Sánchez no puede aún ser Gobernador
Cinco ascensos en 15 años. Con el último acabó sentado en el Ministerio de Hidrocarburos. De haber tardado un poco más podría estar hoy dirigiendo la estatal petrolera, pero la carrera de Luis Alberto Sánchez ha sido meteórica.



Sin padrinos entró en Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos y tras pagar el derecho de piso el ingeniero electromecánico pasó a ser Jefe de Unidad, luego Director, luego Gerente y acabó en la vicepresidencia de Fiscalización y Contratos, la asentada en Villa Montes y una de las más atractivas para conocer los bajos fondos donde el poder político y el poder transnacional se tocan. Le bastaron un par de años para suceder a Juan José Sosa en el Ministerio. Fue en enero de 2015.Sánchez, Tulo, tarijeño, cuenta con gracia su paso por la “YPFB residual”, cuando tenían que pedir permiso con anticipación y por escrito para entrar a San Alberto y no recibían ni migajas de información. De verse en aquellas, hoy ha logrado alinear bajo su mando a todas las empresas públicas del sector. Hasta el gigante YPFB parece rendirle cuentas al Ministro, algo impensable en los tiempos de Carlos Villegas. Sánchez, con lo que aprendió en YPFB, ha jugado con habilidad sus cartas, al amparo de los que mandan en el gabinete y ganándose el favor de Evo Morales. Sánchez siente veneración por el Presidente y no lo oculta. Más al contrario, cada vez que puede lo expresa. No es extraño para quien vivió las entrañas de una empresa en extinción y toda su transformación.Sánchez es un tipo humilde del barrio del Carmen al que no era extraño encontrar en el Coliseo Luis Parra alentando a su equipo de básquet o acompañando a su hijo en bicicleta a los paseos de la masa crítica. Ya sin Quintana en el ranking oficial, es el tercer o cuarto hombre más poderoso del país. Ya lo era sin que eso le hubiera hecho cambiar sus costumbres de sábado de feria y banco y domingo de parrillada.Sánchez ahora está obsesionado con “los buenos” y “los malos” tarijeños y ha emprendido en solitario una batalla por su propio nombre. El Ministro domina las cifras y las recita de memoria hacia delante y hacia atrás. No siempre las hace coincidir con fechas, que a menudo son más propicias de olvidar para evitar amontonamientos. Y si toca, cuenta una anécdota. Aunque sea mala.En sus últimas llegadas a Tarija, Tulo Sánchez, que no negaba una entrevista, ha sacado un perfil belicoso. Montó una audiencia de rendición de cuentas a nivel nacional en el Hotel Los Parrales para cargar contra Setar, Emtagas y repetir de nuevo las cifras de inversión en el departamento.Sánchez tiene una espina clavada. No puede entender que los tarijeños sigan sin creer en la Planta Separadora de Líquidos ni en la Petroquímica, sobre las que no se han hecho esfuerzos de transparencia pero si de botín político. Tampoco que se cuestionen los planes de exploración. Sánchez no entiende porque le niegan palmadas en la espalda y felicitaciones luego de los millones y millones que han llegado a Tarija.Tulo Sánchez no puede ser Gobernador. Al menos de momento. Es un influyente. Los que mandan en el gabinete a veces le piden opinión sobre Tarija. Su amigo Pablo Canedo es el niño predilecto. Los otros amiguetes del básquet también se han colocado bien. El presidente Evo Morales le bromea. Él siempre supo moverse en los momentos de tensión. Cinco ascensos en quince años no lo hace cualquiera.Explorar San Telmo y Astilleros sonaba mejor que explorar en Tariquía. Pero es lo mismo. Sánchez no puede ser Gobernador, al menos hasta que resuelva el tema. La primera reacción, tras el decreto de mayo de 2015 que permitía el ingreso a las Áreas Protegidas, fue patear el balón hacia delante. Ya hemos llegado. La segunda ha sido una historia rarísima sobre una consulta previa, anunciada el mismo día (martes 24) que el presidente de YPFB, Guillermo Achá, aseguraba tener en el bolsillo a Petrobras para esas áreas, por lo que esperaba acelerar el trámite en la Asamblea Plurinacional.Sánchez insiste en que los mismos que exigen regalías para Tarija son los que hacen demagogia oponiéndose a la exploración en esas dos áreas. Sánchez insiste en que es un 0,03 por ciento lo que se estima será afectado. Sánchez insiste en que los que dejaron el Aguaragüe hecho un queso gruyere fueron los Gobiernos anteriores y que la tecnología actual, sumado a la conciencia, minimizará daños. Sánchez insiste en que los pobladores de Tariquía también quieren y merecen desarrollo… Pero insiste utilizando estrategias enredadas, haciendo hablar a terceros, entrando en jardines peligrosos, culpando a Cáritas o cargando contra el vino tarijeño. Y sobre todo, insiste enfadado.Sánchez, hábil como pocos para trazarse su propio camino, de seguro encontrará una forma más sincera de explicar cómo y porqué se va a entrar a Tariquía. Sin estridencias, sin enfrentamientos, sin hacer grupos de buenos y malos.