Las “devadasi”: Las víctimas de una tradición ancestral
En el estado de Karnataka, ubicado al sur de la India, persiste una tradición ancestral enraizada desde hace tiempo, no teniendo claro el origen de la misma: las “Devadasi”. Estas son niñas entregadas a la Diosa Yallamma como ofrenda a la misma. Una vez alcanzada la pubertad, deben servir...



En el estado de Karnataka, ubicado al sur de la India, persiste una tradición ancestral enraizada desde hace tiempo, no teniendo claro el origen de la misma: las “Devadasi”. Estas son niñas entregadas a la Diosa Yallamma como ofrenda a la misma. Una vez alcanzada la pubertad, deben servir sexualmente a los hombres del pueblo, no pudiendo negarse y renunciado al derecho de casarse, pasando a ser un bien público.
Yendo a las raíces, estos hechos se dan principalmente en familias de muy bajos recursos económicos a la cual se le suma la problemática de tener una niña, conlleva a que depositen en los templos de Diosa. De esta forma, “Las familias se libran de una boca a la que alimentar y, como no se casan, se libran también de la dote que tendrían que entregar a la familia del futuro. Nacer niña en la India es una desgracia porque supone que, para poder darle la dote, tienen que pedir un préstamo y los prestamistas les cobran unos intereses que endeudan a la familia de por vida” (El País, 30.09.2014).
En conclusión, vemos una vez más, como la problemática de género está presente en lo que respecta al futuro de la mujer que nace en castas bajas, estando destinadas desde niñas a la prostitución de por vida. También, podemos decir que este destino es algo “hereditario” ya que las madres de las Devadasi en su mayoría son Devadasi también, una especie de “jefa o Madame” una vez que sus hijas empiezan a incursionar en este estilo de vida.
Por otro lado, ésta es una de las principales fuentes de VIH, ya que estas niñas no llevan adelante controles de prevención, sumado a la desnutrición que presentan desde el nacimiento y, en general, las malas condiciones en las que viven. Frente a esto la organización Manos libres, una ONG que procede de España voluntarios religiosos católicos que se dedican a problemáticas del Tercer Mundo, ha puesto en vigencia programas de concientización e información para las mujeres que llevan adelante este estilo de vida, incentivando el empoderamiento de las mismas.
Actividad penada
Este tipo de actividades está condenada penalmente desde 1982 por el gobierno de Karnataka, por esto las niñas en la actualidad ya no se encuentran en los templos sino en la casa de los padres para llevar adelante este “hábito social”. A pesar de la postura del Estado frente a la problemática, no ha brindado ningún programa de reinserción para las víctimas, por ende, esta situación sigue vigente hasta el día de hoy.
En resumen, podemos decir que a pesar de los esfuerzos del Estado y de las ONGs involucradas en el asunto, esto se expande cada vez más a la par de las enfermedades, como consecuencia de la falta de controles.
¿Cómo es posible que este sistema subsista? Es una manifestación más de la discriminación de género que existe en India. Aunque pueda parecer mentira, en el Estado indio de Karnataka pervive en pleno siglo XXI una tradición ancestral cuyo origen es difícil de establecer. Las supersticiones, alimentadas por la pobreza y la ignorancia, llevan a muchas familias a ofrecer a algunas de sus niñas a los templos para librarse de los males que les afectan.
Por su falta de instrucción, estas mujeres desconocen que la ley las apoya para negarse a esta práctica. Aunque en 1982 el Gobierno de Karnataka abolió esta práctica, no ofreció programas de reinserción para las víctimas, por lo que han buscado su sustento vendiendo sus cuerpos, ya que a las devadasi sólo les está permitido mendigar cuando alcanzan cierta edad y se ven repudiadas. Llaman a las puertas pidiendo limosna, llevando sobre sus cabezas el ídolo de la diosa a la que fueron dedicadas. Muchas de ellas, terminan en burdeles de Mumbai, Bangalore y Chennai, víctimas del tráfico sexual y de enfermedades como el sida.
El proyecto que apoya Manos Unidas se está desarrollando en la localidad de Sindargi, que dista 60 kilómetros de Bijapur, capital del distrito del mismo nombre. Allí, los Jesuitas, que llevan desde el año 2005 trabajando para que las devadasi sean conscientes de que la prostitución no es su único destino, y menos aún el de sus hijos. Las mujeres reciben asistencia y formación para abandonar de un negocio basado en la preeminencia natural de las castas superiores sobre los dalits o intocables.
Manos Unidas colaborará en la puesta en marcha de actividades como la formación de grupos de autoayuda, cursillos de concienciación sobre salud y discriminación por razón de sexo y de casta, clases de informática, de inglés y de otras materias de las que ya se han beneficiado unas 450 mujeres y sus hijos.
Margaretha Zelle
Nacida el 8 de agosto de 1876 en Países Bajos y fallecida el 15 de octubre de 1917 en París. Fue una devadasi que fue formada en el sexo y los bailes sagrados “para la perdición de los hombres y de los sabios”.
Se convirtió en una de las devadasis más influyentes y conocidas de occidente. Sufrió malos tratos por parte de su marido, después de esto utilizó las danzas hindúes para poder llegar a Europa y así poder seducir al mundo. Desde entonces es conocida comúnmente como Mata Hari.
Nunca consiguió volver a ver a su hija, la cual sobrevivió. Mata Hari llegó a su etapa de madurez ejerciendo prácticas de cortesanía sin darse cuenta de los grandes riesgos que implicaban tener más de un amante.
Durante la I Guerra Mundial realizó una serie de espionajes que la llevaron a ser capturara y condenada a muerte por doble espionaje. Zelle fue fusilada.
Una leyenda cuenta que, en el momento de su fusilamiento, la devadasi lanzaba besos a sus ejecutores, y que de doce soldados que conformaban el pelotón de fusilamiento, sólo cuatro disparos impactaron contra su cuerpo. El cadáver de Mata Hari fue utilizado para clases de anatomía.
Hanumvva
Hanumvva fue una devadasi que se atrevió a hablar sobre el sistema devadasi. Ella fue consagrada por la diosa Yellamma como todas las devadasis y se convirtió en una “prostituta” a la temprana edad de trece años en su poblado.
Hanumvva relata: “yo solo quería suicidarme - Pensaba subir a la azotea del burdel y arrojarme fuera, pero la idea de dejar a mi familia en la miseria me impidió”
Cinco años después consiguió escapar con sus dos hijos, aunque aun así tuvo que seguir luchando para sobrevivir. La devadasi se dedicó a luchar por la finalización de estas prácticas que, aunque en la India están prohibidas, en algunas regiones del país se siguen dando casos como el suyo.
El mayor de los problemas que se encontró fue la precariedad de la situación de las familias con miembros devadasis, que generalmente no pueden dejar de ejercer la prostitución por necesidades primordiales para la supervivencia de la familia.
Shobha
Comenzó su vida como devadasi con el primer hombre con el que se tuvo que acostar que le duplicaba la edad. Ella sostenía que el sistema devadasi no tiene tanta relación con la religión y apunta a intereses económicos, corruptos y mafiosos.
Shobha decidió luchar tras muchos años de sufrimiento como devadasi, ella se sentía como pura mercancía pero se comerciaba para poder llevarse un trozo de pan a la boca.
Como muchas otras, ella entró a formar parte de la comunidad y se prostituyó por diversas razones, pero una de las más importantes fue la influencia y las presiones que ejercen las familias de las niñas cuando entran en el periodo de pubertad. Ante la necesidad, muchas de ellas comienzan el recorrido de la “prostitución divina” con la esperanza de poder llegar a encontrar una vida mejor.
Los inicios de la “tradición”
Esta tradición comenzó siendo una leyenda que se originó en el Templo de Yellamma en la localidad de Saundatti.
El sistema de devadasis aparece por primera vez en el siglo VI. Desde ese momento hasta el siglo X, las devadasis aparentemente tenían prestigio social, pertenecían a las castas superiores y solo bailaban para su Dios a la vez que realizaban otras funciones del culto.
A partir del siglo XII, debido a las invasiones, los templos se empobrecieron y estas mujeres aparecen ejerciendo de cortesanas además de sus funciones tradicionales.
Las nuevas devadasis pertenecerían ahora a las castas inferiores, los padres dedicarían al Dios o a la Diosa a su hija más joven en prueba de su amor y sacrificio. (De la niña)
A principios de siglo, en el sur de la India, la mayoría pertenecían a la baja casta Isai Vellala de músicos y profesionales de la danza que aprendían el oficio de un maestro (la técnica) y de su propia madre (el sentimiento).
Vivían cerca de los templos, solas o con los hijos que habían tenido de su protector o de encuentros fortuitos.
Los hombres de prestigio se enorgullecían de tener relaciones con estas cortesanas, a las que, según se dice, colmaban de riquezas.
Durante la ocupación inglesa el gobierno prohibió esta práctica, catalogada como inmoral, en Bombay en 1934. A pesar de la prohibición, se siguen dedicando niñas al Templo, unas 5.000 al año.
Aunque parezca increíble, la tradición ancestral de las niñas esclavas pervive en pleno siglo XXI en la India. En especial en la parte central del subcontinente indio, en siete de los distritos del estado de Karnataka, como Gulbarga o Jewargi.
Por otro lado, la religión que procesan (generalmente hinduismo), no les permite negarse a realizar los favores sexuales a los hombres que lo requieran del mismo modo que tiene prohibido casarse. De esta forma, pasan a ser un bien público, marcando su futuro y el de sus familias de por vida.
Algunas devadasis son llevadas a las grandes ciudades donde entran en un sistema parecido a una cadena de compra-venta que, por lo general, no terminará hasta su muerte.
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Yendo a las raíces, estos hechos se dan principalmente en familias de muy bajos recursos económicos a la cual se le suma la problemática de tener una niña, conlleva a que depositen en los templos de Diosa. De esta forma, “Las familias se libran de una boca a la que alimentar y, como no se casan, se libran también de la dote que tendrían que entregar a la familia del futuro. Nacer niña en la India es una desgracia porque supone que, para poder darle la dote, tienen que pedir un préstamo y los prestamistas les cobran unos intereses que endeudan a la familia de por vida” (El País, 30.09.2014).
En conclusión, vemos una vez más, como la problemática de género está presente en lo que respecta al futuro de la mujer que nace en castas bajas, estando destinadas desde niñas a la prostitución de por vida. También, podemos decir que este destino es algo “hereditario” ya que las madres de las Devadasi en su mayoría son Devadasi también, una especie de “jefa o Madame” una vez que sus hijas empiezan a incursionar en este estilo de vida.
Por otro lado, ésta es una de las principales fuentes de VIH, ya que estas niñas no llevan adelante controles de prevención, sumado a la desnutrición que presentan desde el nacimiento y, en general, las malas condiciones en las que viven. Frente a esto la organización Manos libres, una ONG que procede de España voluntarios religiosos católicos que se dedican a problemáticas del Tercer Mundo, ha puesto en vigencia programas de concientización e información para las mujeres que llevan adelante este estilo de vida, incentivando el empoderamiento de las mismas.
Actividad penada
Este tipo de actividades está condenada penalmente desde 1982 por el gobierno de Karnataka, por esto las niñas en la actualidad ya no se encuentran en los templos sino en la casa de los padres para llevar adelante este “hábito social”. A pesar de la postura del Estado frente a la problemática, no ha brindado ningún programa de reinserción para las víctimas, por ende, esta situación sigue vigente hasta el día de hoy.
En resumen, podemos decir que a pesar de los esfuerzos del Estado y de las ONGs involucradas en el asunto, esto se expande cada vez más a la par de las enfermedades, como consecuencia de la falta de controles.
¿Cómo es posible que este sistema subsista? Es una manifestación más de la discriminación de género que existe en India. Aunque pueda parecer mentira, en el Estado indio de Karnataka pervive en pleno siglo XXI una tradición ancestral cuyo origen es difícil de establecer. Las supersticiones, alimentadas por la pobreza y la ignorancia, llevan a muchas familias a ofrecer a algunas de sus niñas a los templos para librarse de los males que les afectan.
Por su falta de instrucción, estas mujeres desconocen que la ley las apoya para negarse a esta práctica. Aunque en 1982 el Gobierno de Karnataka abolió esta práctica, no ofreció programas de reinserción para las víctimas, por lo que han buscado su sustento vendiendo sus cuerpos, ya que a las devadasi sólo les está permitido mendigar cuando alcanzan cierta edad y se ven repudiadas. Llaman a las puertas pidiendo limosna, llevando sobre sus cabezas el ídolo de la diosa a la que fueron dedicadas. Muchas de ellas, terminan en burdeles de Mumbai, Bangalore y Chennai, víctimas del tráfico sexual y de enfermedades como el sida.
El proyecto que apoya Manos Unidas se está desarrollando en la localidad de Sindargi, que dista 60 kilómetros de Bijapur, capital del distrito del mismo nombre. Allí, los Jesuitas, que llevan desde el año 2005 trabajando para que las devadasi sean conscientes de que la prostitución no es su único destino, y menos aún el de sus hijos. Las mujeres reciben asistencia y formación para abandonar de un negocio basado en la preeminencia natural de las castas superiores sobre los dalits o intocables.
Manos Unidas colaborará en la puesta en marcha de actividades como la formación de grupos de autoayuda, cursillos de concienciación sobre salud y discriminación por razón de sexo y de casta, clases de informática, de inglés y de otras materias de las que ya se han beneficiado unas 450 mujeres y sus hijos.
Margaretha Zelle
Nacida el 8 de agosto de 1876 en Países Bajos y fallecida el 15 de octubre de 1917 en París. Fue una devadasi que fue formada en el sexo y los bailes sagrados “para la perdición de los hombres y de los sabios”.
Se convirtió en una de las devadasis más influyentes y conocidas de occidente. Sufrió malos tratos por parte de su marido, después de esto utilizó las danzas hindúes para poder llegar a Europa y así poder seducir al mundo. Desde entonces es conocida comúnmente como Mata Hari.
Nunca consiguió volver a ver a su hija, la cual sobrevivió. Mata Hari llegó a su etapa de madurez ejerciendo prácticas de cortesanía sin darse cuenta de los grandes riesgos que implicaban tener más de un amante.
Durante la I Guerra Mundial realizó una serie de espionajes que la llevaron a ser capturara y condenada a muerte por doble espionaje. Zelle fue fusilada.
Una leyenda cuenta que, en el momento de su fusilamiento, la devadasi lanzaba besos a sus ejecutores, y que de doce soldados que conformaban el pelotón de fusilamiento, sólo cuatro disparos impactaron contra su cuerpo. El cadáver de Mata Hari fue utilizado para clases de anatomía.
Hanumvva
Hanumvva fue una devadasi que se atrevió a hablar sobre el sistema devadasi. Ella fue consagrada por la diosa Yellamma como todas las devadasis y se convirtió en una “prostituta” a la temprana edad de trece años en su poblado.
Hanumvva relata: “yo solo quería suicidarme - Pensaba subir a la azotea del burdel y arrojarme fuera, pero la idea de dejar a mi familia en la miseria me impidió”
Cinco años después consiguió escapar con sus dos hijos, aunque aun así tuvo que seguir luchando para sobrevivir. La devadasi se dedicó a luchar por la finalización de estas prácticas que, aunque en la India están prohibidas, en algunas regiones del país se siguen dando casos como el suyo.
El mayor de los problemas que se encontró fue la precariedad de la situación de las familias con miembros devadasis, que generalmente no pueden dejar de ejercer la prostitución por necesidades primordiales para la supervivencia de la familia.
Shobha
Comenzó su vida como devadasi con el primer hombre con el que se tuvo que acostar que le duplicaba la edad. Ella sostenía que el sistema devadasi no tiene tanta relación con la religión y apunta a intereses económicos, corruptos y mafiosos.
Shobha decidió luchar tras muchos años de sufrimiento como devadasi, ella se sentía como pura mercancía pero se comerciaba para poder llevarse un trozo de pan a la boca.
Como muchas otras, ella entró a formar parte de la comunidad y se prostituyó por diversas razones, pero una de las más importantes fue la influencia y las presiones que ejercen las familias de las niñas cuando entran en el periodo de pubertad. Ante la necesidad, muchas de ellas comienzan el recorrido de la “prostitución divina” con la esperanza de poder llegar a encontrar una vida mejor.
Los inicios de la “tradición”
Esta tradición comenzó siendo una leyenda que se originó en el Templo de Yellamma en la localidad de Saundatti.
El sistema de devadasis aparece por primera vez en el siglo VI. Desde ese momento hasta el siglo X, las devadasis aparentemente tenían prestigio social, pertenecían a las castas superiores y solo bailaban para su Dios a la vez que realizaban otras funciones del culto.
A partir del siglo XII, debido a las invasiones, los templos se empobrecieron y estas mujeres aparecen ejerciendo de cortesanas además de sus funciones tradicionales.
Las nuevas devadasis pertenecerían ahora a las castas inferiores, los padres dedicarían al Dios o a la Diosa a su hija más joven en prueba de su amor y sacrificio. (De la niña)
A principios de siglo, en el sur de la India, la mayoría pertenecían a la baja casta Isai Vellala de músicos y profesionales de la danza que aprendían el oficio de un maestro (la técnica) y de su propia madre (el sentimiento).
Vivían cerca de los templos, solas o con los hijos que habían tenido de su protector o de encuentros fortuitos.
Los hombres de prestigio se enorgullecían de tener relaciones con estas cortesanas, a las que, según se dice, colmaban de riquezas.
Durante la ocupación inglesa el gobierno prohibió esta práctica, catalogada como inmoral, en Bombay en 1934. A pesar de la prohibición, se siguen dedicando niñas al Templo, unas 5.000 al año.
Aunque parezca increíble, la tradición ancestral de las niñas esclavas pervive en pleno siglo XXI en la India. En especial en la parte central del subcontinente indio, en siete de los distritos del estado de Karnataka, como Gulbarga o Jewargi.
Por otro lado, la religión que procesan (generalmente hinduismo), no les permite negarse a realizar los favores sexuales a los hombres que lo requieran del mismo modo que tiene prohibido casarse. De esta forma, pasan a ser un bien público, marcando su futuro y el de sus familias de por vida.
Algunas devadasis son llevadas a las grandes ciudades donde entran en un sistema parecido a una cadena de compra-venta que, por lo general, no terminará hasta su muerte.
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