Putin busca una victoria aplastante en unas elecciones contra rivales de paja
El equipo del fallecido Navalni pide usar el voto para protestar contra el Kremlin
A Vladímir Putin no le hacía falta pedir ayer jueves el voto para lograr la reelección en las elecciones presidenciales que comienzan hoy en Rusia. Con la oposición verdadera borrada del mapa y tres rivales que ni habría que llamar así, tiene asegurada desde hace tiempo una victoria aplastante. Pero al Kremlin, inmerso en la guerra con Ucrania, rotos los lazos con Occidente y con el recuerdo del líder opositor muerto Alexéi Navalni todavía muy presente, le interesa vestir estos comicios intrascendentes de una capa de indudable legitimidad. Por eso el presidente ruso pidió ayer a los rusos que vayan a votar en unas elecciones que duran tres días, del 15 al 17 de marzo. El objetivo no es solo ganar con un amplio porcentaje (82 % pronostica la última encuesta), sino también que haya una alta participación para que no quede una sombra de dudas y parezca que recibe el apoyo total de los rusos.
Tras la reforma constitucional de 2020 y el arrinconamiento de la oposición, reprimida con más ahínco durante los dos años de conflicto con Ucrania, el trámite de la reelección de Putin se presentaba como un camino de rosas para el líder ruso.
Las figuras de la oposición democrática más contestataria se habían ido al exilio o terminaron en la cárcel. El mismo camino habían seguido algunos nacionalistas patriotas que criticaban la forma de combatir en Ucrania, como Ígor Guirkin ‘Strelkov’, que insinuó incluso querer presentarse a las elecciones.
Kyiv considera ilegal que Moscú lleve los comicios también a las zonas ocupadas de Ucrania
El proceso de selección de candidaturas hizo el resto. La Comisión Electoral Central rechazó las candidaturas de dos aspirantes pro paz, Yekaterina Duntsova en diciembre y Borís Nadezhdin en febrero.
La carrera electoral quedó entonces hecha a medida de Putin, con tres rivales sin trascendencia, representantes de partidos teóricamente opositores pero que en la práctica apoyan sin fisuras al Kremlin y se cuidan mucho de molestar al poder. Todos apoyan la campaña militar contra Ucrania.
Los tres convidados de piedra son estos: Leonid Slutski, líder del ultranacionalista Partido Liberal-Demócrata; Nikolái Jaritónov, por el Partido Comunista de la Federación Rusa; y Vladislav Davankov, de Gente Nueva, que se autodefine como liberal.
Pero la sombra de la duda, esa que no debía aparecer en estos comicios para que Putin venza con más del 67,69 % que logró en las pasadas elecciones de 2018, se presentó de improviso el 16 de febrero. Ese día murió Alexéi Navalni en una colonia penal del Ártico. Oficialmente, de causa natural tras dar un paseo. Su equipo y su viuda Yulia, que se encuentran en el exilio, no lo creen y han acusado directamente a Putin de matarlo. Los gobiernos occidentales también han señalado como responsable a Putin, acusaciones todas ellas rechazadas por el Kremlin.
Sea como fuera, Navalni ha sido en la última década el único líder de la dividida oposición rusa que le quitaba el sueño a Putin, el único capaz de sacar a la calle con su carisma y discurso directo a decenas de miles de manifestantes. Y después de muerto sigue haciéndolo. A su funeral en Moscú asistieron miles de personas, desafiando a la posibilidad de ser detenidos. En muchas ciudades del país se levantaron memoriales improvisados para rendirle honores. Y su recuerdo puede terminar influyendo en estas elecciones.
Yulia Naválnaya, que ha decidido seguir la lucha, ha relanzado una iniciativa de protesta que propuso su marido: pidió a los rusos votar el 17 de marzo a las 12 del mediodía, para así colapsar unas votaciones que consideran una “farsa” sin garantías democráticas.
Para el Kremlin el ideal sería que la participación supere el 67,54 % registrado en las anteriores elecciones de 2018 y que Putin salga victorioso con más del 76,69 %, el resultado que obtuvo entonces. Además de las circunstancias creadas con mano dura por el poder, los números están a su favor. Un sondeo de esta semana del Centro de Estudio de la Opinión Pública (VTsIOM) pronostica una victoria aplastante con el 82 % y una participación del 71 %.
En un mensaje en vídeo, el jefe del Kremlin dijo ayer a los rusos que estos comicios son “un paso hacia el futuro” y su resultado “tendrá un impacto directo en el desarrollo del país en los próximos años”. Les pidió que voten, y vinculó su participación en las elecciones con la intervención militar en Ucrania que él ordenó hace poco más de dos años. “La participación en las elecciones es una manifestación de sentimientos patrióticos. Esto lo entienden perfectamente los habitantes del Donbass y Novorrossiya, quienes, en las condiciones más difíciles, votaron en referéndums por la unidad con Rusia y también votarán estos días”, subrayó.
Efectivamente, Rusia también pondrá las urnas en las provincias ucranianas de Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Luhansk, que en septiembre de 2022 declaró anexionadas aunque sus tropas no las controlan totalmente. Ucrania rechaza por ilegal que Rusia celebre elecciones en esas zonas y su Ministerio de Exteriores pidió ayer a sus aliados que no reconozcan los resultados.
La victoria de Vladímir Putin, de 71 años, está cantada. Así, el hombre que más tiempo ha gobernado en Rusia desde los tiempos de Stalin seguirá al frente del país otros seis años. La reforma de la Constitución que él mismo impulsó en 2020 le permitirá volver a presentarse en 2030 y ser presidente de Rusia hasta mayo de 2036, cuando tenga 83 años y haya superado la marca del dictador soviético.