Editorial: En el mismo lugar, pero cansados



Las encuestadoras parecen haberse puesto de acuerdo para presentarle al país un escenario electoral prácticamente idéntico al del año pasado. Idéntico al de las encuestas, hay que decir, pues si bien no distaron tanto de los resultados finales, que luego fueron anulados, los puntos de más siempre iban para el perseguidor, y no para el puntero.
El asunto es clave. Bolivia ha vivido doce meses de zozobra absoluta, con todas las tensiones, todos los pulsos, todas las amenazas, todos los castigos, todos los insultos, todos los virajes, todas las vergüenzas… para acabar exactamente en el mismo punto: con el MAS al borde de la victoria en primera vuelta y su oposición más amenazadora que nunca.
En un año no se han construido relatos diferentes ni propuestas ilusionantes. Como hace un año, Carlos Mesa promete deshacerse del MAS, que es lo mismo que promete Luis Fernando Camacho, Tuto Quiroga y hasta Chi Hyun Chung, mientras que el MAS, como si nada hubiera pasado, habla de estabilidad social y económica, y se pone a tocar la guitarra.
Parecería que no ha pasado nada, pero ha pasado un año. Un año además agotador, donde las fiestas de fin de año apaciguaron una polarización con tintes definitivos y una pandemia desconocida ha llevado al límite físico, económico y emocional a millones de familias en el país.
En verdad han pasado muchas cosas. Concretamente ha pasado una pandemia mundial que se ha cobrado ya un millón de muertos en todo el mundo y en Bolivia al menos 8.000 según las cifras oficiales del Ministerio de Salud, pero al menos 20.000 (hasta agosto) según las cifras del Registro Cívico, que viene a ser un 30 por ciento más de lo que cada año se registra en el país.
Las muertes son lo más importante, pero además se ha llevado por delante miles de empleos formales, decenas de miles de empleos informales, un año escolar, un año deportivo y todos los esfuerzos por convertirnos en un destino turístico socialmente y sanitariamente seguro.
Cada cita con las ánforas es una cita con lo desconocido; es como aceptar una amante, un desafío, un nuevo reto que se toma con energía; una ventana al futuro, al abismo, por la que se pasa con ganas. En Bolivia, sin embargo, llegamos cansados luego de la sobredosis de emociones. Y eso, sin duda, también tendrá consecuencias.