Aún hay rechazo a los resultados electorales
Rumbo al 1 de enero: Lula y el camino a la transición
Los preparativos comenzaron incluso antes de que el presidente saliente se pronunciara sobre los resultados del balotaje, cuestión que se hizo finalmente el martes de la semana pasada dando tranquilidad al país
Las elecciones presidenciales ya pasaron y en Brasil la noticia del regreso de Luiz Inácio Lula da Silva al poder trajo consigo el regocijo de sus seguidores como así también las felicitaciones de los líderes de izquierda de la región. No pasó desapercibido que los simpatizantes del actual mandatario Jair Bolsonaro llevaran adelante paros y bloqueos en rechazo a los resultados de las urnas y pidiendo abiertamente un Golpe de Estado, lo que da muestras de la polarización del país.
No obstante, y pese a las tensiones, el equipo del ahora mandatario electo ya comenzó a preparar la transición para asumir el poder el 1 de enero de 2023.
Los preparativos comenzaron incluso antes de que el presidente saliente se pronunciara sobre los resultados del balotaje, cuestión que se hizo finalmente el martes de la semana pasada; aunque en su discurso no reconoció su derrota ni felicitó a Lula, dijo que seguirá "cumpliendo todos los mandatos" de la Constitución.
Transición
Como primer paso para el traspaso de administración, fue designado el vicepresidente electo Geraldo Alckmin para coordinar el equipo de transición. Alckmin tendrá a su cargo a 50 personas, entre cuadros técnicos y políticos, para dialogar con integrantes de la administración de Bolsonaro.
Por su parte, del lado del Gobierno actual, el ministro de la Presidencia de Brasil, Ciro Nogueira, dijo que el mandatario lo autorizó para dar inicio al proceso de transición.
Las negociaciones con otros partidos, especialmente centristas, también han comenzado. La presidenta nacional del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, dijo que buscará a los presidentes del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), Baleia Rossi; del Partido Social Democrático (PSD), Gilberto Kassab; y de otras agrupaciones, para discutir sobre la transición de gobierno.
A esto se añade una reunión realizada el martes pasado con los representantes de los espacios políticos que conformaron la coalición Brasil de la Esperanza, que apoyó a Lula en los comicios, entre ellos el Partido Comunista de Brasil (PCdoB), el Partido Verde (PV), Solidariedade, el Partido Socialismo y Libertad PSOL), Rede Sustentabilidade (REDE), el Partido Socialista Brasileño (PSB), Agir, Avante y el Partido Republicano de Orden Social (PROS).
De acuerdo con la titular del PT, este encuentro fue "para comenzar a organizar la transición" y para tratar las agendas que se tramitan en el Congreso.
"Hay varias agendas que se están procesando en el Congreso Nacional que son importantes para Brasil y que tenemos que discutir, hablar con este Congreso todavía. No solo el que se eligió a partir de 2023", comentó durante una rueda de prensa.
Entre tanto, el empresariado le hizo llegar a Lula cuáles son los intereses que les gustaría preservar. Por un lado, no quieren que se toque la reforma laboral aprobada en 2017, cuando Michel Temer ocupaba el sillón presidencial. Al mismo tiempo, quisieran intervenir en las futuras reformas tributaria y administrativa.
Sobre el silencio que había mantenido Bolsonaro en torno a los resultados electorales, Hoffmann consideró que era "malo para Brasil".
No obstante, minimizó cualquier efecto que esto pudiera tener para el cambio de administración: "Tenemos legislación sobre la transición, tenemos instituciones sólidas en el país y esto garantizará que hagamos la transición de gobierno, independientemente del presidente Bolsonaro", sostuvo.
El líder izquierdista deberá enfrentar vientos en contra en el Congreso: los conservadores obtuvieron notables resultados en las legislativas de octubre y el Partido Liberal (PL) de Bolsonaro será la principal fuerza de ambas cámaras.
La transición, de acuerdo con la norma, comienza con la proclamación de los resultados electorales y finaliza con la toma de posesión del nuevo presidente.
Tareas impostergables para la transición en Brasil
En los seis días posteriores a la elección, el futuro presidente Lula da Silva ha desplegado un esfuerzo relevante para asegurarse un buen comienzo de gobierno el 1º de enero de 2023. Hay tareas impostergables, según comunicó a sus tropas, comandadas por el vice Geraldo Alckmin. Son las de garantizar dos compromisos de campaña: la continuidad del subsidio de 600 reales (120 dólares) para los más vulnerables; un reajuste del salario mínimo e inversiones del sector público. Por eso, el foco está puesto en las negociaciones con el Congreso. Varios subsidios para los más pobres sólo pueden ser habilitados por los parlamentarios, ya que implica perforar el techo establecido desde 2016.
En menos de una semana y contra cualquier suposición, este Parlamento conservador dio sobradas muestras de que irá a complacer al futuro mandatario. Claro que mantendrá algunas exigencias como moneda de cambio: una de ellas es que el futuro oficialismo evite intervenir en la designación, a partir de enero de 2023, de los nuevos titulares de Diputados y Senado. La otra es que preserve, por ahora, el sistema de enmiendas parlamentarias secretas; que le permitió al gobernante actual destinar fondos a los legisladores para obras y servicios en sus respectivos distritos electorales.
El flamante Congreso, cuya composición decidida en estas elecciones le dio peso al Partido Liberal (PL), aquel en el que está enrolado Jair Bolsonaro, mostró disposición a votar antes de fin de año un aumento del gasto fiscal. Los nuevos recursos serían destinados por el futuro gobierno al pago del “Bolsa Familia”, que recuperó su nombre original. El equipo liderado por Alckmin prevé además un incremento de las partidas presupuestarias para inversiones en el plan de construcción de viviendas “Mi casa, mi vida”, del orden de los 6.000 millones de dólares.
El plan del futuro jefe de Estado es realizar una conferencia con todos los gobernantes provinciales en los primeros 15 días de enero. Allí habrá de plantear, según afirman en su entorno, que es imperioso retomar obras paralizadas. “Nuestra preocupación es que no haya interrupciones de servicios públicos” declaró Alckmin en conferencia de prensa ofrecida el jueves último.