cierta admiración la epopeya del triunfo del primer Evo Morales, incontestable y revolucionaria, en un país convulso y rematadamente pobre, al que empezó a aplicar recetas que lo pusieron en otra dirección.
Entonces pidió no ser medido y no apareció en las encuestas de 2009 y 2010, aunque su nombre siempre era de los citados. En 2014 se filtró un par de veces hasta que Garafulic fue llamado al orden, aquella elección con Bolivia facturando miles de millones y creciendo al 10% era inalcanzable, sin embargo, poco después se subió al tren de la demanda marítima, una causa nacional con la que volver a ganar cámara y protagonismo, a ver cómo iba la cosa.
Ni bien se perdió el mar por segunda vez el 1 de octubre de 2018, el vocero Mesa lanzó su candidatura opositora madrugando a todo el resto del bloque. Algunos de los que lo acompañaron aseguran que de haber ganado se hubiera producido exactamente el mismo día y de la misma forma: un video furtivo en YouTube que aseguraba el lanzamiento.
Mesa obtuvo los mejores resultados de un candidato de oposición en 15 años. Los Demócratas habían dejado fuera de combate a Samuel Doria Medina a las primeras de cambio y el voto útil se articuló alrededor del expresidente que iba superando el 35% holgadamente hasta que el conteo se fue al tacho tras interrumpir la transmisión rápida.
Mesa quiso liderar la acción de protesta y repudio contra el Gobierno por estos hechos, pero lo primero que hizo fue irse a Santa Cruz a encontrarse con Luis Fernando Camacho, el joven cívico que había prometido desobediencia civil si Morales salía elegido.
Mesa armó una estructura de resistencia básica: Un Conade con representación de todos los partidos políticos y otras personalidades para exigir la segunda vuelta apelando a la OEA; Camacho optó por la espectacularización de la protesta, con citas en el Cristo, contadores, cartas y otros golpes de efecto. Después de 20 días la que funcionó fue la de Mesa: la OEA confirmó irregularidades y provocó el estallido y tiró su conclusión en medio de la efeméride potosina, causando la deflagración. Morales acabó en un avión rumbo a México y Jeanine Áñez en la presidencia.
Mesa siempre optó por salvaguardar la apariencia democrática en aquel tiempo mientras se alistaba para volver a competir la presidencia en las elecciones inminentes, Acabaron siendo un año después y fue tan golpeado en campaña que perdió todas las opciones de ser el voto útil. Cosechó así uno de esos resultados típicos, raspando el 30%, y convirtiéndose en principal fuerza de oposición de una Asamblea con mayoría absoluta del oficialismo, es decir, casi nada.
Mesa lideró la oposición a su estilo, con mucho cálculo y contemporización, tirando tips desde X (antes twitter) casi siempre un día tarde, y no logró imponer la agenda ni siquiera después de que el MAS se dividiera oficialmente. Hoy por hoy arenas tiene comunicación con la mitad de la bancada o menos. A finales de 2024, sin haber podido exigir nunca la presidencia de la Asamblea y tras haber quemado unas cuantas de sus mejores parlamentarias, lideró la conformación del “bloque de unidad” junto a Camacho, Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, un bloque de la oposición tradicional que pretendía ser la única alternativa al MAS, pero rápidamente anunció que él no sería candidato, y en cuanto empezaron las pugnas en el interior, renunció incluso a la vocería del bloque dando prácticamente por concluida su participación política quizá para siempre.
Mesa pudo ser presidente: en 2019 entonó aquello de “a la presidencia o a la cárcel”, pero ni siquiera fue imputado por el caso golpe que sí tiene a Jeanine Áñez y a Luis Fernando Camacho en la cárcel a pesar de ser el principal afectado y por ende, el más interesado de tumbar a Morales, pero tampoco. Hoy su timeline es esencialmente un obituario, sin dimensión política, sin instrucciones, sin entrar al fondo de los debates.
Mesa se retira y ciertamente, no hay mucho más que decir.