Cinco años sin el intelectual boliviano
Renunciar a Soliz Rada
El MAS se fue apartando de las ideas de Soliz Rada con el paso de los años, por lo que los riesgos de la secesión, de la no industrialización y de la transnacionalización siguen vigentes



Esta semana se ha cumplido el quinto aniversario de la muerte de Andrés Soliz Rada, uno de los grandes pensadores del nacionalismo boliviano que dedicó toda su vida a unos cuantos principios políticos que reivindicó desde siempre: la dignidad nacional, la soberanía, la unidad territorial, la industrialización y por encima de todo, como hilo conductor, el antimperialismo radical.
Soliz Rada ha sido periodista, abogado, parlamentario y periodista, entre otras cosas. Nunca le rehuyó a la política siempre desde sus profundas convicciones, las que compartía con Almaraz, Montenegro y los grandes pensadores de la izquierda nacionalista no marxista. De JJ Torres al gabinete de Evo Morales, donde cumplió un breve período, casi efímero, pero donde dejó huella.
Suyo es el decreto de la tercera nacionalización y la hoja de ruta por la industrialización, y también la enorme sombra moral sobre unos contratos Estado – petroleras postnacionalización que ya no negoció, porque desde la Vicepresidencia se empezaron a poner “límites” a las pulsiones revolucionarias del ya anciano Soliz Rada, al que no había que explicarle nada demasiado.
Soliz Rada firmó la nacionalización en cinco meses y el Gobierno de Evo Morales vivió de ese éxito durante 14 años, sin embargo, su salida del ejecutivo produjo una pérdida de sentido que hasta hoy no ha logrado ser recuperada. Con Soliz Rada se marchó también el sentido de Estado y la vocación de cambio, mientras que el Gobierno se concentró primero en sobrevivir y después en reproducir el poder, sin que ya más nada cambiara demasiado.
Es posible que Soliz Rada renunciara al Gobierno, pero el Gobierno también renunció a Soliz Rada, producto de esas renuncias, las principales tareas de la agenda de octubre a la que Soliz Rada se dedicó en cuerpo y alma siguen pendientes, mientras que las amenazas al proceso siguen más vigentes que nunca.
El riesgo del separatismo
En 2008 se libró una de las grandes batallas entre los movimientos que nutrían al Gobierno y los partidos tradicionales que se refugiaron en las regiones y tomaron forma de oposición. El pulso se instrumentalizó a través del diseño del Estado Plurinacional. Por un lado se apostaba por un Estado central fuerte, por el otro, se reclamaba la implementación de un Estado Autonómico con amplias competencias, fijándose en el modelo español con regiones a distintas velocidades. Soliz Rada, ya fuera del Gobierno, no dudó en advertir los riesgos y desnudar los intereses detrás del pulso.
El MAS logró desbaratar aquel movimiento, que tenía mucho de desestabilizador, poniendo en jaque por un lado a los Prefectos, pero también asumiendo las tesis autonomistas en la Constitución, convirtiéndolas en complementarias al régimen plurinacional y, después, limitando todos los avances con la Ley Marco de Autonomías.
El asunto no quedó zanjado de raíz, si bien el MAS en general y Evo Morales en particular se dedicó en los años siguientes a conquistar a las clases dirigentes y empresariales de los territorios más contestarios de la Media Luna – Tarija y Santa Cruz – con todo tipo de concesiones y favores, como bien saben los afiliados de la poderosa Cámara Agropecuaria del Oriente o la Cámara de la Construcción de Tarija.
A la larga el amor fue pantalla, el comité cívico cruceño, que sustenta Cainco que sustenta la CAO, fue el departamento que articuló la caída de Morales. Tarija fue el segundo departamento más movilizado.
Neutralizado el cambio por la nefasta gestión “camba” de Jeanine Áñez y sus aliados de Demócratas – donde no faltó el acto escenificando el apoyo de la CAO -, el MAS volvió al poder, pero una buena parte de la oligarquía cruceña mantiene el pulso sustentando a Luis Fernando Camacho, ahora como Gobernador, y que tiene numerosos recursos políticos como para volver a forzar el acuerdo constitucional y buscar formas más avanzadas de autogobierno.
La transnacionalización
Alejar los tentáculos del gran capital de la Bolivia que había quedado esquilmada después de los años de la capitalización era una de las premisas fundamentales del cambio de régimen, y un asunto al que Soliz Rada le dedicó horas de estudio y centenares de artículos.
Con la nacionalización, aun después de los contratos, se logró de alguna forma reencauzar la relación con las petroleras, mientras que algunas medidas concretas sobre el sistema eléctrico, la lucha contra las drogas, los aeropuertos, la recuperación de Entel, el Banco Unión y demás recuperaron cierta dignidad nacional, siempre muy violentada.
Sin embargo, a partir de 2010 el rumbo fue variando lentamente y decidió mantenerse cómodamente en el status quo en lugar de profundizar los cambios. El principal y más agraciado que se libró de acomodarse a los tiempos – además del inmobiliario – fue el bancario, que nunca ha dejado de dar beneficios, ni en pandemia, y que nunca había ganado tanto como en los años de Evo Morales.
En la actualidad, solo 300 millones de los 20.000 millones de dólares que administran las AFP están invertidos en empresas productivas bolivianas, menos que en empresas meramente importadoras, mientras que la mayor parte, además de al Tesoro General de la Nación, se destina a Fondos de Inversión de Bancos, que a su vez reparten los recursos fundamentalmente por bancos transnacionales y otros.
La no industrialización
Tanto se tardó en impulsar la industrialización por los escándalos de Catler y demás en las separadoras, que a lo que llegó el momento de la verdad entraron las dudas: demasiado dinero, poco gas y muchas necesidades sin cubrir.
La impresionante renta petrolera logrado en los 14 años de Gobierno se fue en gasto corriente e inversiones populares, pero no en industrialización, por lo que al final del mandato, cuando ya llegó la caída de los precios en 2014, 2.000 millones de dólares en la planta petroquímica parecía una exageración.
Las consecuencias de no haber avanzado en la industrialización ya han pasado factura a la hora de sentarse a negociar adendas con Brasil y Argentina, que son conscientes de las debilidades del país, además de vivir a merced de la evolución de un mercado sobre el que no hay ninguna capacidad de influir.