Elecciones, cuestión de carácter
Precampañas orgánicas, pugnas de poder, de familias y de grupos, juegos de póker, de ajedrez y de mentiritas a medias para lograr el objetivo: Ser candidato con respaldo de “varias/muchas organizaciones” para la Gobernación de Tarija.
Las peleas de familia son eso, de familia. Gane quien gane llega un momento en que la familia rema en la misma dirección. Si la familia es honesta, pone en primera posición al mejor preparado para ganar la guerra. La guerra, como sucesión de batallas, empieza en casa. Y hay veces en que la batalla previa deja tantos daños colaterales que imposibilita incluso la comparecencia en el campo de batalla.De los cuatro candidatos en carrera (al menos al cierre de esta edición), cada uno tiene sus penas, sus vergüenzas, sus pecados y sus debilidades. A partir del 29 de diciembre, cuando todo sea oficial, los candidatos intentarán poner el contador a cero para volver a empezar dibujando un camino de rosas hacia el 29 de marzo. Para entonces deben haber mejorado o al menos diseñado una respuesta para las debilidades que sus propios estrategas, y los contrarios, reconocen y que se resumen a continuación.Las penas de CabreraEl licenciado en Economía y ex Rector de la Universidad Juan Misael Saracho necesita urgentemente un manual nuevo de campaña. De momento ha rescatado el de 2010 y está obsoleto. La confrontación acabó ese mismo año pero unos meses después, cuando el rodillo PAN – MAS descabezó la gobernación electa arguyendo una Ley hoy inconstitucional que puso pies en polvorosa a su contrincante de entonces Mario Cossío con quien perdió en un ajustado 49-44% certificando los mejores resultados del MAS hasta la fecha.Hoy los opositores, incluyendo Mauricio Lea Plaza o Adrián Oliva, firmes defensores del proceso autonómico, dicen que no son opositores sino alternativa a un Gobierno reelecto por tercera vez pero que debe empezar a aceptar las diferencias. Óscar Montes es, en ese contexto, el paradigma del pragmatismo.Cabrera habla también de proyectos técnicos y del problema de agua resuelto en 2015, pero a su espalda aparece apenas Roberto Ruíz, actual secretario ejecutivo y sostén fundamental de la Gobernación interina de Lino Condori, con sus aciertos y también con sus fracasos. Cabrera habla con convicción de la lucha contra la corrupción, pero la sombra de los cuatro años de gestión y sus escándalos es alargada.Cabrera habla también de que Montes, Lea Plaza, Oliva, Lema y un largo etcétera son sus amigos y que no va a entrar en guerras sucias, olvidando que si algo cuestionan las bases del MAS es precisamente que su candidato no es de los suyos, sino de los otros. Al Cabrera medio agotado de las últimas semanas lo eligieron por mayoría los dirigentes de las organizaciones sociales que sabían perfectamente que el presidente Evo Morales ya había tomado una decisión asesorado por quien sabe quién y que se verá pronto si asume o no la responsabilidad de sus actos. El frío acto de presentación pública entre Cabrera y Morales, donde el candidato ni siquiera atendió a la prensa pareció un mal augurio. El Licenciado quizá era el mejor candidato del MAS en este momento, toca demostrar. Sus adversarios no van a dejar de meter el dedo en estas llagas.El ego de AlfaroEl diputado Luis Alfaro se aferra a su pasado militante, el de los diez años en la Federación de Campesinos y otros nueve en las cámaras plurinacionales, como asambleísta y diputado del proceso de cambio para presentarse como el candidato que debería haber sido, pero en el camino va encontrando algunas amistades peligrosas.Alfaro se ha atrevido a cruzar una línea de la que pocos han salido bien parados, como la ex diputada Rebeca Delgado, pero reclamando toda la historia y toda la imagen del presidente para sí. Algo así como un MAS – Auténtico al estilo tarijeño.Para el MAS orgánico no hay duda, Alfaro ha cruzado la línea de la traición desoyendo las recomendaciones del propio Álvaro García Linera y Evo Morales: “derrotar y sumar” en referencia a la gran cantidad de ex opositores y conversos que se han incorporado al MAS en estos largos nueve años en los que lleva ejerciendo el poder.Alfaro desafía más alto y convierte una reunión de censura con el presidente Evo Morales, que lo llamó al orden, en otro acto proselitista a su favor. Él se mueve entre los grandes y esa es la imagen que quiere explotar para combatir las críticas a su egocentrismo causal de la división.Nadie puede decir que Alfaro no lo había advertido, si, incluso varios años antes. Con todo, el terreno para la jubilación anticipada estaba abonado para él de no haber protagonizado esta revolución. Para los opositores, Alfaro es más de lo mismo y ni sus colaboradores ni sus recetas distarán de lo que el MAS ha propuesto a Tarija en estos últimos años. Además, a Alfaro le acusan de instrumental tanto a un lado como a otro. Unos dicen que pretende dividir el MAS, otros dicen que también sumará votos de entre los ciudadanos cansados de ver las mismas caras en la oposición y en el oficialismo. Alfaro no tiene aparato y seguramente tampoco plata para una campaña de largo aliento. Las malas compañías pueden arrastrarle al fondo de las miserias.Lo “jaila” de OlivaA Adrián Oliva se lo vienen advirtiendo desde hace tiempo: “demasiado blanco” para gobernar en Bolivia. El diputado lo está intentando contrarrestar con una campaña a pie, más cerca de los ciudadanos y muy fotografiada por las redes sociales que en ocasiones le resta credibilidad. Lo mismo es la pedaleada de la Masa Crítica que en el barrio de Juan Pérez, la foto para el face no falta.Cuando cayó Cossío, Oliva se perdió en La Paz. De hecho se dedicó fundamentalmente a temas de Derechos Humanos en el plano internacional, pero de esos casos políticos que afectan a miembros de la derecha. Roger Pinto por aquí, Leopoldo López por allá, hasta que decidió romper formalmente con su partido, Camino al Cambio, dándolo por muerto y enterrado en una entrevista a dos páginas en El Nacional. Las furias recorrieron la bancada y Oliva se recluyó con algunos incondicionales a montar un partido nuevo, o con lo más nuevo que se tuviera a mano. Alan Echart, el asambleísta suspendido de Camino al Cambio por su pasado militante en el Comité Cívico ha sido el más firme pilar. El más convencido en la necesidad de crear algo nuevo basado en “valores”, hasta que la política se impone y los números no cuadran. Oliva apostó a una carrera de fondo cuando lo que tocaba era un sprint, de lo contrario, no habrá más noticias de Vanguardia hasta dentro de cinco años. Esa puede ser una opción, claro, aunque no lo parece. El arrastre de Oliva es sensiblemente menor al de todos sus contrincantes, pero también puede resultar el más novedoso o fresco en el momento de la verdad, esto es, después de navidades cuando la campaña ya sea un hecho. De momento, Oliva, parece “uno de los otros”.Montes, de nuevoMontes era el candidato “normal”. Él mismo lo definió así hace más o menos dos años también en una entrevista con El Nacional. Para acabar siéndolo de forma oficial ha jugado probablemente la peor partida de su vida, con varios amagues, varios intentos de conformar una “unidad” en la que nadie creía, y menos si se trataba de consensuar un programa común.Al final convocó a una reunión a la que le aparecieron algunos que no deseaba, luego tuvo que retroceder para al final acabar proclamándose candidato en solitario (salvo por el apoyo del MNR) en lo que ha sido tildado por un acto de soberbia para unos y de “realpolitik”. Luego ha admitido en su seno algunas siglas (carentes de base) y bases (carentes de siglas). Veremos que concesiones hace al final.Con la debilidad de alguno de sus contrincantes, a Montes le puede pesar precisamente la fortaleza. Los suyos pueden estar muy convencidos pero para el resto puede resultar poco atractiva una “victoria arrolladora” para movilizar el voto.A Montes, con ese aire a lo patrón, a lo Rafael Correa, le falla también lo fallido de su revolución ciudadana nunca del todo bien explicada ni aplicada. Montes lo controla todo, pero no hay agua ni alcantarillado. Y si a eso se suman los 15 años de gestión (aún con la excusa de que los siete primeros no había plata, etc, etc) la gente puede temer lo peor. Dejar como herencia a sus seguidores en el municipio el tener que abordar los servicios básicos. Básicos, básicos, como ordenar el transporte o planificar una mancha urbana enorme no parece lo más lógico, ni tampoco lo más “vistoso” de un legado tan largo y con tantos recursos.El otro talón de Aquiles, consecuencia también de los muchos años de gestión, es la pesada carga judicial que acarrea y que sin duda será parte sustancial de la campaña como ya lo está siendo de la precampaña, tanto por las sospechas como por el fantasma del último Gobernador electo y huido, Mario Cossío, que podría repetirse si en cinco años se ejecuta alguna sentencia desfavorable.