Ruíz escala posiciones en el MAS
Cuando parecía descartado, Álvaro Ruíz vuelve a escalar posiciones dentro del Movimiento Al Socialismo tarijeño. El alcalde de Uriondo, actual presidente de la Federación de Asociaciones de Municipios (FAM), es de los pocos que no ha disimulado sus aspiraciones para 2020. Tal vez por eso es...



Cuando parecía descartado, Álvaro Ruíz vuelve a escalar posiciones dentro del Movimiento Al Socialismo tarijeño. El alcalde de Uriondo, actual presidente de la Federación de Asociaciones de Municipios (FAM), es de los pocos que no ha disimulado sus aspiraciones para 2020. Tal vez por eso es que no acaba de encontrar el visto bueno de la “clase alta” del Movimiento Al Socialismo que son los que mandan desde La Paz.
El movimiento dentro de la Asamblea Legislativa Departamental va más allá de un simple ejercicio de renovación institucional, que dicho sea de paso, no tocaba luego de la buena gestión de doña Sara Armella según reconocen militantes de todas las tendencias. El encumbramiento de Guillermo Vega, hombre de Ruíz aunque con problemas propios, evidencia la alianza valle central - zona alta - Chaco que va a resultar clave en la próxima elección de candidatos.
El acuerdo no garantiza todavía estabilidad dentro del Movimiento Al Socialismo tarijeño, siempre conflictivo y del que más de un coordinador nacional ha querido renegar, pero da cierta línea. Sacrifica a fichas importantes como Never Vega en Bermejo, Rufino Choque en Padcaya y sobre todo, Walter Ferrufino en O´Connor, que prácticamente ha dejado de ser un aliado, y convierte la batalla en una cuestión de dos: los “orgánicos – campesinos” por un lado y los Milcíades – Montes por otro.
Toma de posiciones
El movimiento comandado por Álvaro Ruíz es secundado por la Federación Campesina, bajo el control de Armella y los representantes de la zona alta, siempre fuertes sindicalmente. También es apoyado por los chaqueños, que ven con desconfianza un posible hiperliderazgo del ex alcalde Óscar Montes en el caso de que logre alcanzar el sillón de la Gobernación.
La toma de posiciones en el Concejo Municipal de Cercado, con las altas esferas forzando fotografías que retraten la alianza MAS – Montes ha encendido las alarmas en el sector orgánico - campesino que lleva trabajando en la toma del poder desde atrás. La influencia de Milcíades Peñaloza, socio estratégico de Óscar Montes (o viceversa) sobre el presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera ha pasado por malos momentos a lo largo de la legislatura, pero se ha vuelto a recomponer.
Montes está lidiando bien con la presión que ha sentido al exponer sus intenciones, el alcalde Rodrigo Paz y principal enemigo fue meridianamente claro al evidenciar el intercambio de control de instituciones a cambio de la impunidad jurídica. El mismo día que el MAS colocaba a dos de sus tres concejales en la Directiva del Concejo, el director jurídico del Municipio advertía que uno de los juicios de Montes por uso indebido de funcionarios en tareas domésticas se suspendía hasta el mes de octubre. La operación forzada, dicen, desde el entorno más cercano de Evo Morales está permitiendo medir las reacciones de los votantes a una alianza que, de hecho, ya está tomando forma de plataforma multipartidaria acorde a los nuevos tiempos y que depende en gran medida de los resultados del MAS de Evo en las elecciones nacionales.
El MAS, que nació como la marca del Instrumento Político para la Soberanía Popular, se ha convertido en un partido tradicional vertical. En el caso de que el MAS sufra una debacle significativa, que en términos políticos sería quedar por debajo del 50 por ciento de la votación a pesar de seguir siendo una cifra jamás lograda por ninguno de sus competidores, el concepto de plataforma se pondría sobre la mesa para casos como Tarija.
¿Es Montes un outsider?
El MAS ya sabe de outsiders, de hecho la experiencia boliviana es uno de los objetos de estudio en las nuevas técnicas de comunicación política, lo que ha hecho un lío tremendo en el partido de Gobierno al excederse en el culto al líder que ya habían logrado posicionar en la medida justa. En cualquier caso, las nuevas tendencias hablan de candidatos y emociones y no de propuestas y aparatos.
Outsider, y bueno, era Carlos Cabrera, que llegó al mundo de la política desde el mundo académico renovando el discurso en esos términos y logró el mejor resultado de siempre del MAS en el departamento, quedando a cinco puntos de Mario Cossío en su mejor momento, el político de siempre que emocionaba.
Outsider no tan bueno era Pablo Canedo, por la nula conexión con el masista promedio, aunque en 20 días de campaña tampoco le dio para más. Canedo representa una expectativa para un sector acomodado que no descarta su retorno desde su cartera de vicecónsul en Washington en 2020 para volver a repetir candidatura.
No conviene confundir a conversos con outsiders. No lo es Carlos Brú, que se arrimó al poder cuando más lo necesitaba y se mantiene firme luego de los excesos en las compras de computadoras y otros. Tampoco lo es Rubén Vaca, ni William Guerrero.
Tampoco es evidentemente un outsider Óscar Montes, que ha vivido quince años de la Alcaldía de Tarija y que se retiró de motu propio de la carrera hacia la Gobernación en 2015 alegando presiones judiciales en su entorno familiar más cercano.
Montes utiliza el lenguaje cotidiano de los políticos, se lleva mal con las redes sociales, tiene un pasado muy largo y contradictorio, cédula cochabambina y un recuerdo de ejercicio del poder en el que han quedado multitud de proyectos inconclusos y equipos humanos polarizados.
Lo que sí es Montes es un hábil político de la confrontación, con mucha capacidad para seducir en el relato corto y un olfato singular para identificar por dónde van los pasos y cuál es el rol que debe ejercer en cada momento. Esencialmente es un táctico capaz de acomodar el relato a cada circunstancia en cada momento. Un clásico.
Montes se ha alejado tres años de la Alcaldía luego de quince pero ha logrado presentarse como lo nuevo, y no solo por su envidiable estado físico. Le han bastado un error y dos excesos post modernos para pintar una gestión, la de Paz, alejada de los ciudadanos y concentrada en su propia supervivencia. Montes habla de un pasado feliz que volverá de la mano de él, héroe salvador, y Paz, que no quiso posicionar la idea de crisis en su momento, plantea un pueblo salvador dueño de sus propias decisiones en busca de un futuro de éxito y grandeza. Las diferencias narrativas son sustanciales.
La mayoría de los estrategas del MAS creen que Montes dará por ganada su batalla con Rodrigo Paz y le cederá el asiento a Johnny Torres para lanzarse a la Gobernación. Entonces Álvaro Ruíz será quien tenga que demostrar todas sus capacidades para hacerse con la nominación que, actualmente, se ve complicada.
Posiblemente sea el bloque chaqueño, que ha dado muestras de ser más solvente y que cuenta con llegada directa a Morales, quien acabe definiendo. De momento todas las opciones están abiertas y Winter, is coming.
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El movimiento dentro de la Asamblea Legislativa Departamental va más allá de un simple ejercicio de renovación institucional, que dicho sea de paso, no tocaba luego de la buena gestión de doña Sara Armella según reconocen militantes de todas las tendencias. El encumbramiento de Guillermo Vega, hombre de Ruíz aunque con problemas propios, evidencia la alianza valle central - zona alta - Chaco que va a resultar clave en la próxima elección de candidatos.
El acuerdo no garantiza todavía estabilidad dentro del Movimiento Al Socialismo tarijeño, siempre conflictivo y del que más de un coordinador nacional ha querido renegar, pero da cierta línea. Sacrifica a fichas importantes como Never Vega en Bermejo, Rufino Choque en Padcaya y sobre todo, Walter Ferrufino en O´Connor, que prácticamente ha dejado de ser un aliado, y convierte la batalla en una cuestión de dos: los “orgánicos – campesinos” por un lado y los Milcíades – Montes por otro.
Toma de posiciones
El movimiento comandado por Álvaro Ruíz es secundado por la Federación Campesina, bajo el control de Armella y los representantes de la zona alta, siempre fuertes sindicalmente. También es apoyado por los chaqueños, que ven con desconfianza un posible hiperliderazgo del ex alcalde Óscar Montes en el caso de que logre alcanzar el sillón de la Gobernación.
La toma de posiciones en el Concejo Municipal de Cercado, con las altas esferas forzando fotografías que retraten la alianza MAS – Montes ha encendido las alarmas en el sector orgánico - campesino que lleva trabajando en la toma del poder desde atrás. La influencia de Milcíades Peñaloza, socio estratégico de Óscar Montes (o viceversa) sobre el presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera ha pasado por malos momentos a lo largo de la legislatura, pero se ha vuelto a recomponer.
Montes está lidiando bien con la presión que ha sentido al exponer sus intenciones, el alcalde Rodrigo Paz y principal enemigo fue meridianamente claro al evidenciar el intercambio de control de instituciones a cambio de la impunidad jurídica. El mismo día que el MAS colocaba a dos de sus tres concejales en la Directiva del Concejo, el director jurídico del Municipio advertía que uno de los juicios de Montes por uso indebido de funcionarios en tareas domésticas se suspendía hasta el mes de octubre. La operación forzada, dicen, desde el entorno más cercano de Evo Morales está permitiendo medir las reacciones de los votantes a una alianza que, de hecho, ya está tomando forma de plataforma multipartidaria acorde a los nuevos tiempos y que depende en gran medida de los resultados del MAS de Evo en las elecciones nacionales.
El MAS, que nació como la marca del Instrumento Político para la Soberanía Popular, se ha convertido en un partido tradicional vertical. En el caso de que el MAS sufra una debacle significativa, que en términos políticos sería quedar por debajo del 50 por ciento de la votación a pesar de seguir siendo una cifra jamás lograda por ninguno de sus competidores, el concepto de plataforma se pondría sobre la mesa para casos como Tarija.
¿Es Montes un outsider?
El MAS ya sabe de outsiders, de hecho la experiencia boliviana es uno de los objetos de estudio en las nuevas técnicas de comunicación política, lo que ha hecho un lío tremendo en el partido de Gobierno al excederse en el culto al líder que ya habían logrado posicionar en la medida justa. En cualquier caso, las nuevas tendencias hablan de candidatos y emociones y no de propuestas y aparatos.
Outsider, y bueno, era Carlos Cabrera, que llegó al mundo de la política desde el mundo académico renovando el discurso en esos términos y logró el mejor resultado de siempre del MAS en el departamento, quedando a cinco puntos de Mario Cossío en su mejor momento, el político de siempre que emocionaba.
Outsider no tan bueno era Pablo Canedo, por la nula conexión con el masista promedio, aunque en 20 días de campaña tampoco le dio para más. Canedo representa una expectativa para un sector acomodado que no descarta su retorno desde su cartera de vicecónsul en Washington en 2020 para volver a repetir candidatura.
No conviene confundir a conversos con outsiders. No lo es Carlos Brú, que se arrimó al poder cuando más lo necesitaba y se mantiene firme luego de los excesos en las compras de computadoras y otros. Tampoco lo es Rubén Vaca, ni William Guerrero.
Tampoco es evidentemente un outsider Óscar Montes, que ha vivido quince años de la Alcaldía de Tarija y que se retiró de motu propio de la carrera hacia la Gobernación en 2015 alegando presiones judiciales en su entorno familiar más cercano.
Montes utiliza el lenguaje cotidiano de los políticos, se lleva mal con las redes sociales, tiene un pasado muy largo y contradictorio, cédula cochabambina y un recuerdo de ejercicio del poder en el que han quedado multitud de proyectos inconclusos y equipos humanos polarizados.
Lo que sí es Montes es un hábil político de la confrontación, con mucha capacidad para seducir en el relato corto y un olfato singular para identificar por dónde van los pasos y cuál es el rol que debe ejercer en cada momento. Esencialmente es un táctico capaz de acomodar el relato a cada circunstancia en cada momento. Un clásico.
Montes se ha alejado tres años de la Alcaldía luego de quince pero ha logrado presentarse como lo nuevo, y no solo por su envidiable estado físico. Le han bastado un error y dos excesos post modernos para pintar una gestión, la de Paz, alejada de los ciudadanos y concentrada en su propia supervivencia. Montes habla de un pasado feliz que volverá de la mano de él, héroe salvador, y Paz, que no quiso posicionar la idea de crisis en su momento, plantea un pueblo salvador dueño de sus propias decisiones en busca de un futuro de éxito y grandeza. Las diferencias narrativas son sustanciales.
La mayoría de los estrategas del MAS creen que Montes dará por ganada su batalla con Rodrigo Paz y le cederá el asiento a Johnny Torres para lanzarse a la Gobernación. Entonces Álvaro Ruíz será quien tenga que demostrar todas sus capacidades para hacerse con la nominación que, actualmente, se ve complicada.
Posiblemente sea el bloque chaqueño, que ha dado muestras de ser más solvente y que cuenta con llegada directa a Morales, quien acabe definiendo. De momento todas las opciones están abiertas y Winter, is coming.
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