¿En qué momento un político pierde la honorabilidad?
Unos pueden cruzar ríos de sangre y otros ni siquiera cuestionar la decisión, ya no de un superior, sino de un aliado. Unos pueden pactar a la derecha y a la izquierda sin dejar de ser quienes son y otros no pueden si quiera manifestar una opinión personal sin que sea censurada.
Una campaña, pero sobre todo una precampaña, puede encumbrar a algunos pero sobre enterrar a otros. Embaucadores, falsos y traidores son, casi por ese orden, los más rechazados. La gente suele rechazar más a los que mienten de lado que a los que mienten de frente y no es lo mismo decir que construiré 200 carreteras y construir 4 que decir no pactaré con Montes y lo contrario, cuatro veces, en cuatro días.Por aquellas cosas de la política, siempre muy por detrás de la sociedad, sus actores siguen creyendo que un puñado de siglas y cuatro barbudos sentados en la mesa diciendo lo altos y guapos que son es suficiente para ganar una elección. Y si no es suficiente, sólo hay que sumarle un montón de barrios embanderados y algunas farras discrecionales. Otros también creen que si el pueblo quiere a X y X quiera a Y, el pueblo va a querer a Y, y eso si que es difícil, porque el pueblo puede querer a X y a A o F y no necesariamente a Y, sobre todo si Y ha aprovechado su cercanía para querer pasar por él.Dicen algunos, que en campaña, sobre todo, hay que intentar no perder lo que se tiene para ganar lo que no se tiene. Pues eso.El editor.@lamanodelmoto