¿Cuánto manda Sánchez?
El Ministro de Hidrocarburos Luis Alberto Sánchez, tarijeño él, ha sido el patrocinador de la exploración de Tariquía y la incursión del fracking en el territorio nacional. Sánchez logró el apoyo del Presidente para ambos proyectos. Hasta tal punto convenció a Evo Morales que lo hizo...



El Ministro de Hidrocarburos Luis Alberto Sánchez, tarijeño él, ha sido el patrocinador de la exploración de Tariquía y la incursión del fracking en el territorio nacional. Sánchez logró el apoyo del Presidente para ambos proyectos. Hasta tal punto convenció a Evo Morales que lo hizo aparecer en ambas fotos donde las dos ideas se presentaban en forma de regalo para Tarija lanzando por la borda todo el posicionamiento de activista ambiental y defensor de la Madre Tierra. ¿Cuánto poder tiene realmente el Ministro Sánchez? ¿Cómo y cuándo lo ha acumulado? y sobre todo ¿Hasta cuándo le durará?
El principal valor del Ministro Luis Alberto Sánchez es su absoluta libertad. Sánchez no es un converso ni un advenedizo, es simplemente un militante que ha ido creciendo dentro del partido – Gobierno donde ha aprendido a moverse como pez en el agua. El ministro tarijeño procede de una familia humilde residente en un barrio tarijeño de los de siempre y que empezó su carrera trabajando de fiscal de campo de Yacimientos cuando los campos eran propiedad de la petrolera que lo explotaba y los funcionarios eran humillados en los accesos a dichos campos.
Sánchez, aparentemente, no le debe nada a nadie. Solito ha sabido ir colocándose en el lugar estratégico para ir avanzando, creciendo dentro de YPFB, acercándose a los tomadores de decisiones con su naturalidad y desparpajo. Haciendo el trabajo que le pidieron hacer en cada momento y apuntando rápido al siguiente escalón. En poco más de quince años ha pasado de fiscal de campo a presidente del Directorio de Yacimientos, puesto que ejerce como Ministro luego de promover una Ley que lo nomina para que así sea.
En toda esta carrera ha librado pulsos de los que ha salido ganador. Algunos más evidentes, otros más soterrados. El último fue encarnizado. Tras la metida de mano, presunta todavía, del expresidente de YPFB Guillermo Achá, cuyo único mérito fue ser designado por el presidente Carlos Villegas, la órbita del Vicepresidente Álvaro García Linera, que atizó sin pudor la investigación de la compra de taladros que a la postre le costó el cargo a Achá, exigió derechos sobre la vacante. Sánchez, siempre atento a este tipo de encrucijadas, acabó ganando el pulso colocando a su exviceministro Óscar Barriga al frente de la Estatal, pero fue a mayores y se colocó Ley mediante como presidente del Directorio, es decir, en la cabeza del máximo órgano, el que decide las licitaciones y regula los tiempos.
No hay duda de que este pulso no lo hubiera podido ganar sin el apoyo del presidente Evo Morales. García Linera dio el paso atrás dejando un regalo envenenado; aquello de “ya se han contratado las empresas para certificar las reservas”. Después no ha perdido oportunidad para señalar algunas de las recurrentes exageraciones del Ministro Sánchez cuando empieza a disparar cifras.
Sánchez se ha hecho poderoso, pero no pretende ser una amenaza política para nadie. El pulso con García Linera no pasa de lo pragmático. Nada que ver con lo que en su momento sucedía en el gabinete con Andrés Soliz Rada o el propio David Choquehuanca. Sánchez es costilla del mismo costal cuyo discurso se basa en la maximización de beneficios a costa de lo que sea, como se ha evidenciado. El discurso utilitarista es tan marcado que a Sánchez no le entra en la cabeza la posibilidad de que alguien no quiera los “regalos” de Evo.
Sánchez, con la simplicidad del capital con la que justifica las decisiones polémicas de ingresar en Tariquía o abrir las puertas a la fractura hidráulica, el fracking, con todos sus riesgos ambientales, personaliza el vaciamiento de contenido que ha sufrido el proceso de cambio a lo largo de los 12 años de Gobierno. De los actores altamente ideologizados que forjaron el proceso se ha pasado a actores tal vez más dotados técnicamente y con prácticamente nula capacidad de crítica o autocrítica a los que les gusta vestir bien y volar en jet prvado cada fin de semana. El MAS, sobre todo en Tarija, se ha llenado de figurettis que proclaman su fidelidad a Evo Morales en público y niegan ser masistas en todos los foros y rincones donde se sientan a compartir.
No es el caso de Sánchez, que obviamente se ha convertido en bastión masista reconocible al que trata de introducir a todos sus amigos de la infancia, del básquet, etc, como quien sigue librando su propia batalla contra la frustración. Donde sí se ha especializado Sánchez es en su capacidad para ensalzar la presidente allá donde quiera que esté. Una admiración genuina que parece ser la verdadera fuente de poder de Sánchez y cuyas consecuencias son, todavía, impredecibles.
El principal valor del Ministro Luis Alberto Sánchez es su absoluta libertad. Sánchez no es un converso ni un advenedizo, es simplemente un militante que ha ido creciendo dentro del partido – Gobierno donde ha aprendido a moverse como pez en el agua. El ministro tarijeño procede de una familia humilde residente en un barrio tarijeño de los de siempre y que empezó su carrera trabajando de fiscal de campo de Yacimientos cuando los campos eran propiedad de la petrolera que lo explotaba y los funcionarios eran humillados en los accesos a dichos campos.
Sánchez, aparentemente, no le debe nada a nadie. Solito ha sabido ir colocándose en el lugar estratégico para ir avanzando, creciendo dentro de YPFB, acercándose a los tomadores de decisiones con su naturalidad y desparpajo. Haciendo el trabajo que le pidieron hacer en cada momento y apuntando rápido al siguiente escalón. En poco más de quince años ha pasado de fiscal de campo a presidente del Directorio de Yacimientos, puesto que ejerce como Ministro luego de promover una Ley que lo nomina para que así sea.
En toda esta carrera ha librado pulsos de los que ha salido ganador. Algunos más evidentes, otros más soterrados. El último fue encarnizado. Tras la metida de mano, presunta todavía, del expresidente de YPFB Guillermo Achá, cuyo único mérito fue ser designado por el presidente Carlos Villegas, la órbita del Vicepresidente Álvaro García Linera, que atizó sin pudor la investigación de la compra de taladros que a la postre le costó el cargo a Achá, exigió derechos sobre la vacante. Sánchez, siempre atento a este tipo de encrucijadas, acabó ganando el pulso colocando a su exviceministro Óscar Barriga al frente de la Estatal, pero fue a mayores y se colocó Ley mediante como presidente del Directorio, es decir, en la cabeza del máximo órgano, el que decide las licitaciones y regula los tiempos.
No hay duda de que este pulso no lo hubiera podido ganar sin el apoyo del presidente Evo Morales. García Linera dio el paso atrás dejando un regalo envenenado; aquello de “ya se han contratado las empresas para certificar las reservas”. Después no ha perdido oportunidad para señalar algunas de las recurrentes exageraciones del Ministro Sánchez cuando empieza a disparar cifras.
Sánchez se ha hecho poderoso, pero no pretende ser una amenaza política para nadie. El pulso con García Linera no pasa de lo pragmático. Nada que ver con lo que en su momento sucedía en el gabinete con Andrés Soliz Rada o el propio David Choquehuanca. Sánchez es costilla del mismo costal cuyo discurso se basa en la maximización de beneficios a costa de lo que sea, como se ha evidenciado. El discurso utilitarista es tan marcado que a Sánchez no le entra en la cabeza la posibilidad de que alguien no quiera los “regalos” de Evo.
Sánchez, con la simplicidad del capital con la que justifica las decisiones polémicas de ingresar en Tariquía o abrir las puertas a la fractura hidráulica, el fracking, con todos sus riesgos ambientales, personaliza el vaciamiento de contenido que ha sufrido el proceso de cambio a lo largo de los 12 años de Gobierno. De los actores altamente ideologizados que forjaron el proceso se ha pasado a actores tal vez más dotados técnicamente y con prácticamente nula capacidad de crítica o autocrítica a los que les gusta vestir bien y volar en jet prvado cada fin de semana. El MAS, sobre todo en Tarija, se ha llenado de figurettis que proclaman su fidelidad a Evo Morales en público y niegan ser masistas en todos los foros y rincones donde se sientan a compartir.
No es el caso de Sánchez, que obviamente se ha convertido en bastión masista reconocible al que trata de introducir a todos sus amigos de la infancia, del básquet, etc, como quien sigue librando su propia batalla contra la frustración. Donde sí se ha especializado Sánchez es en su capacidad para ensalzar la presidente allá donde quiera que esté. Una admiración genuina que parece ser la verdadera fuente de poder de Sánchez y cuyas consecuencias son, todavía, impredecibles.