El 10 de enero está programada la posesión de Nicolás Maduro
Los nervios y la tensión militar se extienden por Venezuela
La oposición venezolana redobla su apuesta para impedir la nueva posesión de Maduro con marchas y apelaciones a una asonada militar, que se ve cómo única posibilidad real de alcanzar el objetivo
La oposición venezolana lleva 26 años tratando de hacer caer al chavismo, que llegó al poder tras el esperanzador triunfo electoral de Hugo Chávez en diciembre de 1998 y que ha acabado consolidándose como un régimen autoritario, con una economía fallida que ha provocado la emigración de una cuarta parte de su población. Esta semana, el antichavismo vuelve a concentrar las miradas, en su enésimo intento de llamar la atención del mundo buscando una palanca que produzca un cambio que hoy parece inverosímil. Para hoy hay convocadas movilizaciones en Venezuela y el resto del mundo y nadie sabe exactamente qué sucederá el 10 de enero en una ceremonia a la que Luis Arce tampoco asistirá.
Edmundo González asegura haber ganado las elecciones del 28 de julio y ha prometido viajar a Venezuela el viernes coincidiendo con la toma de posesión por un tercer mandato de seis años de Nicolás Maduro, reconocido como ganador oficial de unos comicios de los que el chavismo no ha divulgado las actas electorales.
González, exdiplomático de 75 años, mantiene en secreto su plan para la anunciada toma de posesión que, excepto sorpresa mayúscula que solo podría darse con un también improbable alzamiento militar, tiene todos los números para quedarse en un gesto simbólico. No obstante, ese secretismo y la gira por Latinoamérica que realiza González ha conseguido poner nervioso al régimen, que ha anunciado el despliegue de más de un millar de militares en sitios claves.
El expresidente colombiano Andrés Pastrana anunció ayer que nueve exmandatarios de la región acompañarán a González –que en septiembre acordó con el chavismo su salida del país para asilarse en Madrid– en su retorno a Venezuela. Pastrana no confirmó la lista de expresidentes, entre los que podrían estar los también conservadores Vicente Fox y Felipe Calderón, de México, el colombiano Juan Manuel Santos o el boliviano Jorge Quiroga; ni tampoco explicó la vía de ingreso, aunque aseguró que sería por aire y no por una frontera terrestre. “Si no se permite el ingreso de la nave con expresidentes y posiblemente otros líderes, incluso puede haber colegas periodistas, lo que queda claramente demostrado es que en Venezuela hay una narcodictadura”, afirmó Pastrana.
El ministro del Interior, Diosdado Cabello, insistió ayer en amenazar a González con la detención. “Sabe que apenas asome un dedo en Venezuela será detenido y acusado de todos los delitos de los cuales está señalado”, dijo Cabello. “Dice que viene con unos expresidentes; vengan que los estamos esperando. Santos, vente. Pastrana, vente”, agregó quien está considerado número dos del chavismo.
Pero lo que más preocupa al régimen es tener controladas las calles. Por eso el chavismo ha respondido con una contramanifestación de apoyo a Maduro a la convocatoria de la oposición para mañana en Caracas, víspera de la toma de posesión presidencial. La líder opositora María Corina Machado –que vive en la clandestinidad en Venezuela– anunció ayer que participará en la manifestación antichavista. “Por nada del mundo yo me pierdo ese día; esto es un día histórico”, dijo Machado en rueda de prensa telemática. Machado se mostró convencida de que el viernes González se convertirá en nuevo presidente de Venezuela y pidió a los asistentes a la marcha de mañana que vayan vestidos con camisetas amarillas, azules o rojas, colores de la bandera venezolana.
La alusión de Machado a la cooperación militar en su causa tuvo lugar después de que el lunes el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, rodeado de la cúpula militar, ratificara “el irreductible compromiso con la democracia venezolana” de las Fuerzas Armadas reconociendo a Maduro como presidente. Padrino compareció poco después de que González, implícitamente, exhortara el domingo a las fuerzas armadas a un levantamiento militar para “restaurar la soberanía popular manifestada en el voto”.
Machado insistió ayer en la solución militar. La líder opositora dijo estar en contacto con policías y militares que “están tomando decisiones”, en referencia a la toma de posesión del viernes, e insistió que en el interior de “la dictadura” existen “divisiones y fracturas cada vez mayores”. “El sistema está en una fase terminal, eso es un castillo de naipes”, afirmó Machado.