Las sumas de Samuel Doria Medina
El problema para Samuel Doria Medina es que no hay crispación en la calle. Si algo no rodea a esta elección es un ambiente apocalíptico con el que algunos actores habían especulado hace una docena de meses y en base al cual optaron por una u otra decisión. Sea por los aciertos de unos o por...



El problema para Samuel Doria Medina es que no hay crispación en la calle. Si algo no rodea a esta elección es un ambiente apocalíptico con el que algunos actores habían especulado hace una docena de meses y en base al cual optaron por una u otra decisión. Sea por los aciertos de unos o por los errores de otros, la campaña electoral transcurre en una normalidad democrática normal, valga la redundancia, en la que unos se tiran unas cosas, otros otras, pero en la que la sangre no llega al río.
Los estrategas de la oposición reconocen la habilidad con la que el MAS ha manejado sus cartas: tomar el control del caso Zapata para acabar cerrándolo en la absoluta confusión, alargar la campaña, forzar la determinación del TCP en el momento justo, enredar con las Primarias, y llegar a septiembre con la situación controlada – incluso la sobrevenida del incendio una vez que se tomó aire – y con todos los demás extenuados.
Los del oficialismo ni se la creen: Mesa auto recluido por un caso menor; Ortíz conjurando el odio; el MNR sumando con los dedos su 3% antes de pedir clemencia; los ultraliberales y ultraconservadores – de iglesia o no - enzarzados en la batalla del “y yo más”, y Patzi mandando a las mujeres a encerrarse en casa.
La clave está, dicen los que saben, en el bolsillo. Aquí y en Honolulu, el ciudadano vota con la mano en la cartera, y cualquier incertidumbre a estas alturas se inclina hacia el MAS. Y no solo por Macri, que también, sino por la poca claridad de unos y otros en comunicar sus programas en el sentido esencial.
Samuel Doria Medina ha jurado no declinar jamás en su empeño de ser presidente de este país, y por lo tanto, ninguna de sus decisiones deben entenderse en otro sentido. El cálculo original pasaba porque el 21 de octubre, cuando el TSE decretara la victoria de Morales, cientos de miles de indignados tomara las calles al grito de “fraude, fraude” y Doria Medina apareciera en plan mesiánico diciendo “lo advertí, se lo dije, síganme”.
“Hoy, tal como va la cosa, como mucho se cruzarán en la plaza los de Mesa y los de Ortíz, se dirán “te lo dije”, y apresurarán el paso, tal vez con vergüencita, para que nadie los vea - admite uno de los operadores del de abajo –. Se parece demasiado a la elección con Tuto”.
En 2005 Podemos logró un 28,95% de los votos, el UN 7,80% y el MNR 6,47. El MAS un 53%; en 2009 Convergencia sumó 26,68%, el UN 5,72%. El MAS 64%; en 2014 UD, que lo conformaba el UN, sumó un 24,52%, el PDC de Tuto un 9%m, el MAS un 61%. Los datos de Mesa y de Ortiz no están lejos. Según las encuestas. Todo muy parecido.
Esta vez, Samuel Doria Medina, en su afán de volver y en su determinación patriótica opositora, decidió dar el apoyo a Carlos Mesa; pero no Demócratas. Ni Tuto. La rueda sigue girando.