Cuando Mirtha entre en campaña
A pesar de las diferencias entre candidatos, todas las campañas políticas se parecen demasiado y buscan a los mismos sectores, pero Mirtha Arce es fiel representante de los valores de la derecha política



Mirtha Arce no dispone de un gran presupuesto ni ninguna institución a su servicio, y por eso es como si todavía no hubiera entrado en campaña; casi como si su postulación hubiera sido una especie de ensoñación que llegó a quien llegó para después diluirse, pero lo cierto es que se mantiene en un segundo plano haciendo una campaña muy estratificada, por el momento, y se prepara para un sprint final de alto impacto.
Mirtha Arce es posiblemente la política más perspicaz de Tarija, sin pelos en la lengua, sin miedo a nadie y con el olfato suficiente para ver “por donde va la mano” antes que nadie. Le llaman “chispita” desde sus años en la universidad por su carácter explosivo y veloz. El diminutivo es por el tamaño físico. Que nadie se confunda.
A Mirtha te la encuentras en la Feria del Mercado Bolívar los sábados y no en campaña, sino cotizando papa, morrones y queso; eso sí, siempre elegante con su traje pantalón y sus rulos dispuestos, como quien sale de la ópera. En la universidad le picó el bicho de la política, después fue diputada de Convergencia y en 2014 electa primera senadora por Unidad Demócrata. Era una de las amigas de Jeanine Áñez pero que no acabó Ministra ni en ningún otro espacio de poder quién sabe por qué, aunque vivió el periodo de cerca.
Doña Mirtha es la derecha y no tiene ninguna intención de disimularlo como sí disimulan el resto de los competidores en campaña. Es conservadora en lo moral y liberal en lo económico, una política de las que tiene como referencia de éxito a Estados Unidos, que defiende la raíz católica de la sociedad boliviana, que rechaza el aborto y comprende las diferencias sociales en una sociedad desigual. Guastará más o gustará menos, pero difícilmente decepcionará a sus votantes.
Carlos Mesa dijo en la campaña 2020 que hablar de izquierda y derecha era “sonsera” y Luis Arce casi le dobla en votación proponiendo un impuesto a los ricos. Aun así, en Bolivia opera más lo nacional – popular por un lado y las élites blancoides por otro, aunque la propia dirigencia popular haya sacralizado el paradigma del ascenso social colonial. En cualquier caso, todos los partidos que no han nacido ahí intentan seducir a ese gran bloque popular: campesinos, gremiales, transportistas, empleadas, etc., que son mayoría y son claves el día de la elección. Unos lo intentan durante los días de campaña, otros durante los años de gestión, otros no lo intentan nunca.
Las campañas políticas se han homogeneizado hasta el extremo. Todas son iguales. Todas hablan primero de crisis y luego de cambio. Todas encumbran al líder capaz de llevar a la sociedad por el buen camino, sea por pendejo, por macho alfa como en Santa Cruz, por inteligente, por bien conectado o por lo que sea. Todas obligan al candidato a hacer bobadas en Tik Tok, buscan un “carajo no me puedo morir”, aman a los animales, hacen deporte y comen sanito o en mercau. Todas o casi todas.
Parece difícil que Mirtha Arce vaya a embarcarse en esa pelea, básicamente porque no parece que vaya a encontrar ningún espacio en el que pescar votos que no son suyos. Ahora, el día que entre en campaña, Mirtha Arce es la única opción neta de derecha ante el descoloramiento de los demás.
Para el MAS, todo rival es derecha, aunque las políticas propias no acaben de evidenciar una posición de izquierda. Unidos suma cuadros relevantes de la derecha política, como Mario Cossío o el MNR de Johnny Torres, pero también combina con un Óscar Montes de raíz mirista y un Samuel Doria Medina que se dice socialdemócrata; Todos de Adrián Oliva también tiene cuadros miristas y al FRI, sobre el papel uno de los partidos más a la izquierda del arco ideológico, y Luis Alfaro, salido del riñón del MAS por protesta ante el abandono de la raíz popular en 2014, también se ubica lejos de la derecha.
En juego está la Gobernación, a priori un espacio de gestión más que de política, donde los asuntos de fondo no implican posiciones ideológicas claras sobre temas como el aborto, el matrimonio homosexual, la reforma tributaria o la industrialización que son los que en realidad mueven pasiones entre los votantes, más en estos tiempos de digitalización. En la campaña plana todos hablan de caminos, industrias y buen gobierno. Arce puede romper la partida hablando de otros temas de fondo. Al menos a sus simpatizantes los tiene ganados.