El ranking de los traidores actualizado
Una versión, bastante creíble, sobre un traidor de quinta puso de moda esta semana ese cruel delito que envilece tanto a la gente.



Es más fácil perdonar al rival que al traidor, incluso si el rival es leal -como dice algún refrán- tiene algo de amigo. Pero el traidor es el símbolo de la miseria humana, es algo así como la pérdida del alma. Sin embargo, su aparición es muy frecuente en el mundo y claro en Tarija y en Bolivia.Vayamos al traidorcillo de quinta que esta semana le amargó la vida al mundo futbolero boliviano. Según la versión, en la guerra entre dirigentes de la Federación Boliviana de Fútbol un angurriento decidió hacer público el error de su rival. Hecho al inocentón, anunció en su cuenta de Facebook que dos de los jugadores de la Selección Nacional habían sido mal habilitados. Los datos fueron prontamente tomados por los dirigentes de Chile y Perú, y semanas más tarde la Federación Internacional de Fútbol Asociado nos castigó.Semejante bajeza le costó al país perder las contadas esperanzas matemáticas ya no de clasificar, sino de mantener la emoción de competir. Fue una especie de muerte deportiva urdida sin escrúpulos y a la sombra de una pugna de ambiciones casi delictivas. En ese fangoso ambiente dirigencial no sucede por primera vez. Hay un largo historial de técnicos oportunamente destituidos, viajes casualmente anormales, jugadores marginados, jueces, etc.
Más allá del fútbolPero claro, esa cuasi banal traición en ese mega inflado “rey de los deportes” no deja de doler ni de recordar a tantas otras mucho más graves. Desde nuestro génesis patrio y a lo largo de estos casi 200 años no faltaron los judas. Cuántas veces no traicionaron a Bolívar y su visionario sueño de construir la gran Colombia hasta dejarlo marginado de la política. Y cuántas veces no apareció uno que otro no sólo traidor sino imbécil que en las ya fragmentadas cinco repúblicas apostaba a más divisiones. No sólo hace dos siglos, sino recurrentemente, basta recordar algunas voces altisonantes aquí en Bolivia el año 2009. ¡Qué calaña de traidores! Algunos a tal grado, con tal oficio, que hoy se revistieron de azul. Y claro, grandes traidores llegaron en cada etapa de nuestra historia. La de la Guerra del Pacífico. Ésa en la que militares y políticos liberales (que tenían socios chilenos) sabotearon la movilización de tropas y hasta neutralizaron nuestras contadas victorias. En la Guerra del Chaco supo a traición la conducta de algunos generales que, supuestamente ajenos a las necesidades del frente, organizaban dispendiosas bacanales en retaguardia.En nuestra historia política interna, los abuelitos siempre contaban cómo un ministro del presidente mártir Gualberto Villarroel cortó las líneas telefónicas de palacio. Aislado del mundo, aquel mandatario y sus secretarios se resignaron a ser linchados por una turba. Así de fríos y criminales suelen ser los traidores.
Traiciones desde la izquierdaCuando se recuperó la democracia, la figura de Marcelo Quiroga Santa Cruz descollaba y desnudaba los excesos de la dictadura. Eran tan indignantes las revelaciones que el pedido de cárcel para Hugo Banzer se multiplicaba y hasta sorprendía a sus propios camaradas. Además la figura de Quiroga cobraba talla presidenciable y opacaba a varios otros líderes aceleradamente. La respuesta fue un golpe de Estado que tenía al caudillo entre sus objetivos principales. Dolorosamente, un dirigente político y sindical de izquierda lo llevó a un lugar convenido con los golpistas. Cuando Quiroga se hallaba en ese sitio (la sede de la Federación de Mineros) junto a otros dirigentes, el traidor llamó a los golpistas y dijo la frase convenida: “Papá está en casa”. Menos de media hora más tarde se empezaba a consumar el asesinato de Marcelo. ¡Alta traición!
También hubo traiciones descaradas, espectaculares, aunque no menos dolorosas. Hubo un festival de esos cuando llegó la era neoliberal y se cayó el muro de Berlín. Los políticos bolivianos desesperados por llegar al poder pactaron con sus verdugos, con sus enemigos jurados, con sus delatores, con quien conviniese. La traición se volvió una estrategia y hasta doctrina política, en desmedro de la gente de a pie. Traidores descarados. Y en estos tiempos de cambio, ¿quedarán solo para un registro para un hipotético ranking las traiciones que sufrió Tarija? ¿No fue acaso una traición gigante permitir una gestión tan oprobiosa como la de Lino Condori en semejante momento económico? ¿No fue otra traición colosal que el gobernador fugado se haya resistido a renunciar para que ese régimen corrompido se acabe cuanto antes? Al parecer la era del gas fue la era de las grandes traiciones. Y viendo al país en su conjunto, puestos a revisar las consecuencias del actual Gobierno, ¿a qué veredicto llegarán nuestros nietos y bisnietos? ¿Habrá sido la era del cambio o de la gran traición a Bolivia? Ojalá que la lista no crezca para ese entonces.