Un Gobierno sin amigos
Mayo va camino de convertirse en el “mes horribilis” del Gobierno, al menos a tenor de los acontecimientos. Los despropósitos suman y los estrategas ya no saben que banderas agitar para tratar de encaminar el rumbo. Analistas de dentro y de afuera lo advierten: la pandemia ya dura lo...



Mayo va camino de convertirse en el “mes horribilis” del Gobierno, al menos a tenor de los acontecimientos. Los despropósitos suman y los estrategas ya no saben que banderas agitar para tratar de encaminar el rumbo. Analistas de dentro y de afuera lo advierten: la pandemia ya dura lo suficiente como para echar la culpa al pasado.
El mes empezó con escándalo. En la primera semana de mayo se juntó el viaje en avión de la FAB de la diputada Ginna Torres y su hijo para participar de una sesión de la Asamblea en la que finalmente no participó, pero sí en el cumpleaños de la hija de Jeanine Áñez, Carolina Rivera. Una confesión de violación de la cuarentena que sin embargo ha pasado desapercibida.
Continuó con el pulso en YPFB. Herland Soliz amagando con renunciar mientras el Ministro de Hidrocarburos Víctor Hugo Zamora desvelaba más y más casos de corrupción al mismo tiempo que le quitaba hierro al asunto, y que dos días después fue cesado y reemplazado por otro ejecutivo de transnacional afincado en Bolivia.
Cuando parecía que la semana estaba colmada, Áñez y su nuevo ministro de Desarrollo Productivo, Óscar Ortiz, lanzaron el decreto que aceleraba la implantación de los transgénicos en Bolivia.
Y por si faltaba poco, destituían a Rafael Quispe del Fondo Indígena para nombrar en su lugar al masista reconocido Germán Huanca. El motivo oficial, el pulso de Quispe con el ministro Murillo a cuenta de la cuarentena rota hace unas semanas. El resultado, un profundo malestar entre la barra Pitita.
Los asesores pidieron calma y serenidad advirtiendo que algo podía acabar saliendo muy mal a esa velocidad. Ni a Bolivia TV le daba tiempo de programar los Parte y Contraparte de desagravio y reorientación. Pero ni por esas.
La “semana horribilis II” comenzó el mismo domingo, día del Periodista Boliviano, publicando a modo de “regalo” un decreto aprobado días atrás en el que básicamente penalizaba la información que generara incertidumbre. Información, no desinformación.
El lunes, la ministra Eliana Capobianco, como quien acomoda a sus mascotas, comunicó por twitter que reubicaría a Quispe en el Gobierno y anulaba la nominación de Huanca. Quispe esta vez tuvo la dignidad de no soportar la humillación.
Mientras, la ASFI hacía de las suyas y anunciaba el retorno del cobro de créditos, la señal inequívoca de que la cuarentena no iba más, justo en el momento en el que las cifras de contagios empezaban a ser significativas.
Para rematar, los 170 respiradores que finalmente arribaron al país luego de dos meses prometiendo 500, fueron enérgicamente rechazados por los médicos, que señalaron que se trataban de dispositivos para tratar emergencias, pero no internaciones largas como las que se prevé que requiere el Covid-19.
Los estrategas se dividen entre los realistas y los pesimistas. Los políticos afines, entre optimistas y prepotentes. “Nadie sale de la guerra sin magulladuras, y lo del Covid es una guerra”, dicen los que intentan relativizar el mal momento y considerarlo dentro del palan.
Otros recuerdan que “nada tiene que ver la guerra con los cumpleaños, ni con apalear a Quispe”.
Otros, simplemente, piden alguna buena noticia de verdad, no de las que luego tenga que aclarar Mostajo.
El mes empezó con escándalo. En la primera semana de mayo se juntó el viaje en avión de la FAB de la diputada Ginna Torres y su hijo para participar de una sesión de la Asamblea en la que finalmente no participó, pero sí en el cumpleaños de la hija de Jeanine Áñez, Carolina Rivera. Una confesión de violación de la cuarentena que sin embargo ha pasado desapercibida.
Continuó con el pulso en YPFB. Herland Soliz amagando con renunciar mientras el Ministro de Hidrocarburos Víctor Hugo Zamora desvelaba más y más casos de corrupción al mismo tiempo que le quitaba hierro al asunto, y que dos días después fue cesado y reemplazado por otro ejecutivo de transnacional afincado en Bolivia.
Cuando parecía que la semana estaba colmada, Áñez y su nuevo ministro de Desarrollo Productivo, Óscar Ortiz, lanzaron el decreto que aceleraba la implantación de los transgénicos en Bolivia.
Y por si faltaba poco, destituían a Rafael Quispe del Fondo Indígena para nombrar en su lugar al masista reconocido Germán Huanca. El motivo oficial, el pulso de Quispe con el ministro Murillo a cuenta de la cuarentena rota hace unas semanas. El resultado, un profundo malestar entre la barra Pitita.
Los asesores pidieron calma y serenidad advirtiendo que algo podía acabar saliendo muy mal a esa velocidad. Ni a Bolivia TV le daba tiempo de programar los Parte y Contraparte de desagravio y reorientación. Pero ni por esas.
La “semana horribilis II” comenzó el mismo domingo, día del Periodista Boliviano, publicando a modo de “regalo” un decreto aprobado días atrás en el que básicamente penalizaba la información que generara incertidumbre. Información, no desinformación.
El lunes, la ministra Eliana Capobianco, como quien acomoda a sus mascotas, comunicó por twitter que reubicaría a Quispe en el Gobierno y anulaba la nominación de Huanca. Quispe esta vez tuvo la dignidad de no soportar la humillación.
Mientras, la ASFI hacía de las suyas y anunciaba el retorno del cobro de créditos, la señal inequívoca de que la cuarentena no iba más, justo en el momento en el que las cifras de contagios empezaban a ser significativas.
Para rematar, los 170 respiradores que finalmente arribaron al país luego de dos meses prometiendo 500, fueron enérgicamente rechazados por los médicos, que señalaron que se trataban de dispositivos para tratar emergencias, pero no internaciones largas como las que se prevé que requiere el Covid-19.
Los estrategas se dividen entre los realistas y los pesimistas. Los políticos afines, entre optimistas y prepotentes. “Nadie sale de la guerra sin magulladuras, y lo del Covid es una guerra”, dicen los que intentan relativizar el mal momento y considerarlo dentro del palan.
Otros recuerdan que “nada tiene que ver la guerra con los cumpleaños, ni con apalear a Quispe”.
Otros, simplemente, piden alguna buena noticia de verdad, no de las que luego tenga que aclarar Mostajo.