Asalto al botín
El petróleo, dicen los expertos, no volverá a pasar los cien dólares. El pozo San Alberto nunca será el mismo. La industria paulista se abastecerá con gas cruceño de Incahuasi.



Puede que la broma de Vaca Muerta en Argentina se convierta al final en una realidad que colme el mercado interno para siempre. Margarita ya se ha partido en mil pedazos. Los planes petroleros en Bermejo tienen más de nostálgico que de cifras concretas… Y quizá pronto no quede ni Tarija.Cuando Adrián Oliva ganó las elecciones en segunda vuelta, el escenario era poco alentador: Dos tercios de la Asamblea Legislativa Departamental estaba controlada por el MAS (16) y sus afines de ISA (2) e Indígenas (3); 8 de 11 Ejecutivos Seccionales eran del MAS (ahora subgobernadores), otros tantos alcaldes; un Gobierno Nacional enfrascado en su propia supervivencia y a quien llevaba enfrentándose como insigne opositor desde 2006.Peor, el barril de petróleo ya había empezado su descenso vertiginoso y cualquiera anticipaba una crisis de proporciones trágicas para Tarija. Se sabía que había como 18.000 millones de bolivianos (Sara Cuevas dixit) comprometidos para los próximos años. Se sabía que los campesinos no iban a renunciar al Prosol…El contexto en mayo de 2015 no era diferente al de octubre de 2016, pero el clima social y político hoy es irrespirable: Los constructores exigen pagos, los campesinos su bono, los municipios sus obras concurrentes, los programas nacionales debitan las inversiones comprometidas, los proyectos en marcha se entrampan, las pegas son más inestables que nunca… y por si fuera poco: Cosaalt y Setar se disputan de quien es la culpa de que no haya agua.Al ruido insoportable, con olor a negociado y ambición, se suman, como no podía ser menos, asambleístas y subgobernadores, en un sálvese quien pueda, y en el que aparecen como más incisivos los teóricos aliados de Oliva, como Johnny Torres o Luis Pedraza, acrecentando la sensación de soledad. No ha habido en esta ocasión un Darío Gareca capaz de doblegar voluntades a diestra y siniestra para fortalecer al ejecutivo.Un MAS Tarija sin ideas ni líderes ha logrado poner contra las cuerdas al círculo cercano de la Gobernación tirando de economía y avaricias sin que hasta el momento nadie haya podido reaccionar. Desde algunos sectores del oficialismo olivista (si es que el concepto existe) se apunta al “golpe de Estado económico”, un término muy bolivariano traído al caso para explicar la situación que ahora vive Tarija frente a intereses opacos.El plan, en cuya génesis tiene mucho que ver el senador oficialista Milcíades Peñaloza pero sobre todo, el fatídico diseño institucional de la Tarija autonómica, es un plan gestado utilizando todos los recursos institucionales y de poder del Estado al servicio del Movimiento Al Socialismo (MAS), con el Ministerio de Economía y la Asamblea Legislativa como principales exponentes, pero también tiene dos factores de calle importantes: Los campesinos, que ya mostraron su poder en abril y septiembre con marchas y bloqueos de verdad contundentes y, aunque parezca contra natural, los empresarios, particularmente los constructores, dependientes de la obra pública que con su discurso han minado las bases naturales de Oliva y los suyos.
¿Cuál ha sido la respuesta?El Gobernador Adrián Oliva desplegó todas sus dotes políticas para hacerse con la nominación opositora como candidato a la Gobernación, sillón que hoy disfruta. Sus aliados, nunca demasiado entusiastas, siempre han reconocido la inteligencia política estratégica del Gobernador. Estos mismos también han advertido la lógica perniciosa del gabinete, sin muchas figuras individuales y con una función meramente representativa: los análisis se hacen con un grupo muy reducido de colaboradores, que son quienes en última instancia proponen decisiones.El primer año, el de gracia, se afrontó con un gabinete débil que logró posicionar la idea “crisis” quizá con demasiado éxito. Hubo secretarios a los que no se les conoció (ni conoce) una sola iniciativa. El Gobernador optó por un cambio en junio, pero los resultados no han arrojado mayor luz. Desde junio, agotados de crisis, los verdaderos problemas se han puesto sobre la mesa.La capacidad negociadora del equipo de la Gobernación está en entredicho: El Plan de Rescate sigue trabado un mes después de que el ministro Luis Arce Catacora reconociera la situación de crisis y el riesgo de recesión. El diálogo con los campesinos por el Prosol ha terminado en un fracaso anunciado y hasta el momento no se ha logrado estabilidad ni en la parte legislativa, ni con los subgobernadores ni con el Gobierno Central… Ninguno de los proyectos anunciados se ha concretado (Planta de Tratamiento, sociedad con YPFB, etc) y las aventuras para posicionarse en el plano nacional, como con el Consejo de Departamentos Productores de Hidrocarburos, también ha resultado tibio.La Gobernación ha intentado entonces gobernar por Decreto. Lo hizo con el Prosol, cuya anulación del Reglamento ha sido revertida (hasta que se pronuncie la Justicia) por la Asamblea Legislativa. Lo ha hecho con el Decreto de Reactivación Económica que limita las competencias de subgobernadores, abre el camino a la privatización de empresas públicas como Setar y Emtagas y fija las prioridades de inversión en la Agenda del Bienestar.La Gobernación ha intentado también acercamientos variopintos y una suerte de defensa popular en las calles con resultados controvertidos. El Plan Dignidad justifica, como lo hicieron sus antecesores sin excepción, inversiones en asentamientos ilegales. El Fondo Rotatorio ha contentado a otro de los sectores aliados, el de los gremiales de Teodoro Alejandro. La Gobernación también se ha acercado a Rodrigo Paz, alcalde de Cercado, con quien comparten inquietudes de la gestión y cierto análisis político de futuro pero falta de lo otro.Montados en el devaluado Comité Cívico y con eso se ha lanzado a las calles. Lo hizo el 6 de agosto para pedir una respuesta favorable para el Plan de Rescate mientras el presidente Evo Morales presidía la sesión de honor y el desfile por la efeméride en Tarija. Una afrenta que ha acabado por cortocircuitear los pocos canales de comunicación que Oliva y Morales habían abierto en el dulce primer año. La última ha sido esta semana, un millar de personas movilizadas un día laboral, a hora laboral, para pedir a la Asamblea que no apruebe la Ley del 8 por ciento para los municipios.Desde el punto de vista numérico, ni la del 6 de agosto ni la del 8 por ciento se pueden considerar victorias comparada con la contundente votación que logró en la segunda vuelta de las elecciones departamentales.La Gobernación ha puesto en marcha un tono “happy – populista”, calcado por momentos al que usa el Movimiento Al Socialismo con Evo Morales al frente pero con más buenismo y menos tierra. Diferencias que se sienten como abismos y que de momento no engancha ni por arriba ni por abajo.Lo cierto es que más allá de las coronas de flores y las entregas coloridas, a la Gobernación le falta un antagonista claro sobre el que empezar a construir una estrategia discursiva que sume colectivamente. Al amigos – enemigos, nosotros – ellos, le falta la réplica y más bien se ha convertido en un todos contra Oliva que va a ser difícil de gobernar con las antiguas lógicas.
“Álvaro, ya no te quiero”
Por compartir han compartido hasta asesores de comunicación, pero Álvaro Ruíz cruzó la línea y se metió con el Movimiento Al Socialismo. El hoy alcalde de El Valle y jefe de la Asociación de Municipios de Tarija con la venia del oficialismo, que quiere creer que todos los fichajes del último lustro no son solo advenedizos millonarios con interés de perpetuarse en la médula espinal del Estado, es una de las figuras del partido, una de las pocas voces que se deja sentir dentro del oficialismo que no acude a las reuniones de los miércoles y uno de los pocos que toman decisiones e iniciativas particulares y las someten al escrutinio público (no en lo que se refiere a la compra de vagonetas millonarias, sino en lo político).Ruíz, que aún es joven y tiene ganas de medrar, pergeñó el “inocente” plan del “1 por ciento”, que en realidad es un 8 por ciento ya que plantea ese monto fijo para cada uno de los ocho municipios no chaqueños. En la práctica no era mucho más de lo que habitualmente se destina a proyectos concurrentes sin mucho orden ni concierto. Cuando desaparezcan los subgobernadores en la próxima gestión, la Gobernación deberá reforzar las competencias de los municipios. El propio Ruíz pone el ejemplo del Chaco, en el que hasta un 30 por ciento de los recursos del 45 por ciento van a las alcaldías; eso sí, para partidas específicas como salud y educación.La iniciativa, seguramente con otras intenciones políticas, daba la oportunidad de empezar a configurar el diseño institucional de la Tarija autonómica e incluso, adelantar el fin de las subgobernaciones. Empezar a traspasar proyectos de los duplicados y competencias. Haber fijado las prioridades de inversión y los límites.A Ruíz seguramente le hubiera creado otros problemas en su partido de acogida, con los barones de las subgobernaciones amenazados, sin embargo, la Gobernación decidió descartar la propuesta y acusarlo de conspirador. Posiblemente lo era. Posiblemente aún lo es.
La caja de los truenos falsos
La asambleísta María Lourdes Vaca lo advertía el viernes: abrir la Ley Orgánica Electoral en estos momentos de convulsión política y con todos los sectores e instituciones reclamando por su parte puede resultar peligroso. En el fondo todos saben que los subgobernadores tienen que desaparecer; que el invento de Mario Cossío para marcar a los alcaldes y con los que el gobierno de Lino Condori hizo fiesta y media en el gasto ha salido mal; que en lugar de una autonomía que una se ha pasado al abigarramiento extremo, a la guerra de trincheras, a barrios contra barrios sin que, durante cinco largos años, estas nuevas instituciones hayan aportado algo al desarrollo departamental. En el fondo, todos también saben que el reparto de curules en la Asamblea Legislativa ya ha alcanzado un equilibrio sobre el que caben pocas modificaciones salvo que se agarre el asunto en serio y se potencien las circunscripciones provinciales sobre las municipales o seccionales. En el fondo, todos saben que los subgobernadores no quieren desaparecer y utilizarán el peso en la Asamblea para intentar forzar alguna situación alternativa o de consenso y que como dice María Lourdes Vaca los territorios van a reclamar pese a que a estas alturas pocos saben para que diantres sirve su asambleísta de 14.000 bolivianos y doble aguinaldo residiendo en Tarija.Postergar el tratamiento es hacerse trampa a sí mismos, pues todos saben también en la Asamblea que el conflicto se creará igual se afronte el tema a tres años o a tres meses de las elecciones, y el margen para llegar a consensos no es el mismo. Además, tal es el clima social y político, que un conflicto más suma poco en el imaginario y más bien, empieza a rebajar la presión con un significante vacío: “!Vienen a por la plata!”.Lo cierto es que el conflicto no existe, el Estatuto y el Tribunal Constitucional cerraron la discusión, cuanto antes se despejen las dudas que algunos alimentan y se acabe con las estructuras paralelas de intencionalidad política mejor será para Tarija.