10 incógnitas por resolver en una campaña aburridísima
Quedan dos semanas para elecciones. Diez días de campaña en una campaña larguísima y excesivamente anodina, según reconocen los propios estrategas, donde todos los frentes han estado esperando a que “pase algo”, y ni siquiera el incendio en la Chiquitanía fue capaz de conectarse a otra...



Quedan dos semanas para elecciones. Diez días de campaña en una campaña larguísima y excesivamente anodina, según reconocen los propios estrategas, donde todos los frentes han estado esperando a que “pase algo”, y ni siquiera el incendio en la Chiquitanía fue capaz de conectarse a otra cosa mayor.
Aún es posible que algo pase en estas dos semanas. Claro que sí. Gabriela Zapata se mencionó por primera vez el 3 de febrero de 2016 y el referéndum era el 21. Pero mientras tanto, es por lo menos tiempo de entrar en debates, evaluaciones y cuentas para despejar las incógnitas
La incógnita número 1 es discernir si el 49% del referéndum de 2016 de Evo Morales es piso o techo. Para los analistas del NO, es evidentemente lo máximo a lo que podría aspirar el Presidente y su equipo, pues dudosamente alguien que haya visto pisoteado su voto de 2016 se anime ahora a votar por el presidente. Para los analistas del SI, sin embargo, es piso, porque nunca “la guerra sucia” se había materializado de una forma tan cercana a Evo Morales como con la irrupción de Gabriela Zapata en el referéndum, y los “engañados” de entonces vieron la luz ahora.
La número 2, dicen desde Santa Cruz, es si se ha convencido al camba de la importancia de tener bancada propia en la Asamblea Plurinacional - aunque de eso no se haya hablado absolutamente nada en campaña - y que por tanto, no importa quién sea el Presidente luego del 20 de octubre.
La incógnita número 3 pasa por saber si el voto evangélico suma o no lo suficiente. Si la galaxia de iglesias inconexas, pero similares en su pensamiento conservador, superan sus diferencias y apoyan a Chi, o por el contrario, no creen relevante el incipiente revoloteo feminista en las filas del MAS y continúan dando su respaldo a una revolución nunca tan progresista.
El debate número 4 pasa por poder medir la incapacidad de la oposición, establecer un cálculo de los años que podrán pasar antes de que una voz suficientemente centrada, conocida, reconocida, lúcida, popular, confiable, y unas cuantas definiciones más, pueda enfrentar al Presidente Evo Morales para tratar de arrebatarle el poder con algún tipo de posibilidad de éxito en el futuro luego de que gane esta.
La número 5 pasa por demostrar, o no, que ese 25% de población “rural, rural” a la que “no se consulta en las encuestas” hace tiempo que dejó el campo y vive hacinada entre camas calientes en la ciudad, pero con rollo urbano.
La incógnita número 6 pasa por discernir si era cierto que para ganar Tarija había que rodearse de jailas-no-importa-el-pasado, o sí era mejor atiborrar a los barrios con asfalto, luces led, gas, etc. O simplemente ser nomás lo que se es.
La incertidumbre número 7 pasa por la tumba de Paz Estensoro y su MNR, y las décadas que han pasado desde aquello del “voto secreto pero rosado”. O más bien por saber si tendrá hueco a su lado.
La número 8 pasa por saber si lo de Greta iba en serio. Sí. Lo de la Madre Tierra, lo de Tariquía, lo del Tipnis, lo del fracking. No lo de las bolsas plásticas. Y si eso tiene algún impacto en el electorado, o solo como lo de los incendios.
El debate número 9 pasa por saber si estamos preparados para elegir un presidente en segunda vuelta, esto es, con una Asamblea Plurinacional fragmentada y sin mayorías. Por saber si Bolivia se acuerda de gobernar negociando políticas, y no otras cosas.
La incógnita número 10 es saber si hay una nueva media luna, pero en occidente, cansada de no decidir nada. Ni su autonomía. Y de que nadie ya les mire.
El resultado, seguramente, se ajustara a la resolución de cada una de ellas. O seguramente no.