El 2025 y la generación del Bicentenario

Arranca el año del Bicentenario, un año coyunturalmente decisivo que requiere protagonismos y compromisos concretos, que nos exige a reinventarnos y abrir paso a nuevas generaciones

Bolivia ha llegado al año del Bicentenario de su vida independiente quizá en las peores condiciones posibles, y no solo por el azote de la crisis económica, que no es la primera ni la última que acogote a este país de precarios pilares, pero cierto margen dentro de los criterios de la ortodoxia liberal.

El clima es malo porque la política de la mala se ha expandido, y a la corrupción endémica que tanto daño le ha hecho a este país siempre, incluyendo en esa categoría a todas las irracionales decisiones antinacionales tomadas a lo largo de su historia, se le ha unido una praxis política basada en el populismo y la demagogia, que es común al resto del mundo, pero que en este país se manifiesta en forma de caudillismo de lo más bajo, con el sometimiento de todos los poderes del Estado sin pudor.

La generación que creció con la promesa de la Bolivia mejor hoy tienen la responsabilidad de encontrar los caminos para volver a esa misma promesa

El trasfondo electoral va a impedir que el Bicentenario sirva para lo que sirven estas fechas redondas, que no es otra cosa que reflexionar sobre nosotros míos, analizar qué hemos hecho bien y qué hemos hecho mal y explorar en ese marco posibles innovaciones y propósitos de enmienda para ser mejores.

Y es que las fechas redondas sirven también para trazar planes concretos con fecha específica, como si acabar una obra o un programa en el Bicentenario lo convirtiera en especial, sobre todo si no sirve para optimizar recursos sino para dilapidarlos. La cuestión es que Bolivia construyó una Agenda del Bicentenario allá por 2014 que luego se convirtió en programa electoral y luego en el Plan de Desarrollo Nacional, y con pandemia o sin pandemia, con golpe o sin golpe, revisar los resultados dan cuenta del fracaso de una metodología basada en el optimismo político y su aplicación táctica y no en los datos objetivos y en la definición de estrategias basadas en las necesidades del país y no en las del gobierno.

La particularidad de la independencia de Bolivia, con muchas ciudades pioneras en sus gritos libertarios, pero casi últimos en conformarnos como Estado, permite comparar los ánimos de aquellos festejos desde 2007 con los actuales, y sobre ese contraste hay ya varios sociólogos nacionales caracterizando a la generación nacional del bicentenario: numerosa como pocas, mayoritariamente urbana, mayoritariamente migrante, mayoritariamente más formada que sus progenitores, que vivieron en primera persona la promesa de la vida mejor y que son hoy por hoy los que tienen la responsabilidad de encontrar los caminos para que Bolivia vuelva a una senda de crecimiento, a la promesa de una Bolivia mejor.

Arranca el 2025, el año del Bicentenario, un año coyunturalmente decisivo, un año que requiere protagonismos y compromisos concretos, un año necesario, un año que nos exige reinventarnos, depurarnos, abrir paso a nuevas generaciones con nuevas ideas. La capacidad de resiliencia de este país siempre ha sido sorprendente, toca ahora añadirle una capacidad para soñar con el futuro mejor y trabajar para conseguirlo.

Brindemos orgullosos de nuestro pasado y con ilusión por nuestro futuro.


Más del autor
Tema del día
Tema del día
La enseñanza de Marco Aurelio
La enseñanza de Marco Aurelio