La mano de Montes
Sin definir su futuro inmediato, Montes debe elegir un nuevo secretario ejecutivo
Óscar Montes medita su próximo paso entre variables frugales. Algunos analistas advierten que el aburrimiento puede ser el mayor hándicap para un político de largo recorrido y controlador de la vieja escuela. ¿Qué tiene hoy por hoy el gobernador de Tarija en la cabeza?
Montes retornó a la primera línea en tiempo récord y por despecho. Es verdad que su jubilación anticipada en 2015 fue propiciada por la presión judicial que ejerció el Movimiento Al Socialismo (MAS) y en concreto su presidente Evo Morales, cansado de recibir calabazas a cada proposición. Es verdad que en Bolivia los políticos no se jubilan, pero fue decisivo el desempeño de Rodrigo Paz en la toma de decisiones. Montes no pudo tolerar que su elegido tratara de desconocerlo y de modificar las lógicas de quince años de gestión, así que en apenas 18 meses estaba de nuevo al pie del cañón. Paz fue vapuleado y acabó huyendo a La Paz en el segundo tren que le ofreció Carlos Mesa para 2020.
Lo de ser candidato a la Gobernación casi no fue ni una decisión. Por un lado, tres gestiones parecen ser suficientes para todos, y por otro, el propio Johnny Torres se le adelantó anticipando sus intenciones de candidatear a la Alcaldía antes de fijar ninguna alianza, así que fue una evolución “natural”.
Aunque Álvaro Ruíz se metió en segunda vuelta con un MAS revitalizado y las alianzas en el Chaco eran dudosas, Montes acabó ganando la Gobernación con solvencia en 2021.
El primer año no tuvo sorpresas. Montes instaló un marco de crisis y lo dedicó a renegociar acuerdos, eliminar proyectos y recortar gasto corriente para bajar la deuda. Mientras se aplacó una pandemia y estalló una guerra que disparó los precios del gas y por ende, de las regalías. Tarija volvió a crecer a finales de 2022 después de seis años de recesión y cualquiera podría querer cantar victoria.
La expectativa
¿Montes quiere la reelección? Ni en su círculo más íntimo tienen clara la respuesta. Tal vez su esposa y socia Ruth Ponce tenga las claves, pero una pista está al caer: quien reemplace a Jorge Mariano Bacotich marcará el tono de los próximos años en la variable ruidosa: la relación con el gobierno.
Montes apostó por un gabinete muy reducido formado por profesionales competentes y mayoritariamente grises, entre ellos sus muy leales como Efraín Rivera en Desarrollo Productivo o Erik Montaño en Economía. La nota altisonante era María Lourdes Vaca, cupo de Camino al Cambio y vocera legitimada, y el gran interrogante era Jorge Mariano Bacotich, quien apenas había trabajado un tiempo en su despacho de la Alcaldía, pero que iba a hacerse cargo de una super secretaría de Coordinación, Gobernación, Justicia y Gestión Institucional. Llegaba además con unas credenciales políticas un tanto contradictorias e incompatibles tras declararse propietario de “Vox Tarija”, libertario y anticomunista.
La gestión política de Bacotich ha sido intrascendente tanto en el plano local como en el nacional y el único tema de cierto calado que ha asumido, que fue el cierre del Servicio Departamental de Caminos (Sedeca), ha acabado en un fiasco monumental con la recontratación de los trabajadores que ya en su momento lo corretearon por la plaza. Su sucesor tiene, por lo tanto, camino libre para operar.
Montes ha prometido un “plan agresivo” para este 2023, por lo que se prevé un perfil de peso para la cartera, que pueda complementar a Montes y, presumiblemente, entrar en una mayor confrontación con el gobierno nacional para cumplir la segunda parte del programa electoral y, de paso, quien sabe, apuntalar su reelección en 2026.
Al final, Arce pareció acercarse a Tarija unas tres semanas, alrededor de la FexpoTarija, pero Tarija sigue siendo un departamento con el 5 por ciento de la votación, electoralmente neutralizado con la tensión Chaco – Valle y donde ni siquiera le preocupa la interna del MAS porque cree que la tiene ganada con Álvaro Ruíz.