Las (no) deudas de Ferrufino
El nuevo delegado presidencial para Tarija ha sido elegido por Luis Arce luego de que Morales lo ignorara dos veces para ser candidato y le negara el pedido de modificar la Ley del 45%
Walter Ferrufino tiene una nueva oportunidad y en su entorno lo advierten: no tiene previsto desperdiciarla. Quien fuera el alma mater de la “oposición rural” y el ícono de una nueva generación masista en Tarija ha sido designado como nuevo delegado presidencial para el departamento por Luis Arce y ciertamente, hay pocas plataformas actualmente disponibles en Tarija para reivindicarse. Ferrufino la tiene clara.
Ferrufino ya participaba en el Consejo Departamental luego de la elección de prefectos de 2005, cuando era un joven egresado de la carrera de derechos con intereses ganaderos y agrícolas en O’Connor y un verbo fino y afilado. De hecho, fue de los pocos que se dio cuenta del potencial que le daba a las provincias el Estatuto Autonómico que Mario Cossío redactaba a toda prisa para que se pudiera aprobar antes de la Constitución y ganara así derechos. En el diario de sesiones se recoge que fue Ferrufino el que batalló que los ejecutivos seccionales fueran electos directamente por el pueblo, a lo que después le sobrevino la cualidad gubernativa y otros asuntos controvertidos: Cossío, que necesitaba apoyos, le dio luz verde.
Así, Ferrufino se presentó en 2010 a ese desconocido cargo que no muchos entendían y lo ganó. Ni bien cayó Mario Cossío a finales de ese mismo año, se acercó a la zona noble de la Gobernación que trataba de administrar Lino Condori y tenía al exPodemos Roberto Ruíz sentado a los mandos. Vistos los problemas de ejecución presupuestaria, Ferrufino participó del diseño de aquel sistema que permitió a las subgobernaciones licitar a manos llenas con apenas una certificación de disponibilidad presupuestaria librada por el Ministerio permitía proceder en el Sicoes sin que ninguna de las obras tuviera necesariamente que ver con algún Plan de Desarrollo o similar. Todo estaba bien.
Ferrufino se convirtió en referente: Estadios Departamentales, Hipódromo, EPIS enormes, estaciones policiales, carreteras a diestro y siniestro. Solo unas horas antes de renunciar en 2014 para volver a postular en 2015 firmó como 600 millones de bolivianos en contratos que después supusieron múltiples quebraderos de cabeza.
Ferrufino volvió a ganar la subgobernación en 2015, aunque no hubiera sido eso lo que más le hubiera gustado. La crisis económica se cebó con los subgobernadores y más o menos logró transar con Adrián Oliva para que algunas de sus obras emblemáticas siguieran adelante sin demasiado trastorno. Eso sí, su tono bajó bastante.
Con todo, mostró tener su punto de verso suelto. Por ejemplo, fue de los pocos, por no decir el único, que bajó a la tierra en Chiquiacá, hasta donde llegó en no pocas ocasiones acompañado de un reducido equipo para dar la cara y explicar las virtudes del proyecto de exploración petrolera en Tariquía, que efectivamente no era de lo más popular en la capital. Por ejemplo, también, fue el que puso contra las cuerdas al gobierno y a los chaqueños con los desafíos para instar a cambiar la Ley del reparto de regalías en Tarija, que actualmente conceden el 45% del total a la provincia del Gran Chaco independientemente de donde se produzca el hidrocarburo. Llevo tan lejos el desafío que los suyos llegaron a bloquear casi un mes el inicio de operaciones en el pozo Jaguar X6 de Shell.
Candidato frustrado
En 2015 se perfiló para ser el candidato a la Gobernación por el MAS y logró el apoyo de la Coordinadora Departamental del Cambio (Codelcam), que era el Pacto de Unidad de la época, pero Evo Morales acabó apostando por un valor “seguro”: Carlos Cabrera, sin embargo el entonces decano de la Facultad de Económicas fue apartado de la carrera por un error administrativo – no renunció en plazo y nadie quiso cambiar los papeles -. Ferrufino ya se había inscrito como candidato a la subgobernación y el elegido para representarlos a todos fue ni más ni menos que Pablo Canedo, del que decir que es un “converso” es quedarse muy corto.
Se propuso no desfallecer y pese a lo incómodo del 45% y los pactos con Oliva a los que llegó por la total desatención del gobierno, siguió haciendo buena letra en lo posible para intentar ser candidato: acogió a la mitad del gabinete de Lino Condori en O’Connor, peleó en 2019 e incluso fue detenido tratando de llegar a Buenos Aires y también logró la “famosa” foto de la vagoneta con Evo Morales. Así presentó su candidatura en 2021 junto a la de Álvaro Ruíz, con quien habían tenido vidas paralelas, aunque Ruíz desde el municipalismo.
Hubo palabras gruesas y actos de campaña despiadados, proclamaciones paralelas y otros momentos surrealistas, pero al final, Evo Morales levantó las manos y se fue y Ruíz acabó siendo el candidato.
A Ferrufino no le quedó otra que aceptar. Hizo campaña tímida – el MAS perdió la alcaldía de Entre Ríos – y se refugió en sus quehaceres de la vida no pública, pero es cierto que cuando pudo, trató de dar la cara.
Cambios forzados
La batalla entre el MAS de Evo Morales y el gobierno de Luis Arce se ha hecho muy evidente en las últimas semanas, pero las hostilidades empezaron ni bien concluyeron las elecciones subnacionales en marzo de 2021. Tal vez antes. En Tarija no tardaron en posicionarse unos del lado de Arce, capitaneados por Álvaro Ruíz que pasó a ser viceministro de Autonomías en la sala de máquinas de la Presidencia y que controla el aparato del partido a través de Carlos Acosta, mientras que la vieja guardia se quedaba con Morales. El choque llegó con el Congreso Orgánico en Cercado donde los Ruíz y Acosta apostaron por una militante de nuevo cuño como Sandra Baldivieso mientras que la otra sección apostó por Pilar Lizárraga, dura entre las duras.
Ni bien se instaló el periodo y Ruíz se evaporó, el MAS Tarija empezó a evidenciar que necesitaba una voz fuerte que coordinara la oposición, pues no solo habían perdido la elección, sino que se habían quedado sin ejecutivos seccionales y sin la mayoría en la Asamblea Legislativa Departamental. Por entonces Morales señalaba que quería un partido fuerte, pues era su forma de ser vanguardia y marcarle línea al gobierno, pero nunca pudieron convocar un Congreso para elegir una persona así de su línea.
El que había movido ficha era el presidente, que sí había elegido un vocero solvente como delegado del gobierno: ni más ni menos que Marcelo Poma, intercultural tildado de loteador desde el primer día que apareció ante las cámaras y que se fajó como asambleísta primero en la 2010 – 2015, pero sobre todo, como delegado ante el Tribunal Electoral donde peleaba hasta el último voto y de donde fue desalojado por la Policía, a rastras, al menos una vez, y que acabó como cónsul en España.
Poma lo ha intentado, pero ni logró recuperar la Asamblea Legislativa Departamental ni alinear a los diferentes movimientos en el departamento, ni articular una oposición suficiente capaz de hacerle daño a Óscar Montes, que últimamente combate contra nadie, por lo que siendo consciente de que tiene demasiados anticuerpos en Tarija, insistir en la materia parecía baladí y prefirió dar el paso al costado.
Mientras, Walter Ferrufino llega con nuevo plan, que pasa también por cambios en algunas descentralizadas. De momento ya se ha encontrado con Montes, a quien seguramente le ha advertido sobre sus intenciones. Quedan tres largos años por delante, pero el rol del delegado presidencial, en un momento de incertidumbre económica y de inestabilidad en el MAS tiene especial visibilidad, sobre todo en el caso de Ferrufino, que no le debe nada a nadie.