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La Libertad de Tarija

La autonomía debe permitir a todos los ciudadanos avanzar hacia unos niveles de desarrollo superiores, con todas las necesidades cubiertas y dispuestos para encarar desafíos cada vez mayores.

Tarija cumple 208 de Libertad en el marco de un Bicentenario nacional de cuya fundación no fuimos parte plena, aunque sí sustancial. Tarija jugó un rol vital en las luchas de la Independencia en este territorio fronterizo y codiciado por todos, en el que sus ciudadanos aprendieron muy pronto a tomar decisión es por sí mismos sin esperar mucho de nadie más. Ya en la colonia la administración fue pasando entre Salta y Potosí y los cabildos jugaban un importante papel en el día a día en aquellos tiempos en los que las resoluciones burocráticas eran lentas y casi siempre, interpretables.

La batalla de La Tablada, protagonizada por los héroes locales y las tropas de avanzada del general Belgrano y sus patriotas supuso el primer gran golpe en una región estratégicamente situada, clave en el comercio y en la gobernabilidad. Es verdad que no fue definitiva, y que le habían antecedido Suipacha y otros combates emblemáticos, pero quedó claro que no había vuelta atrás.

Hoy Tarija no es menos autonomista de lo que lo era hace 20 años, aunque algunos hayan bajado los brazos o deserten de sus responsabilidades

La decisión de integrar Bolivia se tomó como se toman las decisiones importantes, con debate, polémica y algunas exhibiciones de fuerza, pero lo cierto es que una vez tomada, Tarija ha sido siempre consecuente sin que eso haya mermado la voluntad de participar activamente en las decisiones que afectan al terruño. Hubo un siglo más o menos próspero al calor del comercio fronterizo donde la distancia nos permitía resolver, hasta que la pérdida del litoral primero y el traslado de la sede de Gobierno a La Paz tras la victoria del bando “federal” en la guerra civil, que después tuvo poco de descentralizador, nos abocó a otra realidad.

Y de repente apareció el petróleo.

Tarija tan lejos de todo se transformó en el potencial epicentro económico primero, que antes de dar frutos se convirtió en escenario de guerra, una guerra que nos hizo más bolivianos y también más conscientes. Los pozos se salvaron y el petróleo empezó a brotar dejando muchos pasivos y pingües beneficios para la región, algo que hasta hoy apenas se pudo corregir, ni con la lucha por la descentralización, que Tarija abanderó, ni apenas con la de la autonomía, que acabó convertida en trampa al vincular la salud de sus instituciones a la volatilidad del precio del petróleo y el acierto en una política hidrocarburífera sobre la que Tarija no puede influir.

Hoy Tarija no es menos autonomista de lo que lo era hace 20 años, aunque algunos hayan bajado los brazos o deserten de sus responsabilidades. Tarija y sus instituciones deben seguir fortaleciéndose y buscando alternativas para garantizar su salud y continuidad. La batalla hoy es por aclarar la distribución de competencias, por definir los roles y por asumir las responsabilidades y a partir de ahí, garantizar la financiación suficiente que permita a todos los ciudadanos avanzar hacia unos niveles de desarrollo superiores, con todas las necesidades cubiertas y dispuestos para encarar desafíos cada vez mayores.

Brindemos por los héroes de La Tablada, que en su día creyeron en días mejores y no descansaron hasta alcanzar la libertad. Que sean inspiración.

Felicidades Tarija.


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