Kailasa y la vulnerabilidad del Estado Plurinacional
Las fronteras son vulnerables y los grandes territorios del interior, de la Amazonía, de la llanura chaqueña y chiquitana, son espacios a merced de aventureros y quién sabe qué más
La semana pasada el diario El Deber sacó a la luz una extraordinaria investigación que derivó en escándalo. Una organización indigenista que había tomado incluso forma de Estado había mediado con las autoridades indígenas de las naciones Baure, Cayubaba, y Esse Ejja (del territorio Multiétnico 2 - TIM 2) para arrendar a perpetuidad una buena parte del territorio de Pando y Beni.
La investigación fue tirando del hilo y descubrió que esta organización que se hacía llamar Estados Unidos de Kailasa era en realidad una secta que ya había operado de formas similar en Ecuador y Paraguay con denuncias incluso ante Naciones Unidas y cuya misión en sí sigue siendo un tanto difusa, pero que desde luego utiliza diferentes artimañas para hacerse con territorio a cambio de dinero aprovechando los agujeros de la legislación vigente, que confiere a las naciones y territorios indígenas mucho poder de decisión sobre sus territorios reconocidos por el Estado Plurinacional, sin que nadie sepa bien qué significa cada cosa.
El supuesto estado de Kailasa se asemeja más a una secta religiosa que a un país. Según sus líderes, sus tierras se perdieron bajo el océano Índico, lo que llevó a su gente a buscar nuevos territorios. Detrás de esta trama está el autoproclamado dios hindú Swami Nithyananda, quien se presenta como “fundador” del país desde 2019 y que estuvo involucrado en denuncias de violencia sexual según recoge el artículo de María Silvia Trigo para Infobae.
En búsqueda de tierras llegaron a Ecuador, Paraguay, Estados Unidos y ahora en Bolivia, pero su paso no estuvo exento de problemas. En Paraguay, un ministro fue destituido de su cargo en 2023 por haber firmado un acuerdo con Kailasa para recibir ayuda para su país. En 2024, un monje del supuesto estado se reunió en un acto oficial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con la ministra ecuatoriana de medioambiente, que generó cuestionamientos y provocó un comunicado del Gobierno explicando el acercamiento. Pese a su inexistencia, representantes del estado inexistente lograron asistir a dos sesiones de la ONU en Ginebra (Suiza). En Bolivia se supone que todos los convenios con Estados deben pasar por Cancillería y el nivel Central del Estado, en algunos casos incluso por el parlamento, pero ya en otras ocasiones – en Tarija con la APG Itika Guasú y el Fondo del Banco do Brasil – han pasado casos similares.
Todo el entramado, las gestiones realizadas, y el hecho de que hayan llegado incluso a compartir testera con el presidente Luis Arce sin que nadie diera una sola voz de alarma da cuenta de la fragilidad con la que se maneja el Estado en este tipo de asuntos, y en las muchas vulnerabilidades que crecen en un territorio enorme de un país muy despoblado, que cada vez se concentra más sobre su eje y sus grandes ciudades.
La consecuencia es evidente: las fronteras son vulnerables y los grandes territorios del interior, de la Amazonía, de la llanura chaqueña y chiquitana, son espacios a merced de aventureros y quién sabe qué más. Pero el problema en esencia tiene que ver con una formulación de Estado Plurinacional que nunca llegó a aterrizar en los riesgos que comprometía y de los que en su momento apenas Andrés Soliz Rada y algunos otros intelectuales de la guardia nacionalista advirtieron.
Hasta ahora estas vulnerabilidades se habían manifestado en asuntos más puntuales relacionadas a la gestión de recursos naturales – el asunto petrolero - o a la oposición de territorios indígenas a la construcción de determinadas infraestructuras de interés nacional, como el Tipnis o el túnel del Aguaragüe, que normalmente se solventaban con una serie de negociaciones espurias al calor de una “consulta previa”.
El caso de Kailasa da un salto en las vulnerabilidades: sectas alquilando a perpetuidad territorio soberano para hacer lo que quieran con él ante la incapacidad del Estado de controlarlo, pero ojo, el problema de la soberanía es mayor sobre todo en las fronteras donde muchos agroindustriales de Brasil y Paraguay han comprado tierra para beneficiarse de las ventajas y otros grupos delincuenciales parecen haber encontrado lugares impunes donde desarrollarse.
Toca revisión.