Rumbo al 7M
Las otras veces que Mario y Óscar se amaron y se odiaron
Los dos líderes de Unidos por el Cambio llevan haciendo política en Tarija desde los 90. En 2009-2010 hubo pacto de no agresión que perjudicó a Cardozo. El MAS siempre ha estado presente en sus trayectorias



Mario Cossío y Óscar Montes nacieron en 1960 como Maradona, y como el astro del balompié, consagraron su vida a su pasión: la política. Al primero le venía de estirpe, el otro fue fichaje. Ambos empezaron a despuntar en los 90 y ambos, desde el Comité Cívico.
Era un tiempo en el que los jóvenes si tuvieron oportunidades, un tiempo en el que los políticos viejos sí los buscaban. Cossío Cortez era emenerrista cual su padre, que ya era uno de los pesos pesados del partido en Tarija. A Montes se lo llevaron los cardenales del MIR del entonces poderoso Jaime Paz Zamora y Polilla López. Ambos habían cohabitado en una especie de lobby político juvenil conocido como M-Abril en el que también estaban otros históricos de la época - y activos hoy - y que se prodigó por la Casa Cívica.
Cuentan que Montes se declinó por el MIR, entre otras cosas, porque el MNR era “propiedad” de Mario Cossío y había pocas opciones de crecer en ese conglomerado, así que con otros jóvenes como Erik Montaño, Edwin Pocoata, Franscisco Rosas o Rolando Ruiz se integraron en el MIR y lograron su primer éxito en la Alcaldía a principios de siglo.
Antes, Mario Cossío ya había sido concejal, y con la inestimable ayuda del aparato emenerrista se había fogueado por el país y el continente en cuanto foro democrático y de participación popular se había abierto a su paso. En su página de Wikipedia detallan un par de presidencias de foros de esa índole. Eran los años 90 del consenso de Washington, la participación popular y el fin del comunismo.
Mientras Montes ganaba su primera Alcaldía, Cossío entraba al Congreso en 2002 con el MNR de Gonzalo Sánchez de Lozada. Fueron los tiempos en los que Carlos Mesa le reconocía su capacidad oratoria, que le sirvió para ser el Presidente del Congreso en el momento clave: antes el país ardió y Goni partió en helicóptero con maletines llenos para no volver. Después renunció Carlos Mesa, pero el movimiento indígena no permitió que ni él ni Hormando Vaca Díez fueran Presidentes, así que el cargo le cayó a Eduardo Rodríguez Veltzé.
El país y el Gobierno había ardido porque se pretendía vender el gas de Margarita, Tarija, a través de Chile a Estados Unidos a precio de gallina muerta (aunque sobre todo por lo primero), pero mientras en Tarija Roberto Ruiz y otros cívicos herederos organizaban marchas alrededor de la plaza para pedir que se continuara el proyecto.
Con el MAS en plena ebullición electoral y ante lo que se preveía como una victoria abrumadora en 2005, Cossío volvió a Tarija y candidateó como Prefecto en aquella elección donde se votaba el nombre que después sería posesionado por el Presidente, puesto que la reforma constitucional estaba en marcha, pero no llegaba.
Cossío se impuso a Jaime Paz, que trató de buscar una jubilación dorada en su Tarija de adopción, y también a un Luis Alfaro que abanderaba a un MAS incipiente en el departamento, pero que superó el 20%.
Mientras tanto, Montes ya se había deshecho del MIR, que había implosionado, y con sus brasas había construido UNIR para ganar su segunda gestión municipal. Empezaba una nueva época en el país, donde la arquitectura financiera garantizaba una inminente llegada de recursos tanto a la Prefectura como a la Alcaldía y donde la Nacionalización, la Inclusión y la Autonomía iban a convertirse en banderas por una nueva Constitución.
Montes y Cossío, hoy aliados en Unidos por el Cambio, cohabitaron en el poder en la plaza Luis de Fuentes en aquellos años de bonanza y megalomanía, cuando Evo Morales no podía aterrizar en Tarija y se consolidaba la Media Luna. De gestión propiamente dicha apenas el asunto de los terrenos de la Villa Olímpica, pero hubo pacto de convivencia política no escrito.
Montes participó poco de la confección del Estatuto Autonómico, que a sangre y fuego sacó adelante Mario Cossío y su vieja guardia, aun concediendo grandes ventajas a sus oponentes: incluyó la figura de subgobernadores electos para hacer sombra a los alcaldes de cada municipio y concedió una desproporcionada participación a las provincias – Cercado tuvo siete de 30 curules con casi la mitad de la población – aun sabiendo que el partido con verdadera implantación territorial – el MAS – tendría las de ganar.
En la elección de 2009, Montes y Cossío pactaron la plancha de Convergencia Nacional, donde aparecieron Adrián Oliva y Víctor Hugo Zamora y de donde se quedó fuera Wilman Cardozo, que tuvo que buscar sigla a la carrera para acabar ganando sobrado la circunscripción chaqueña con Alianza Social de René Joaquino.
En la elección de 2010, Cossío fue a la Gobernación y Montes a la Alcaldía sin que nadie pusiera nada a rivalizar con el otro. Fue un pacto de no agresión que les facilitó la victoria, aunque a Cossío no tan cómoda. Un “gran amigo” de Montes como Carlos Cabrera fue la estrella del MAS, y llegó al 44%.
A finales de ese año, entre el Luis Alfaro que perdió en 2006 y el Wilman Cardozo raleado de las listas de 2009 cobraron venganza con Cossío: el PAN, partido construido con las hilachas de los partidos tradicionales que quedaron en el Chaco sumaron al MAS la mayoría de los asambleístas para suspender al Gobernador electo luego de la acusación formal firmada por el Fiscal Gilbert Muñoz. Nadie en la plaza Luis de Fuentes movió un dedo.
Cossío huyó al poco tiempo y el MAS se acomodó en el interinato, que se fue legitimando poco a poco. Montes, que también sumaba una buena cantidad de procesos, había entrado en el ciclo de la “buena onda” con Morales, que día sí y día también le invitaba a levantar el puño y sumarse al partido azul. En 2012 le acusaron de “entregar Margarita”, en 2014 de “hacer la lista del MAS al Parlamento” además de sumarse a Tuto para dividir a la oposición.
En 2015, cuando Montes quiso lanzarse a la Gobernación y la gente de Camino al Cambio estaba dispuesta a tolerar pese a la “tibieza” expresada por la situación del MAS y de Cossío, llegó la denuncia por el incremento patrimonial: game over (momentáneo).
El MAS volvió a no ganar y Montes quedó fuera de todo, aunque no tardó en volver a reclamar la Alcaldía. Después vino el referéndum del 21 de febrero de 2016, sobre el que guardó silencio, después hizo campaña por Óscar Ortiz en 2019 mientras CC pedía el voto útil para Carlos Mesa. Después vinieron los 21 días de paro hasta que salió Morales, en los que también guardó silencio. Después vino el Gobierno de Jeanine Áñez, del que primero dijo ser parte y después se apartó en campaña.
En 2020, Mario Cossío y Óscar Montes, como en 2009, pero ahora con sus rostros visibles, confluyen en una alianza cuyo objetivo es retomar el poder. Un poder en el que el MAS siempre ha jugado el papel determinante para uno y para otro.