Tres preguntas y una duda para una elección
Las estrategias de anulación y confrontación encuentran sus límites. A dos meses de elecciones, los partidos todavía buscan perfilar su relato para imponerse en la contienda



El enésimo episodio de la crisis política en la que está inmerso el país desde hace muchos meses parece haber superado otro nudo de la trama, aunque la última palabra no esté dicha, pues el Tribunal Constitucional tendrá la misión de decidir si borra las siglas de las principales formaciones políticas o no y la fecha definitiva de los comicios queda en el aire.
Con todo, el capítulo deja muchas interrogantes y estrategias abiertas para lo que queda de campaña electoral y de pulso nacional. Sin duda, nadie puede subestimar a nadie.
¿El MAS ha perdido la cabeza?
Los analistas coinciden y discrepan en dos asuntos fundamentales en función de lo que cada uno considera que era el objetivo final de la movilización de esta semana. Para unos, se trataba de movilizar las bases y recordar la cohesión interna de un movimiento amenazado de perder la personería por una norma interpretada para eliminar rivales. Para otros, una reacción a las provocaciones continuas del Gobierno que iban a dejar en evidencia la incapacidad de Jeanine Áñez y sus ministros de controlar una situación, y una especie de aperitivo de lo que puede convertirse una gestión sin el MAS en el poder.
En ambos casos, el objetivo era sembrar miedo a lo que pueda pasar en el afán de anular a medio país, sea por la vía de la sigla o sea por el ninguneo absoluto y la criminalización constante. En ese sentido, los operadores alineados al MAS dan el objetivo por alcanzado, mientras que los estrategas electorales se agarran la cabeza.
El clientelismo no genera cambios, menos en los medios de comunicación y en las redes sociales. Un bloqueo contundente en medio de una pandemia convierte al bloqueador en “enemigo público”, más si la causa de la movilización resulta ser algo tan pueril como la fecha electoral retrasada un mes y doce días. El MAS perdió el relato desde el inicio tal vez por precipitación y falta de análisis.
En su afán de reconquistar el poder desde las ánforas, el bloqueo ha vuelto a asustar al gran porcentaje de población que en su momento, con contextos diferentes, le dio las grandes mayorías de 2009 y 2014 y le retiró el apoyo en 2019. Las encuestas, hasta las suyas, les dicen que ya no son la mitad del país. Los estrategas dudan que en dos meses se pueda volver a erigir el perfil moderado con el que se quería plantear la campaña.
De fondo también queda la duda de la profundidad de la mano de Evo Morales. El expresidente pudo garantizar el futuro del MAS nombrando sucesor y retirándose a tiempo, pero no quiso. Nadie puede asegurar que ahora quiera.
¿Tiene margen Áñez para recuperarse?
Con la gestión enmarañada y hundida en las encuestas, Jeanine Áñez y su equipo parecían dispuestos a jugarse su continuidad en un nuevo episodio de confrontación similar a los de noviembre, pero por el momento, tendrá que esperar, aunque tal vez menos de lo que parecía en la tarde del sábado.
La candidatura de Áñez, en realidad, nunca creció por encima del 20%, ni cuando la lanzó ni cuando se unió Samuel Doria Medina, aunque sí mejora los porcentajes que el empresario registraba a lo largo de sus muchos años como aspirante presidencial.
La pandemia la colocó ante un nuevo escenario que nadie quería, pues su propio gabinete se había colmado de políticos y no de expertos para gestionar momentos tan delicados. El asunto de los respiradores acabó devorando la expectativa electoral, pero no ha sido la única decisión que ha marcado sus limitaciones. La pandemia ha colapsado hospitales, los bonos y las ayudas a empresas no alcanzan, y la clausura del año escolar ha sido una especie de cereza en la torta.
Lo que está descartado es que Áñez se baje de la candidatura, una opción que favorece especialmente al Movimiento Al Socialismo (MAS) y su intención de lograr la victoria sin necesidad de segunda vuelta.
¿Saldrá Mesa de su salón?
El convidado de piedra es Carlos Mesa, pieza clave para los hechos desencadenados en octubre y noviembre y que se mantiene firme en sus aspiraciones de alcanzar la Presidencia.
A Mesa no le conviene la polarización sostenida entre el MAS y el gabinete de Juntos; solo cuando el asunto parece llegar al desborde, crece. El equipo de Áñez diseñó toda la teoría de los dos caminos – un clásico – para ahogar a Carlos Mesa y dejarlo sin espacio, para lo que también necesita un MAS agresivo.
El candidato de Comunidad Ciudadana lleva cinco meses sin salir de su salita, emitiendo un video diario en el que se posiciona sobre la coyuntura ni muy rápido ni muy despacio. De momento no le ha hecho falta mucho más para seguir siendo el favorito en las encuestas del centro derecho y seguir apelando al voto útil, en cualquier caso, en la recta final de la campaña, los analistas esperan ataques sostenidos de unos y de otros para que la pugna siga siendo de tres y no solo de dos.
Y una duda: ¿Puede Salvador Romero garantizar la transición?
Salvador Romero sale fortalecido de la crisis luego de destrabar una situación que parecía abocada a la violencia, aunque le falta rematar en uno de los puntos más delicados: ceder o no ceder de nuevo con la fecha. Romero ha cerrado además la polémica con la sigla advirtiendo que tan punibles son los comentarios de Arce como otros de Juntos y Comunidad Ciudadana, así que café para todos.
La cuestión es si esto le servirá a Salvador Romero para garantizar unas elecciones exitosas cuyos resultados sean reconocidos por todos los actores. Por el momento, el muy cuestionado sociólogo, está más cerca de alcanzar el éxito de su misión, pero esto es Bolivia.