Juntos somos más fuertes
El Chaco ha iniciado su andadura como Región Autónoma, la primera del país y por lo tanto pionera en un proceso que se debe llenar de contenido para que sea fructífero en el objetivo, que no es otro que el de contribuir al desarrollo pleno y armónico de sus habitantes.



La opción del Chaco es inédita en el país, pero nadie puede decir que no conocía hacia donde iba o hacerse el sorprendido. Menos si ha sido parte de las negociaciones y del diseño institucional actual. La autonomía regional viene de lejos, de la Constitución, del Estatuto, de la Ley Marco de Autonomías, y ha costado más de una década ponerla en marcha en funciones, pues todavía no será autonomía plena hasta que los ciudadanos no voten en las ánforas en 2020.Ahora bien, los discursos de confrontación han maquillado en mucho la verdadera dimensión de la Autonomía Regional. Las competencias son limitadas y pese a las torpezas al respecto de la conformación del tesoro y otras partes del diseño, la misión de la Autonomía Regional es gestionar eficientemente los servicios. Es cierto que para ello no era preciso un armatoste pesado como la Asamblea Regional, cuya misión queda limitada a fiscalizar al ejecutivo puesto que las competencias reconocidas en las leyes son de carácter ejecutivo.El enfrentamiento Chaco – Valle no beneficia a nadie, caminar hacia administraciones cada vez más minúsculas en lo político incrementa la vulnerabilidad respecto a la corrupción, pero también hacia la persuasión de intereses ajenos. Un Chaco de menos de 200.000 habitantes, tendido sobre dos fronteras vulnerables, cargado de gas y petróleo y todavía dividido y enfrentado en otras tres unidades seccionales más pequeñas no auguran un futuro de soberanía, más al contrario. Y en esas, todos deberían contribuir.
El editor@lamanodelmoto