Democracia y Economía
La campaña entra en la recta final, esta vez de verdad. Queda una semana para la cita electoral que será histórica en cualquier circunstancia, y que además, ha dejado diferentes enseñanzas en diferentes ámbitos, particularmente en el de la comunicación y la estrategia política. El MAS...



La campaña entra en la recta final, esta vez de verdad. Queda una semana para la cita electoral que será histórica en cualquier circunstancia, y que además, ha dejado diferentes enseñanzas en diferentes ámbitos, particularmente en el de la comunicación y la estrategia política.
El MAS ensayó durante tres años una estrategia para hacer olvidar el 21 de febrero, y finalmente, metió una Primaria, aceleró los plazos para su participación y adelantó un año la campaña electoral. Salvo para los muy identificados, el asunto del referéndum es un asunto agotado para captar votos según han evidenciado todos los estrategas.
La estrategia le salió bordada. La oposición, que llevaba 13 años lamentándose y soñando con sacar Evo Morales, fue incapaz de ponerse de acuerdo. El TSE registró un número record de participantes en una Primaria sui géneris: 9 partidos con un solo frente cada uno.
Lo cierto es que desde que Rubén Costas registró la alianza con Unidad Nacional al margen de Mesa, el MAS respiró aliviado. Su estrategia había funcionado de inicio, y se mantuvo al alza incluso luego de que Samuel Doria Medina diera un paso al costado.
Lo de Carlos Mesa estaba cantado, tanto si se ganaba como si se perdía el mar. El MAS estaba preparado para ello. El personaje estaba fuerte pero también contaba con unos antecedentes carne de meme: Goni y su afición por renunciar, fundamentalmente, aunque finalmente ha sido el asunto de PAT el que lo ha arrinconado. Los analistas no entienden como no se ha podido dar una explicación a un asunto aparentemente entre privados y de hace quince años. La impresión, cuentan en la otra vereda, es que al MAS le ha sobrado artillería que tal vez guarden para una hipotética segunda vuelta. Mesa baila por el 30 por ciento, pero necesita más para forzar el balotaje. Su mensaje concreto es: voto útil.
La sorpresa inicial fue Óscar Ortiz, embestido en un espíritu de renovación y juventud, se lanzó a una campaña nacional sin reparos. Con el paso de los meses su candidatura empezó a crecer e incluso superó los dos dígitos con tímidos 11-12% lo que le dio un argumento. A la hora de la verdad, en julio, con la inscripción de candidatos, su candidato a la Vicepresidencia se bajó llamando también al voto útil y único. Ortiz redobló entonces sus esfuerzos y ataques a Mesa con una alusión al mismo escándalo de PAT. Su mensaje: Manos Limpias. En las últimas encuestas se registra una caída en picado ante la evidencia aritmética de que no alcanza.
La amenaza es doble para Ortiz, porque no solo ha sido quien más ha desgastado a Mesa, favoreciendo al MAS, sino que además puede acabar por detrás de Chi Hyun Chung, el outsider de manual que se alquiló el PDC a última hora y que habla de todas esas cosas que vuelven locos a los hastiados de la política y que no se van a poner a analizar a quién beneficia o perjudica. De momento el PDC ya es tercero en seis departamentos y Ortiz resiste en el tercer lugar por el caudal asegurado en Santa Cruz, mientras todos los aspirantes a outsiders en los pequeños partidos, fracasaban.
Y mientras esto pasaba, el MAS se consolidó en su campaña de “Futuro Seguro”, alentando el miedo al cambio, con la inestimable colaboración de Mauricio Macri en Argentina y Lenín Moreno en Ecuador, y con la fuerza del legado por delante.
Queda una semana por delante y lo que ya nadie quiere son sorpresas. Los asesores de unos y otros están convencidos de que se podía haber hecho más, pero que hasta aquí llegaron. La decisión final la tomará el pueblo.