Cómo confiar en la nueva etapa judicial

El rol de la población en la fiscalización inmediata y en el ejercicio de la democracia serán fundamentales para recuperar la institucionalidad

El presidente Luis Arce posesionó a las autoridades judiciales el primer día hábil de este 2025 en un acto en el que ninguno tomó la palabra y abundaron las buenas palabras a pesar de la situación límite de la Justicia.

Se trata de las primeras autoridades judiciales en 15 años elegidas con más del 50% del voto válido, que ya es algo, sin embargo, es complicado considerar que inicia una nueva etapa. Cuatro de nueve asientos del Tribunal Supremo de Justicia y cinco de nueve del Tribunal Constitucional quedaron vacantes en la elección por orden del mismo Tribunal que debía renovarse, y así, por decisión de nuevo de los magistrados y no del poder legislativo, que es quien debería llenar estos vacíos, los elegidos en aquel lejano 2017 y que ya se aferraron al cargo en la peor crisis institucional reciente del país, seguirán en sus puestos.

Las elecciones generales se celebrarán este año en Bolivia y no habrá tribunal ni turba que pueda intentar detenerlo.

No es menor el Tribunal Agroambiental, renovado por completo, pero hace ya varios años que ha quedado también subordinado al Tribunal Constitucional. Tampoco es menor el Consejo de la Magistratura, que al final vela por el manejo de salas y casos. Sin embargo, es difícil hablar de una nueva etapa en estas condiciones.

De momento ya han empezado los roces entre los nuevos y los prorrogados y seguramente nadie espera que pase algo distinto a eso. Nadie contempla la renuncia como forma de salvar una institución o su dignidad, y nadie contempla que se puedan completar los Tribunales en el año entrante, sobre todo porque en el Constitucional y su sala Cuarta, protagonista de todas las sentencias políticas del último año y medio, siguen gobernando los auto prorrogados.

De momento solo ha cambiado una ficha: Esta vez a diferencia de todas las anteriores, los bolivianos conocen a sus magistrados, les han puesto cara y tendencia, les han escuchado comprometerse con una cosa o con otra, y por ende, todos podemos ahora exigir con conocimiento de causa. Ese será seguramente el único camino para recuperar la Justicia.

Mientras corre una suerte de bulo que, a fuerza de repetirlo, alguien puede estar maquinando soluciones alternativas a la única viable: las elecciones generales se celebrarán este año en Bolivia y no habrá tribunal ni turba que pueda intentar detenerlo.

Bolivia necesita zanjar algunos asuntos que recurrentemente vienen siendo reabiertos, a veces por demanda interna, otras veces subidos en la ola – reformista o reaccionaria – internacional. No hay duda que recuperar la institucionalidad en una Justicia que, dicho sea de paso, nunca fue blanca inmaculada como algunos pretenden recordar, es una de las grandes claves y que requiere acciones inmediatas para el bien del país.

El problema no es tanto quién es el juez al mando sino la impunidad con la que se pueden tomar decisiones sin siquiera argumentarlas de forma coherente y consciente. Bolivia necesita que nos apeguemos de nuevo a la norma para ser tratados como iguales, para saber que se puede derrotar al abusivo, al negligente, al tramposo y al ladrón. Se trata de ser un mejor país donde vivir. Los nuevos Magistrados deben hacer lo imposible por ello, de lo contrario, cada vez estamos más cerca de la melancolía y la anomia.


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