¿Rebelión en el MAS Tarija?
¿Por qué el presidente Evo Morales tuvo que llegar, como siempre de urgencia, a la Base Aérea tarijeña, reunir a su bancada en la Asamblea Legislativa Departamental durante más de 4 horas para definir que la Directiva del ente seguiría en manos de William Guerrero tal?



¿Por qué después de eso, al día siguiente y con una mayoría absolutísima azul, la Asamblea tardó más de dos horas en definir si el voto sería secreto o cantado? La respuesta, dicen los propios sin nombre por temor a represalias, parece evidente: el MAS está en descomposición.William Guerrero es, como tantos, un converso que abrazó el masismo y entregó sus credenciales para ingresar en la lista como asambleísta por Padcaya. El presidente Evo Morales lo aceptó como viene haciendo con todos los que le ponen al lado en los últimos años. Le puso pruebas y lo aireó por todos los círculos en los que a él le tocó estar, poniéndolo en lugar visible de las fotos.Lo de recolocar a los suyos le fue mal, lo de ponerle palitos al gobernador, pese a la inusitada ayuda recibida, tampoco le fue muy bien. Apenas la interpelación y censura in extremis del ex amigo y ahora “traidor al proceso” secretario de Gobernación Luis Alfaro le sirvió como mérito para postular a un segundo periodo al frente del Legislativo. No fue fácil, no hubo una nominación por aclamación, y si no fuera por la nula trascendencia mediática del resto de legisladores la decisión podría haber cambiado. El lunes 30, mirando el reloj, el presidente en la Base Aérea eligió entre desconocidos.El MAS tiene una mayoría abrumadora, 16 de los 30 son del partido. ISA, que tiene dos, firmó el apoyo en la campaña y los indígenas juegan a ganador siempre. Con todo, durante la tarde del 31 de mayo, dos horas después de que se iniciara la sesión para elegir la Directiva y los presidentes de Comisión todavía no se había decidido la fórmula de votación. El fantasma de la traición sobrevolaba el hemiciclo. Cabezas gachas evitando ojos que se crucen.Finalmente Willam Guerrero fue el electo para un cargo que deberá empezar a utilizar para lo que es y que, los que todavía creen en el aparato, piden se pueda utilizar para recomponer los restos de un partido cuyos miembros andan huyendo en estampida, sean cargos relevantes como subgobernadores o concejales, sean bases militantes.