Rumbo al 18-O
No tan Juntos
La gestión de gobierno en general y la de la pandemia en particular ha erosionado la relación de los aliados de Juntos, que no quieren ser parte de una derrota severa en la próxima elección



Los analistas indican que Jeanine Áñez no va a renunciar a su candidatura, pero que Juntos es poco más que una ilusión en estos momentos. Del proyecto inicial, soportado por los Demócratas de Rubén Costas en su enésima reinvención y al que lograron atraer a los líderes regionales que en 2019 apoyaron a Carlos Mesa apenas queda UNIR de Óscar Montes, y porque Víctor Hugo Zamora ha asumido vitales funciones ejecutivas en el Ministerio de Hidrocarburos, donde tampoco le van tan bien las cosas.
A ese proyecto inicial desembarcó como elefante en cacharrería Samuel Doria Medina y todo el aparato de Unidad Nacional. Inicialmente distante y amenazante, Doria Medina aceptó asumir la candidatura como acompañante de fórmula con cierta condescendencia por la mujer que le entregó “las llaves de la economía nacional”. Por entonces, y cómo si hubiera estado ausente en los años previos, Erik Foronda – jefe de operaciones de Juntos/Gobierno -, consideró una buena estrategia lo de sumar a todos los actores políticos del viejo orden y presentarlo como nuevo.
El efecto duró poco. Las primeras encuestas con Áñez como candidata limitaban el vuelo y se alejaban mucho de la imagen positiva que habían creído leer en los meses previos. Algunos analistas aseveran que es el efecto ancla de Doria Medina, que impide cualquier despegue, porque los votantes lo consideran parte del “régimen de Morales” en tanto su participación coincide con las grandes mayorías del MAS. Otros analistas hablan de una madurez del votante boliviano muchas veces negado por los propios actores políticos.
El plan original siempre fue el de mostrar unidad contra Evo Morales sumando a todos los actores políticos vivos, sobre todo locales. La recta final de una legislatura incierta, con demasiadas urgencias económicas, parece que primó para que actores como el Gobernador de Tarija, Adrián Oliva y el alcalde de La Paz, Luis Revilla, se sumaran al proyecto. Otros, como el reaparecido Víctor Hugo Cárdenas, se contentó con un Ministerio, mientras que UNIR de Óscar Montes y Víctor Hugo Zamora solo tuvo que continuar en la deriva por la que ya había optado en 2019, aunque probablemente entonces con otras perspectivas.
Varias fuentes coinciden y otras discrepan. La candidatura de Juntos se sostiene sobre la sigla de Demócratas, pero nadie puede asegurar que Rubén Costas estuvo de acuerdo en la inclusión de Samuel Doria Medina y Unidad Nacional en la fórmula. Del lanzamiento de Juntos a la presentación de Doria Medina como candidato vicepresidencial transcurrió una semana, y allí no estuvo Costas.
La pandemia lo cambió todo, aunque los roces habían empezado antes. El Gobierno planteó la crisis desde “la soberbia”, dice uno de los estrategas arrepentidos, lo no cayó bien entre los aliados. En resumen, considera que desde el mismo 10 de marzo, los responsables políticos se ocuparon más de la vertiente electoral que de la sanitaria, lo que causó problemas de descoordinación al principio y de ninguneo después.
El Gobierno desoyó los planteamientos que le invitaban a convocar un pacto de Estado, que más tenía por objeto diluir la responsabilidad que otra cosa, y apostó fuerte por una respuesta caudillista/maternal: cuarentena rígida, mano dura, bonos y exenciones al tiempo que se compraban insumos. Culpar a la herencia recibida era la pata esencial.
Cuando las cosas se complicaron y alguien se dio cuenta de que el asunto era más delicado de lo que parecía, el Gobierno pateó hacia Alcaldías y Gobernaciones el balón de la responsabilidad de las cuarentenas y el control de los contagios. Ahí hubo quiebre.
Los que quedan
El Gobierno duda. Áñez mantiene a Cárdenas como ministro de Educación, pese a que su gestión de la crisis educativa - culminada con la cancelación del año escolar, decisión revertida por la Justicia – le ha generado más anticuerpos que votos. Sin embargo, no ha tenido problemas en remover a la mayor parte del equipo de Costas e incluso incorporar a su archienemigo Branko Marinkovic como ministro de Planificación, una decisión a dos meses de elecciones con poco que planificar cuyo objetivo esencial era enervar a Costas.
En Tarija, la alianza con UNIR sigue firme, aunque la seguidilla de escándalos que suma Víctor Hugo Zamora, tanto a gran escala – adenda millonaria con Brasil con demasiados detalles ocultos – como a pequeña – nombramiento de compadres – también le está generando problemas.
Otra cosa es con el Gobernador Adrián Oliva. No hay ruptura pública, pero que el Gobernador se vaya a hablar con Costas a Santa Cruz el mismo día que llega la Presidenta solo puede entenderse como un mensaje cifrado, o no tan cifrado, como dicen los analistas. Las promesas incumplidas: respiradores, ítems, reactivos, etc., unido a declaraciones imprecisas y dolorosas de su círculo de confianza han agrietado la relación.
Algo parecido pasa en La Paz, con un Luis Revilla acostumbrado a dar el paso al costado en la recta final si ve que la cosa no va bien – lo hizo con Mesa en 2019 -, el alcalde paceño se ha visto en el centro de la polémica por su gestión de la crisis y su falta de autoridad, pero sobre todo, su agrupación Sol.bo no puede permitirse una derrota en las nacionales, porque en La Paz sí se recuerda.
Áñez no va a declinar su candidatura – dicen mientras añaden que en Bolivia todo es posible – pero su estructura se debilita por momentos. Nadie sabe cuánto podrá sostener el Estado cuando venimos de una etapa donde la denuncia del abuso de poder fue una constante. Juntos, de momento, no está tan Juntos.