Nervios en el gabinete de Evo
E0s común en todos los Gobiernos que cada cierto tiempo se desaten los rumores sobre cambios en el gabinete, se precipiten crisis para ajustar cuentas, lavar caras o dar nuevos impulsos.



El gabinete de Evo Morales no es la excepción, pero el presidente no ha sido nunca muy proclive a los cambios bruscos. En sus diez años de Gobierno son contados con la mano los Ministros a los que ha cesado fulminantemente. Pocos, y siempre tarde, los que han entregado la renuncia para tratar de tapar escándalos desbordados. Menos los que se fueron asumiendo públicamente un error. Y aún menos los que se fueron por discrepancias profundas de concepto.Desde la derrota en el referéndum del 21 de febrero, los rumores son semanales, los nervios están a flor de piel y cada vez se cometen más errores, lo que engendra nuevos rumores, más nervios y más errores. En las últimas semanas son cuatro Ministros de peso los que acaparan la atención de los corrillos en Plaza Murillo y aledaños. Los ecos llegan hasta Tarija donde cada cual juega sus intereses.El ministro de Gobierno Carlos Romero, la ministra de Comunicación Marianela Paco, el Canciller David Choquehuanca y el ministro de Economía Luis Arce Catacora son ahora los protagonistas. Otros han rebajado el tono hasta quitarse del medio, como el omnipresente Juan Ramón Quintana tras batirse con el escándalo CAMC.
En la picotaRomero lucha por mantenerse a flote con el cuchillo entre los dientes. Fue electo senador pero duró las horas del fuego. De retorno al gabinete tras el fiasco que supuso la designación del otrora lúcido estratega Hugo Moldiz (y su ventilada ambición de haber sido ungido presidente de la Cámara), el cruceño se ha convertido en un operador enigmático. Es cierto que controla una de las más poderosas estructuras de información del país pero sus métodos se han convertido cada vez en más imprevisibles. Romero reventó el “caso Zapata” con una detención policial muy poco ortodoxa pocos días después de haber perdido el referéndum. Romero renovó a toda la cúpula policial en todo el país antes de que le nombraran al viceministro de Régimen Interior en reemplazo del malogrado Rodolfo Illanes y cuyo asesinato ha derivado en una investigación que ha crispado el ambiente entre fiscales y policías con sus dos máximas cabezas a la gresca en los medios de comunicación. Romero ha cargado también contra el Defensor del Pueblo que osó cuestionar la labor de sus subordinados, pero no es nada como la deliberada mención del presidente Evo Morales en plena interpelación en la Asamblea cuando se trataba un tema tan espinoso como la no intervención que le costó la vida. La osadía le ha salido gratis de momento. Romero sabe demasiado.Los escandeletes no le han venido bien a la popularidad del gabinete, en caída libre desde su propia asunción en enero de 2015. Los índices de popularidad del Presidente Evo Morales nunca habían estado tan bajos como en este primer semestre de 2016. Siguieron cayendo incluso después de la derrota en el referéndum. Referéndum al que le empujaron con esos datos en la mano. En esto tiene mucho que ver la ministra de Comunicación Marianela Paco, cuya misión fundamental está relacionada a sostener una imagen pública de la acción de Gobierno aceptable más allá de lo que digan los manuales. Paco es un personaje duro amante de la confrontación, de buenos y malos y su gestión está dejando huella en el Gobierno, una huella profunda que será muy difícil de borrar. Paco tiene amigos en todas partes y tiene libertad para hacer con su cartera lo que quiera, otra cosa es si sus decisiones están contribuyendo en algo, por mínimo que sea, al desarrollo armónico del país. El continuo bombardeo de cifras macroeconómicas de rimbobantes millones han acabado por desorientar al más diestro. Los mensajes se contradicen y nadie es capaz de poner orden. El buenismo se impone. El último ejemplo, el crédito chino que anunció el jueves el presidente, muy similar al que ya había anunciado un año antes el vicepresidente, pero con varios miles de millones menos. Las cifras y los aplausos se mezclan y da la sensación de que nadie los tiene bajo control. La interpelación es lo de menos. Los resultados hablan por si solos.El Canciller David Choquehuanca es un peso pesado, la reserva moral hasta que el Fondo Indígena explotó entre las manos (blancas). Tocado, todavía pudo moverse bien en la última batalla y logró influir para colocar a casi en la mitad del gabinete que responden a su escuela más pachamamica. O ni eso. La pléyade de aduladores tampoco está respondiendo como se esperaba. Como próximos a Choquehuanca se identifican al ministro de Planificación René Orellana, a la ministra de Salud Ariana Campero o a la de Transparencia Lenny Valdivia. Muchos libros. La cuestión es que lo de la inspección a los puertos chilenos se empieza a atragantar en la comunidad internacional y puede resultar no tan beneficioso. La última afrenta diplomática lo ha dejado marcado a fuego aunque las ánforas lo hayan sacado del foco. Evo Morales fue el gran ausente en la firma de la paz entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno colombiano. Las explicaciones posteriores, en las que se evidenció que sus subordinados se pasaron de exquisitos antes de confirmar la presencia del presidente Morales en Cartagena pesan como una losa. Varias fuerzas operan en su contra desde La Haya y desde Nueva York, pero también es cierto que Choquehuanca siempre ha estado en el alambre.El otro peso pesado en horas bajas es el todopoderoso ministro de Economía y Finanzas Luis Arce Catacora. El gurú del modelo Económico Social Productivo Comunitario de Bolivia. Adulado por el Banco Mundial. El economista más político de todo el continente, capaz de encontrar una cifra para cada situación está ahora en la picota. De tanto negar la crisis parecía que no existía y los datos malos ahora se acumulan en la puerta. El dato del crecimiento en este 2016 puede convertirse en su puntilla. El presidente ratificó a sus ministros pero les pidió crecer, “si no todos fuera”. El dato de crecimiento al tercer trimestre se ha convertido en secreto de Estado, cuando no se trata de una décima arriba o una abajo. El doble aguinaldo depende de ello pero también varios miles de puestos de trabajo. No es año electoral y la coyuntura recomienda moderación. Es posible que la negativa exija sacrificios, y no todos sino uno. Arce Catacora puede acabar siendo víctima de su propio invento que tanto ha costado hasta el momento.
Tomar decisiones¿Necesita un nuevo impulso el Gobierno de Evo Morales? Los analistas coinciden en que sí, pero discrepan en el objetivo de ese nuevo impulso y en la valoración del escenario. Diez años de estabilidad institucional han permitido al país crecer. Pocos de los cambios de fondo han dado resultados contrastables y alguna aventura, como la de Moldiz, ha acabado pasando factura. Para los que consideran que Evo Morales debe intentar un nuevo mandato, agotando todas las vías legales y jurídicas para ello, entienden que renovar el equipo es básico. Más de la mitad de los votantes del MAS, según una encuesta encargada por el propio partido y publicada en la Agencia Boliviana de Información, también se lo exigen.La pelota está en el tejado de Evo, que se juega en este tramo final, más que una hipotética reelección, el recuerdo que quiere dejar en los ciudadanos y el papel que le reserven los libros de Historia.
Turbulencias en las regiones
El diseño institucional del nuevo Estado Autonómico dejó a la suerte las relaciones del gabinete con los poderes territoriales. En algún momento se optó por crear una suerte de delegados presidenciales para las autonomías que coadyuvaran en la coordinación, pero se acabaron convirtiendo en una especie de gestapillo política tanto para la oposición como para las propias bases. Paralelamente, se designaron coordinadores políticos para los departamentos entre los miembros del gabinete, con un papel directo en la organización de los movimientos sociales y en la orientación de las políticas tanto si se ejercía la función de Gobierno como de la oposición.Después de diez años de Gobierno y con Ministros de larga data, los intereses ministeriales y personales se entrecruzan con los de Gobierno y con los del partido.En Tarija el ministro de Educación Roberto Aguilar es el último reconocido mientras que la campaña del referéndum estuvo a cargo del ministro de Planificación René Orellana, remiendo de última hora al que no le dio tiempo de enderezar nada. En otros tiempos actuaron el ex ministro Pepe Sosa, que logró dar estabilidad a la gestión de Lino Condori, carcomida por dentro o al viceministro Jorge Pérez que dio la mano a numerosas incorporaciones reabriendo el cisma.Sin embargo, otros ministros manejan sus propios intereses en Tarija generando distorsiones entre las bases y sobre todo, entre las no tan bases recientemente adquiridas. Luis Arce Catacora, la propia Marianela Paco y por descontado, el único ministro tarijeño del gabinete, Luis Alberto Sánchez, mantienen contactos a diferentes niveles con personeros.El MAS alcanzó su máxima cuota de poder entre 2008 y 2010, coincidiendo precisamente con el desenlace del pulso autonomista donde el Gobierno supo mover sus fichas a conveniencia y las estructuras locales, incluso en los departamentos donde eran débiles, respondieron con fiabilidad. En la actualidad, perforadas por todo tipo de intereses y cálculos, las estructuras no funcionan y el proceso se limita a la estructura central del Gobierno.
MAS, bancadas que no existen
Lna coordinación de los movimientos sociales se ha resentido en los últimos meses con el escándalo del Fondo Indígena y la derrota en el referéndum. En Tarija la situación es peor. La Codelcam es apenas un recuerdo del pasado a partir del declive de Lino Condori pero sobre todo, del encarcelamiento de Julia Ramos, la líder Bartolina, señalada como una de las responsables en Tarija del desfalco del Fondo. Sin Codelcam y con demasiados ministros interesados, las fuerzas parlamentarias tampoco han sido capaces de articularse de forma consistente para hacer una labor de oposición a Adrián Oliva. Ni siquiera para amplificar los logros del Gobierno Central.El grueso de la población apenas podría reconocer el nombre de uno o dos asambleístas plurinacionales y pocos más de los asambleístas departamentales.En la bancada nacional, Milcíades Peñaloza e Ignacio Soruco son los que más se han prodigado por los medios de comunicación, pero resulta complicado para las bases identificarse con ellos, ambos procedentes de la élite tradicional chapaca. Peñaloza ha abanderado un par de proyectos de salud para Tarija, como el Oncológico y el Instituto Cardiovascular, que de momento solo se sabe que costarán muchísimos millones y que alguien se adjudicará la construcción cuando haya plata para encararlos. Soruco ha salido a defender el proceso en algunos momentos importantes y se ha retraído en otros, como después del referéndum. En su agenda aparecen temas principalmente de Hidrocarburos. La Bancada en su conjunto no ha sido capaz de mostrarse como bloque ni defender Tarija en algunos momentos delicados, como durante el asedio de los débitos automáticos en junio.La bancada departamental es aún más débil. Los descarados intereses sectoriales primados a principio de la gestión para manejar “pegas” han dado paso a un silencio sepulcral, salvo contadas excepciones. Actualmente, sus filias se reparten entre la instrucción nacional y la necesaria lealtad al subgobernador de turno en su provincia. La bipolaridad, en ese sentido, no está permitiendo al MAS articular un discurso coherente ni mostrarse como alternativa. El tiempo sigue corriendo en contra.