¿Quién sucederá a Evo?
La sucesión está en marcha. Pasan las semanas y la realidad empieza a imponerse en las filas del Movimiento Al Socialismo. Ni siquiera Héctor Arce Zaconeta ni el Vicepresidente Álvaro García Linera parecen creer ya en una solución de conveniencia distinta a la de pasar por las ánforas con...



tendría muchos más riesgos. Hasta la presidenta de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño, ha perdido el ímpetu a la hora de defender al presidente Evo Morales como única opción. Exponerse a un segundo fracaso es correr un riesgo innecesario para un presidente que ha roto records durante una década. Las bases masistas ya se han hecho a la idea, han digerido la derrota y esperan su momento. No va a ser fácil. El Presidente Evo Morales ni puede ni debe dar un paso al costado tan precipitado por el riesgo a que el partido se abra definitivamente en canal y las rencillas actuales, que de a poco van subiendo de intensidad, se conviertan en verdaderas batallas nucleares por el control del aparato que controle la sucesión.Morales aceptó la derrota y trasladó la decisión de la sucesión hasta el año 2018, ya a la vuelta de la esquina. Posteriormente empezó a bromear con la “segunda parte” de la batalla, etc, hasta que sus seguidores tomaron en serio la intención de buscar la repostulación incluso por encima del veredicto del precipitado referéndum constitucional del 21 de febrero de 2016.Las organizaciones matrices del MAS, los marxistas e intelectuales, los indigenistas y los burócratas que han creado desde el poder su poder, el bloque de la izquierda nacional y hasta los recientes conversos e invitados que han abrazado la causa hacen sus propias cábalas y predicciones; cálculos para saber a qué hombre o mujer arrimarse aún con el riesgo de que Morales se dé cuenta. Pronto no habrá siquiera que disimular.Uno de los problemas del MAS es que se han invertido los roles. Las organizaciones matrices han perdido todo el poder respecto al que ejercen desde los Ministerios operadores y asesores a todos los niveles. El ejército funcionarial al servicio del Estado supera en influencia a los militantes de base, sobre todo a partir del escándalo de malversación de recursos públicos del Fondo Indígena. En ese contexto, la batalla principal que se librará será entre los masistas “nativos” y los burócratas, a su vez subdivididos en múltiples tendencias, algunas de difícil cohesión.Los nativosEl escándalo del Fondo Indígena, que destapó la malversación de fondos en casi un centenar de proyectos dejando un daño millonario todavía en evaluación, ha tenido una importancia sustancial a la hora de reacomodar fuerzas en el aparato político. El Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos ha quedado tocado al ver a todas las matrices involucradas de una u otra forma. Lo más probable es que “la mano blanca” que decía el ex canciller David Choquehuanca estaba detrás de la noticia se haya llevado por delante a una generación de nuevos líderes que aspiraban a jugar un rol en 2020. Líderes que el gran público no llegó a conocer.Choquehuanca es quizá la víctima más visible del enfrentamiento entre los dos grandes grupos. Señalado como sucesor natural de Morales perdió el duelo personal con el Vicepresidente y fue apartado del gabinete. Su sucesor, Fernando Huanacuni, ha tomado posesión del Ministerio en su extensión y no pretende guardar ausencias. Con Choquehuanca se da por cerrado el espacio al indigenismo en la sucesión. El MAS, ya enfrentado a los pueblos del oriente, ha empezado a ajustar cuentas también con el nicho aymara y quechua, cada vez más alejado del núcleo con la deriva que ha tomado el Gobierno.El sector campesino, incluyendo a las Bartolinas, no está mejor y por similares causas. El Fondo Indígena se ha llevado por delante la credibilidad del sector en política y apenas le quedan parcelas sindicales que salvaguardar. Una buena parte de los campesinos que participaron desde el principio en el proceso, como Luis Alfaro o Damián Condori en Chuquisaca se han alejado del proyecto denunciando el desvío. No existe un líder que pueda suceder a Evo y apenas queda tiempo para formarlo.Entre los nativos se reconocen diferentes sectores como gremiales, obreros de la Central, cooperativistas y asalariados mineros e incluso choferes, sin embargo no se prevé que el sucesor de Morales tenga una marcada impronta sectorial que lo pueda privilegiar frente al resto.Entre el sector de nativos o fundadores, llegados además para dotar de contenido el proyecto, se cuentan tanto los restos de los partidos marxistas en todas sus variedades y sobre todo, los teóricos de la izquierda nacional. Los primeros se han mantenido en activo pero muy disgregados y conscientes de que no hay espacio para el dogmatismo doctrinal dentro del movimiento amplio definido para tomar el poder. Los segundos, representados por Andrés Soliz Rada hasta su fallecimiento en 2016, pusieron el sello a la nacionalización de los hidrocarburos en 2006, hasta hoy el mayor logro que el propio Gobierno se reconoce. Después se alejaron por los diferentes intentos de desnaturalizar el proceso aunque no han dejado de denunciar desde dentro o desde fuera las incoherencias o los deliberados retrasos en la industrialización por ejemplo. De más está decir que ni unos ni otros tienen un candidato fuerte que presentar a la sucesión y como máximo aspirarán a que el elegido se incline por una u otra tendencia.Los burócratasAl otro sector, el alimentado desde los Ministerios, les falta base social pero les sobran candidatos. El ya más numeroso en la tendencia es el que conforman los “invitados”, la mayoría conversos de otras ideologías y que, cuanto más radicales hayan sido, mayores posibilidades han tenido de acceder a un cargo público. En Tarija es donde más se ha practicado esa teoría gramsciana interpretada por Álvaro García Linera (el patrocinador de todos ellos) del doblegar y sumar: Pablo Canedo, Milcíades Peñaloza, Carlos Brú, Delfor Burgos, Óscar Montes son solo algunos ejemplos. Hay muchos más.El candidato de García Linera es probablemente él mismo, sobre todo a partir de haber renunciado a continuar una legislatura más. En el cálculo la posibilidad de que le vuelvan a buscar como persona entregada y desinteresada y con teórica disciplina marxista para ceder el testigo cuando el aparato decida. Mientras tanto, en la batalla de la sucesión juegan diferentes gallos, la más aventajada: Gabriela Montaño, mujer joven y experimentada en política, camba y sobre todo, servicial.Entre los burócratas procedentes del mundo ONG sigue contando Carlos Romero, el Ministro que ha sido de casi todo y que ahora ha retornado a tomar las riendas de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, con todo el poder que eso implica. Romero ya quiso ser presidente, aunque fuera por la vía de la temporalidad con la presidencia del Senado, cámara para la que fue electo. Morales se lo impidió y Romero acabó retornando al Ministerio.En el área puramente tecnócrata, ahora sin la referencia de Juan Ramón Quintana en el gabinete, se cuenta al Ministro Luis Arce Catacora, siempre dispuesto a construir una oportunidad con datos; a un desinflado César Navarro, que alguna vez tuvo proyección al estar al frente de la Agenda 2025, en la que coordinó con todos y cada uno de los miembros departamentales con algo que decir o a un Fiscal General, por mirar otras áreas, en permanente pelea con Carlos Romero.No va a ser tarea sencilla. Lo probable es que Morales cargue con todo el peso de la gestión hasta unos meses antes en los que designe al candidato y posteriormente cargue igual con el de la campaña. El MAS teme que el partido se desangre entre tantas cuchilladas.
¿Dónde fue el proceso de cambio?
Hace casi doce años, el Gobierno del Movimiento Al Socialismo llegó al poder tras un inicio de siglo convulso donde chocaron frontalmente dos agendas, la neoliberal con la nacional popular. Un duelo habitual desde la independencia, en la que intereses foráneos se han impuesto a las necesidades del país. En esta ocasión el vuelo en helicóptero de Gonzalo Sánchez de Lozada huyendo a Estados Unidos simbolizaba el final de una época. Por la vía democrática, en 2005 se impuso la agenda de octubre. “El proceso de cambio” se convertía en lema, elogiado incluso por el papa Francisco, hoy los más críticos señalan que poco a poco se fue vaciando de contenido.La nacionalización de los hidrocarburos en mayo de 2006 fue la primer gran medida del Gobierno nacional – popular que representaba el MAS. Una década y pico después parece casi la única. A la fecha no se ha industrializado una sola molécula de gas y se tardó casi diez años en construir las plantas separadoras de líquidos, elementales para el proceso. El litio, el mutún y otras grandes oportunidades siguen avanzando a ritmos lentísimos en comparación con las posibilidades o la tecnología.Los más autocríticos reconocen que el proceso de cambio apenas ha llegado a los servicios públicos. Se han construido numerosos colegios y postas, sobre todo canchas de fútbol y coliseos, pero la calidad de la salud y la educación siguen siendo mínimas por una diversidad de causas. Especialmente delicada es la situación respecto al sector productivo nacional. El batiburrillo ideológico del Movimiento Al Socialismo, dicen los más ortodoxos, ha hecho del modelo económico una suerte de cajón de sastre en el que cada cual ha ido metiendo su cuchara, sea marxista leninista con sus tesis de la disolución empresarial en el pueblo, sea socialdemócrata asistencialista, con sus tesis de los bonos para los niños pobres pero estudiosos, o imitando el capitalismo de Estado chino o jugándosela a la redistribución de la riqueza al puro estilo neoliberal…Los más advierten que lo difícil era hacer una transformación productiva, lo fácil era abrir las puertas de par en par para que las transnacionales de siempre llegaran a construir proyectos muy grandes, grandes, medianos y hasta pequeños.La sucesión de Evo Morales, pero sobre todo, la revalidación del proyecto del Movimiento Al Socialismo tendrán que ver con la construcción de esquemas más nacionalistas, en coherencia con la tendencia mundial.
El relevo en el entorno
De los gobiernos nacionalistas que se forjaron en la primera década de este siglo XXI muy pocos han conseguido dar el relevo en óptimas condiciones de forma que se garantice la continuidad. La mayoría, primero, se enrocó en intentar alargar sus mandatos a como diera lugar, algunos lo lograron y otros fueron censurados por ello.El caso más traumático del relevo se dio en Venezuela, donde un moribundo Comandante Hugo Chávez señaló al actual presidente Nicolás Maduro como su elegido para sucederle en el poder en el caso de que le pasara algo. Maduro representaba a la línea cubana frente a Diosdado Cabello, militar de la línea más nacionalista. El chavismo se debilitó con esa decisión que, aunque logró legitimarse en las urnas con un estrecho margen. Maduro, muy lejos de la figura de Chávez, ha acumulado derrotas y enfrenta una dura oposición que, alentada desde los centros de poder, trata de tomar por la vía de la violencia el poder en el país con la mayor reserva petrolera del mundo.En Brasil Lula Da Silva logró ceder el testigo en óptimas condiciones a Dilma Rousseff si bien en la última parte de su mandato se empezaron a quebrar algunas de las alianzas que le permitieron tener paz durante ocho años; principalmente la del loby mediático de O Globo. Rousseff también logró ganar dos veces las elecciones, la última en segunda vuelta, pero fue un juicio de responsabilidades políticas por un mecanismo contable fraudulento aplicado para esconder el gasto público lo que le hizo perder el poder. Las cámaras, con más del 60% de sus miembros investigados por corrupción, facilitaron la toma del poder de Michel Temer restaurando las lógicas de subordinación nacional.En Argentina Cristina Fernández de Kirchner no estaba preparada para dejar el poder, por lo que no se esmeró en buscar un sucesor de garantías. Daniel Scioli estaba muy lejos del proyecto nacional y así se sintió en las ánforas.En Ecuador se ha garantizado una transición sin aspavientos de un líder carismático de enorme trascendencia política, para bien y para mal, como Rafael Correa a otro, no menos carismático como Lenín Moreno.Qué hará Evo Morales al respecto de su propia sucesión es una incógnita, los resultados en el entorno advierten de las consecuencias de los malos cálculos.