Rumbo al 7M
Las cargas de Johnny Torres
El subgobernador de Cercado parece “imbatible” en las encuestas y ninguna de sus aventuras políticas de los últimos años parecen pasarle factura: ni los guiños al MAS, ni la candidatura de Lema ni el desastre de la canasta



Johnny Torres tiene un problema. Había sido tan favorito a ganar la Alcaldía de Cercado que la gente se lo empieza a pensar. Se ha rodeado de tantos “socios”, que la gente igual se lo empieza a pensar. Torres, número uno de las encuestas desde hace años, se tambalea y se lo empieza a pensar.
Torres es un poco más joven que Óscar Montes y Mario Cossío, pero igual lleva desde los 90 haciendo política en Tarija, siempre con el MNR. De hecho, es extraño observar estos días como el subgobernador de Cercado ha renovado su inagotable armario de camisas rosas por otras poleras de diferentes tonalidades, muy a juego con el verde fosforito que gasta su aliado de UNIR.
Torres ha sido parlamentario, asambleísta departamental y, desde 2015, subgobernador de Cercado. No hay duda de que le fue mucho mejor en su labor legislativa que en la ejecutiva. Abogado perspicaz, contaba con ese olfato de los políticos de raza de antaño y la habilidad para colocar el mensaje concreto en el momento adecuado que era jaleado por los tarijeños. Además, contaba con una extraña habilidad para caer parado. En Camino al Cambio afearon mil veces su tibieza en el momento clave en el que el MAS decapitó a Cossío y, posteriormente, sus tratos opacos con el ejecutivo para colocar sus fichas en la Directiva, pero políticamente resultó inmune.
El capítulo más “extraño” de la conducta política de Torres se dio en la inscripción de candidaturas de 2015. El plazo acababa en lunes, y el domingo fue proclamado Gobernador en solitario por el MNR y Demócratas, el lunes apareció como candidato a la Subgobernación por Unidad Departamental Autonomista.
En la subgobernación ha mostrado sus carencias en la gestión, que no es donde más brilla. Llegó a una institución saneada en un momento de caída de ingresos, pero igual licitó un buen puñado de obras de las que apenas se han entregado en plazo el 20%. Asuntos relativamente sencillos, como la trasferencia del Mirador de los Sueños a la Alcaldía, sigue trabado, pero el dolor de cabeza real ha sido la entrega de la canasta alimentaria, marcada por incontables interrupciones además de las impresentables filas multitudinarias de ancianos esperando bajo el sol o bajo la lluvia y el frío.
Con todo, Torres siguió siendo imbatible en las encuestas, que suelen tardar en detectar los problemas del día a día. Tan crecido estaba que hizo otra de sus piruetas, esas que constan en el currículum, pero que se intentan disimular.
En 2019, cuando la oposición se relamía ante la primera oportunidad real de ganar en las ánforas a Evo Morales en 18 años, el MNR de Johnny Torres apadrinó a Virginio Lema, tarijeño con ramificaciones basquetbolistas, para que concursara en solitario jugándose la sigla del histórico partido rosado. Lema hizo toda una campaña cuestionando a los partidos tradicionales – como lo oyen -, a los políticos y asegurando que “voy a ser Presidente”. Sumó un 0,69% a nivel nacional, un porcentaje ridículo, pero que de haber ido a Mesa no hubiera habido tanta duda con la segunda vuelta.
Lema, que iba a ser Presidente, cerró campaña en la Plaza Luis de Fuentes, con menos afluencia que una marcha del PEU-P, y el grito final de los asistentes fue: “Torres alcalde”.
“Torres alcalde”. Como sin querer, había adelantado su campaña seis meses – luego sería un año y seis meses – para ponerse en posición de fuerza a la hora de reclamar “unidad”, justo lo que el MNR con Virginio Lema no hizo. Evidentemente, las encuestas le seguían favoreciendo.
La determinación de Torres pilló a contrapié a varios de sus potenciales aliados. Camino al Cambio analizaba su reconversión a partido municipal, donde todavía podía arrastrar votos, mientras que UNIR de Óscar Montes amagaba con la Gobernación, pero no disimulaba su vocación municipal, una plaza además “mucho más sencilla” de tomar.
Desde la Gobernación de Adrián Oliva le susurraban que se lanzara a la Alcaldía, pero solo, que no tendría rival. Torres lo barajó hasta el último momento, pero acabó aceptando una entente generacional con Montes y Mario Cossío que le perjudica electoralmente.
Torres parece que sigue primero, pero también es básicamente el único que ha empezado a hacer campaña. De cómo les funcione la estrategia al resto dependerá su suerte, aunque las suspicacias y desconfianzas ya han aparecido. Nadie quiere ver, por ejemplo, una marca blanca que entre en competencia “por si acaso” ni otros planes trazados por aquellos que, realmente, necesitan controlar el poder para sobrevivir.